Berlusconi: entre Irak y los problemas judiciales

Mal fin de semana vive Silvio Berlusconi, “premier” italiano. Amén del grave problema militar en Irak, ahora afronta su peor pesadilla: en Milán, un tribunal reanuda el proceso por corrupción de magistrados en los 80.

17 abril, 2004

En realidad, los apuros judiciales no se originan en la gestión política –ya de suyo poco transparente-, sino en su actividad empresaria. La causa fue reabierta tras diez meses de suspensión, porque la Corte Constitucional declaró inválida una ley de “inmunidad transitoria”, hecha a medida de Berlusconi por un Parlamento donde la oposición fue llamativamente pasiva.

Como para disimular, esa ley otorgaba inmunidad a los cinco máximos cargos de la república. En su momento –junio último- se dijo que la norma buscaba evitar un papelón, pues en julio el primer ministro asumiría la presidencia semestral de la Unión Europea. Ante el desconcierto de importantes jurisconsultos, la inmunidad pasó.

No obstante, Berlusconi se las compuso para hacer un pésimo papel en Estrasburgo, incluyendo algunos papelones. Ahora, el fantasma del caso SME le quita el sueño.

Hay una diferencia entre junio de 2003 y ahora: Cesare Previti, abogado de Berlusconi, fue condenado en noviembre por cargos parecidos. Ambos comparten una historia iniciada hace veinte años, cuando el “premier” no había pasado a la política. Por entonces, se privatizó el holding alimentario SME, que fue adjudicado a Carlo de Benedetti. Pero Berlusconi logró invalidar la licitación corrompiendo magistrados.

Nadie se anima a hacer predicciones sobre la nueva fase del viejo escándalo. El viernes, el trámite se atascó por cuestiones de procedimiento y, luego, quizá quedé congelado durante las elecciones europeas y locales de junio. Entretanto, Berlusconi pierde imagen. Además, hay dos factores que sensibilizan a la justicia: el escándalo Parmalat (Calisto Tanzi corrompía políticos y funcionarios ya en los 80) y la sospechosa tolerancia del gobierno hacia clubes de fútbol en rojo (Berlusconi es dueño de uno “grande”).

En realidad, los apuros judiciales no se originan en la gestión política –ya de suyo poco transparente-, sino en su actividad empresaria. La causa fue reabierta tras diez meses de suspensión, porque la Corte Constitucional declaró inválida una ley de “inmunidad transitoria”, hecha a medida de Berlusconi por un Parlamento donde la oposición fue llamativamente pasiva.

Como para disimular, esa ley otorgaba inmunidad a los cinco máximos cargos de la república. En su momento –junio último- se dijo que la norma buscaba evitar un papelón, pues en julio el primer ministro asumiría la presidencia semestral de la Unión Europea. Ante el desconcierto de importantes jurisconsultos, la inmunidad pasó.

No obstante, Berlusconi se las compuso para hacer un pésimo papel en Estrasburgo, incluyendo algunos papelones. Ahora, el fantasma del caso SME le quita el sueño.

Hay una diferencia entre junio de 2003 y ahora: Cesare Previti, abogado de Berlusconi, fue condenado en noviembre por cargos parecidos. Ambos comparten una historia iniciada hace veinte años, cuando el “premier” no había pasado a la política. Por entonces, se privatizó el holding alimentario SME, que fue adjudicado a Carlo de Benedetti. Pero Berlusconi logró invalidar la licitación corrompiendo magistrados.

Nadie se anima a hacer predicciones sobre la nueva fase del viejo escándalo. El viernes, el trámite se atascó por cuestiones de procedimiento y, luego, quizá quedé congelado durante las elecciones europeas y locales de junio. Entretanto, Berlusconi pierde imagen. Además, hay dos factores que sensibilizan a la justicia: el escándalo Parmalat (Calisto Tanzi corrompía políticos y funcionarios ya en los 80) y la sospechosa tolerancia del gobierno hacia clubes de fútbol en rojo (Berlusconi es dueño de uno “grande”).

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