Binner ganó cómodo en Santa Fe, pero el lento recuento en Córdoba provoca un escándalo

Al terminar el escrutinio, el socialista Hermes Binner obtenía Santa Fe (con 49%), la capital y Rosario. Pero maniobras en Córdoba dejaban a Juan Schiaretti, cercano a Cristina Kirchner, apenas encima Luis Juez (37 a 36%).

3 septiembre, 2007

Sea como fuere, el oficialismo en escala nacional ha perdido ya dos de los cuatro mayores distritos claves, Santa Fe y Capital federal. En cuanto a Córdoba, se ha desatado un escándalo por presunto fraude en la sede local de Correo argentino, una empresa del estado federal. En efecto el recuento parece interminable pero, no obstante, Schiaretti se declaró ganador cuando ya se había computado 97,8% de votos.

Por su parte, en escala nacional los restos del radicalismo van de mal en peor y sólo les queda una esperanza, Roberto Lavagna, candidato que se cree peronista pero no piensa ni funciona como tal. Los casi diez puntos que le lleva Binner (Frente progresista) a Rafael Bielsa –otro que hace de peronista sin serlo- reflejan una vieja realidad: sin ley de lemas, el justicialismo nunca se hubiera apoderado de Santa Fe, una provincia sanamente demoprogresista.

En verdad, los 24 años de dominio justicialista fueron una ficción (igual que cierta encuesta a medida de Bielsa). Por el contrario, el perfil cordobés es menos claro, pues inclusive el radicalismo local tuvo sus negras historias en el poder. No sorprendía, entonces, que el Frente unión por Cordoba (Juan Schiaretti, ex hombre de Domingo F.Cavallo) le llevase apenas un punto a la Alianza frente cívico (Luis Juez, intendente capitalino).

El tufillo a fraude deriva de que, al principio del recuento, Schiaretti le llevaba veinte puntos de diferencia a Juez. Horas después, el escrutinio se hacía más lento a medida como Juez sumaba votos y achicaba la brecha. Este lunes, el intendente capitalino barajaba la posibilidad de impugnar los comicios o el escrutinio. En el primer caso, se planteaba una ironía, pues el fiel de la balanza seria el más de 25% juntado por los radicales.

Desde la borrascosa Santa Cruz, Néstor y Cristina Kirchner trataban de amortiguar los efectos de la derrota santafecina. Pero, sin un delfín claro en Córdoba, al oficialismo le resta sólo Buenos Aires como distrito grande. Ahí, se juega una carta casi segura: la ausencia de una oposición unida. Pero ¿qué sucedería si, en primera vuelta, esa atomización condujera a una segunda vuelta?

Sea como fuere, el oficialismo en escala nacional ha perdido ya dos de los cuatro mayores distritos claves, Santa Fe y Capital federal. En cuanto a Córdoba, se ha desatado un escándalo por presunto fraude en la sede local de Correo argentino, una empresa del estado federal. En efecto el recuento parece interminable pero, no obstante, Schiaretti se declaró ganador cuando ya se había computado 97,8% de votos.

Por su parte, en escala nacional los restos del radicalismo van de mal en peor y sólo les queda una esperanza, Roberto Lavagna, candidato que se cree peronista pero no piensa ni funciona como tal. Los casi diez puntos que le lleva Binner (Frente progresista) a Rafael Bielsa –otro que hace de peronista sin serlo- reflejan una vieja realidad: sin ley de lemas, el justicialismo nunca se hubiera apoderado de Santa Fe, una provincia sanamente demoprogresista.

En verdad, los 24 años de dominio justicialista fueron una ficción (igual que cierta encuesta a medida de Bielsa). Por el contrario, el perfil cordobés es menos claro, pues inclusive el radicalismo local tuvo sus negras historias en el poder. No sorprendía, entonces, que el Frente unión por Cordoba (Juan Schiaretti, ex hombre de Domingo F.Cavallo) le llevase apenas un punto a la Alianza frente cívico (Luis Juez, intendente capitalino).

El tufillo a fraude deriva de que, al principio del recuento, Schiaretti le llevaba veinte puntos de diferencia a Juez. Horas después, el escrutinio se hacía más lento a medida como Juez sumaba votos y achicaba la brecha. Este lunes, el intendente capitalino barajaba la posibilidad de impugnar los comicios o el escrutinio. En el primer caso, se planteaba una ironía, pues el fiel de la balanza seria el más de 25% juntado por los radicales.

Desde la borrascosa Santa Cruz, Néstor y Cristina Kirchner trataban de amortiguar los efectos de la derrota santafecina. Pero, sin un delfín claro en Córdoba, al oficialismo le resta sólo Buenos Aires como distrito grande. Ahí, se juega una carta casi segura: la ausencia de una oposición unida. Pero ¿qué sucedería si, en primera vuelta, esa atomización condujera a una segunda vuelta?

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