Bolivia: sólo Brasil y Argentina pueden frenar la balcanización

Mientras los medios conservadores chilenos y peruanos apuestan a la partición de Bolivia, Brasil y Argentina analizan en secreto planes para impedir esa quiebra. Una posible salida podría ser la renuncia de Evo Morales.

29 noviembre, 2007

Por ahora, el centro de la crisis es Sucre, la antigua capital que solía llamarse Chuquisaca. Pero el motor de la incipiente secesión es Santa Cruz de la Sierra, la provincia más grande y rica del país. En un sentido, 70% del producto bruto interno se alza contra el 30% restante. Evo Morales, tozudamente aferrado a una constitución ilegal, se queda sin opciones a la vista.

Esta crisis es inversa, en algunos aspectos, a la de los años 70. Por entonces, Brasil –con apoyo de Estados Unidos- pensaba que Bolivia no era viable y una separación del oriente era la solución. Hoy, el gigante del Mercosur opina lo contrario. Pero su aparente pasividad y la de Argentina están dejando las cosas salirse de madre.

Un oficialismo pasado de rosca trata de imponer una constitución votada por apenas 136 sobre un total de 255 votos en la borrascosa. Entretanto, el gobierno pierde el control de ciudades y provincias enteras. El amplio capital político inicial de Morales ha corrido la suerte del que tuviera Fernando de la Rúa, pero en un contexto mucho más sangriento.

En rigor, el actual proceso de balcanización (término que hasta entonces fuera exclusivo de Colombia) lleva ya casi ocho años En 2005, Morales pareció frenarlo y replantear el problema. Pero, en menos de dos años, sus tendencias autoritarias –no ajenas a su propio origen- lo traicionaron. Ahora, Santa Cruz, Tarija, Cochabamba, Beni y Pando están al borde de la secesión.

Para Brasil y Argentina, se acerca el momento de tomar la iniciativa. Estados Unidos, debilitado por un proceso electoral prematuro y un triple dilema imposible (Irak, Afganistán, Pakistán), se ha concentrado en una hipotética paz palestino-israelí y no tiene tiempos para Sudamérica. Bolivia no es el único berenjenal geopolítico. Venezuela rompió con Colombia por causa del irreprimible Hugo Chávez y el mediocre Álvaro Uribe. Ecuador no sale de sus propios problemas y la viabilidad de Perú se reduce a la costa. Finalmente, el polvorín boliviano tal vez quede en manos brasileñas, al menos mientras Argentina y Uruguay sigan haciendo el ridículo en torno de una pastera finesa mal diseñada.

Por ahora, el centro de la crisis es Sucre, la antigua capital que solía llamarse Chuquisaca. Pero el motor de la incipiente secesión es Santa Cruz de la Sierra, la provincia más grande y rica del país. En un sentido, 70% del producto bruto interno se alza contra el 30% restante. Evo Morales, tozudamente aferrado a una constitución ilegal, se queda sin opciones a la vista.

Esta crisis es inversa, en algunos aspectos, a la de los años 70. Por entonces, Brasil –con apoyo de Estados Unidos- pensaba que Bolivia no era viable y una separación del oriente era la solución. Hoy, el gigante del Mercosur opina lo contrario. Pero su aparente pasividad y la de Argentina están dejando las cosas salirse de madre.

Un oficialismo pasado de rosca trata de imponer una constitución votada por apenas 136 sobre un total de 255 votos en la borrascosa. Entretanto, el gobierno pierde el control de ciudades y provincias enteras. El amplio capital político inicial de Morales ha corrido la suerte del que tuviera Fernando de la Rúa, pero en un contexto mucho más sangriento.

En rigor, el actual proceso de balcanización (término que hasta entonces fuera exclusivo de Colombia) lleva ya casi ocho años En 2005, Morales pareció frenarlo y replantear el problema. Pero, en menos de dos años, sus tendencias autoritarias –no ajenas a su propio origen- lo traicionaron. Ahora, Santa Cruz, Tarija, Cochabamba, Beni y Pando están al borde de la secesión.

Para Brasil y Argentina, se acerca el momento de tomar la iniciativa. Estados Unidos, debilitado por un proceso electoral prematuro y un triple dilema imposible (Irak, Afganistán, Pakistán), se ha concentrado en una hipotética paz palestino-israelí y no tiene tiempos para Sudamérica. Bolivia no es el único berenjenal geopolítico. Venezuela rompió con Colombia por causa del irreprimible Hugo Chávez y el mediocre Álvaro Uribe. Ecuador no sale de sus propios problemas y la viabilidad de Perú se reduce a la costa. Finalmente, el polvorín boliviano tal vez quede en manos brasileñas, al menos mientras Argentina y Uruguay sigan haciendo el ridículo en torno de una pastera finesa mal diseñada.

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