<p>Nadie sabe por qué Gran Bretaña, vía su colonia malvinera, pidió a Brasil cooperar con su exploración petrolera en el Atlántico sudoccidental. Londres sabe que Itamaratí apoya a Argentina en la zona mientras Petrobrás se proyecta al golfo de México. Esto redefine un eje geopolítico nada exótico para el Planalto.</p>
<p>En verdad, el desastre de British Petroleum en el litoral estadounidense favoreció los planes brasileños en la región. Éstos incluyen actividades en la cuenca norte de Cuba –entre la isla, Florida y Bahamas-, junto con la firma estatal noruega Hydro. Tan intrincado ajedrez tiene un estímulo sistémico: en el primer semestre, el gigante creció más de lo supuesto y registra 9% de aumento anual en el producto bruto interno. Vale decir, durante los doce meses entre julio de 2009 y junio último. Nunca había ocurrido.</p>
<p>El ritmo del PBI brasileño, pues, sólo es todavía superado por China, que pasó el 10% anual en 2006, 2007 y 2008. Como ocurre con otras economías emergentes –India, Rusia, Argentina, Sudáfrica-, las claves del auge brasileño residen en la demanda interna, que estimula la producción industrial y la inversión externa directa.</p>
<p>Internacionalmente, Brasil mejora su posición en el cuarteto emergente líder. Este conjunto más algunos otros integrantes del grupo de los 20 son quienes están impulsando –pese a los problemas europeos- a la economía occidental fuera de la crisis sistémica iniciada con el colapso hipotecario norteamericano de 2006/7. Resulta irónico que ese mismo g-20 se resista a debatir una “tasa Tobin” sobre el negocio financiero multinacional, justamente porque un “lobby” opera sobre varios bancos centrales.</p>
<p>Pero falta un detalle: varios países han tirado por la borda las viejas recetas del Fondo Monetario Internacional, que resultaron contraproducentes en la crisis sistémica de 1997/8. Hoy el propio FMI abandona –con parsimonia- la cartilla ortodoxa, forzado por otra crisis, la del endeudamiento en la Unión Europea. En cierto sentido, el problema real es el colapso del pacto de Maastricht (1992) y la suerte del euro. Ahora, la derrota parcial en las elecciones le plantea a Barack Obama nuevos dilemas en el exterior, empezando por la cumbre del g-20 (11, 12 del mes).<br />
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Brasil apela a una red de pactos para pesar en el G-20
Un cruce de alianzas define en Brasil una política internacional no centrada sólo en el grupo de los 20 ni en los otros tres grandes emergentes (China, Rusia e India). Pero Latinoamérica es esencial como punto estratégico, más con el declive de EE.UU.