El presidente Biden presentó el miércoles un plan de empleo e infraestructura de US$ 2 billones ( dos millones de millones de dólares) para hacer frente a los problemas más acuciantes de empleo e infraestructura. Eso incluye puentes deteriorados, acceso desigual a banda ancha, cambio climático y cuidado para los mayores y los discapacitados.
La propuesta,– el American Jobs Plan – se paga en parte elevando los impuestos corporativos y el impuesto mínimo global. Muchas de esas medidas revierten los recortes impositivos implementados en 2017 por la administración Trump.
De esta forma el gobierno inicia una gigantesca batalla por el tamaño y el costo del proyecto.
El plan aparece una pocas semanas después de convertir en ley el paquete de US$ 1,9 billones de ayuda por el coronavirus que envía cheques de estímulo a la mayoría de los norteamericanos y amplia los beneficios por desempleo.
Se cree que el American Jobs Plan será seguido por un segundo paquete económico en abril, que incluirá una gran expansión de la cobertura de salud, subsidios para el cuidado de los niños y acceso gratuito a colegios comunitarios y otras propuestas.
Los republicanos y los grupos empresariales más prominentes, como la Cámara de Comercio, ya salieron a manifestarse en contra del plan, especialmente la propuesta de aumentar los impuestos argumentando que dañan la inversión y la competitividad global. La postura de la Casa Blanca es que los mayores impuestos compensan las preocupaciones de aumentar el déficit federal.
Mientras tanto, los economistas siguen debatiendo si el último gran proyecto de Biden recalentará la economía y desencadenará ciclos de inflación.