Berlusconi asume la presidencia de la UE inmerso en un mar de críticas

La Constitución europea y el impulso económico serán los ejes de la presidencia italiana de la UE, que presentó en la Eurocámara el primer ministro, Silvio Berlusconi, quien recibió fuertes críticas por parte de los grupos de izquierda.

2 julio, 2003

El jefe del Gobierno italiano presentó las prioridades del semestre de su presidencia, que comenzó oficialmente ayer lunes, después de que varios eurodiputados levantasen pancartas en las que se podía leer en italiano, francés e inglés “La ley igual para todos”.

Los objetivos de la presidencia semestral que presentó están centrados en cinco aspectos: la Conferencia Intergubernamental (CIG), el impulso económico, la ampliación interna de la Unión y las relaciones con los países vecinos, las relaciones exteriores, y la política de seguridad e inmigración.

Estos objetivos no fueron suficientes para evitar las críticas que se sucedieron, una tras otra, muchas de ellas en boca de eurodiputados italianos.

El diputado Armando Cossutta (Izquierda Europea) recordó que Berlusconi “es el hombre más rico de Italia, en permanente conflicto con la justicia”, lo que a su juicio augura que su presidencia “será un fiasco” al tratarse de “la peor derecha de Europa”.

La socialista Pasqualina Napoletano definió la Italia actual como “represiva y autoritaria”, mientras que Fausto Bertinotti subrayó que “muchos están en contra de su figura”, y el liberal Di Pietro señaló que siente “vergüenza” de que Berlusconi presida la UE.

Estas críticas demuestran para el socialista austríaco Johannes Swoboda que “nunca antes ha sido tan criticada otra presidencia, y el español Camilo Nogueira le aseguró que “en Italia le concedieron una tregua que aquí no tendrá”.

Los portavoces de los grupos parlamentarios moderaron sus discursos, exceptuando a la verde Monica Frassoni.
Frassoni dijo al primer ministro italiano que “la desconfianza acompaña su llegada a la UE”, debido a que no respeta el pluralismo de los medios de comunicación, incumple las directivas medioambientales y prevé proyectos “faraónicos” en infraestructuras.
“Queremos que Italia haga ´bella figura´, que triunfe, y no que haga ´bruta figura´, que fracase”, señaló Enrique Barón en nombre de los socialistas, aunque añadió que “cuando oímos hablar de Europa a Ciampi nos sentimos satisfechos, pero a Berlusconi nos preocupa”.

El popular italiano Jas Gawronski salió en defensa de Berlusconi y opinó que “después de estas voces estridentes, triunfará su capacidad de imprimir aceleración a la UE”.

El presidente del Grupo Popular Europeo, Hans-Gert Poettering, rogó a todos los grupos que “independientemente del color político, los debates a nivel interno no influyan a nivel europeo”, y mostró su apoyo a la presidencia italiana.

En la misma línea, Gerardo Galeote, presidente de la delegación popular española en la Cámara, abogó por “superar las discrepancias ideológicas en favor de intereses comunes”.
En nombre de la Comisión Europea, su presidente, Romano Prodi, dijo que “la presidencia italiana se abre en un periodo crucial de la vida europea, cuando se tienen que revisar tratados”.
Resaltó la “voluntad de cooperación entre todas las instituciones comunitarias y de nuestros gobiernos, aunque para ello se necesite visiones y convicción”.
“Italia desde el principio ha desarrollado un papel de gran importancia. Esperamos con gran confianza que Italia siga sin dudas y vacilaciones por esa vía”, agregó.

Silvio Berlusconi, tras agradecer las intervenciones de los miembros del PPE, dijo que no le dan miedo las críticas porque ya está “muy acostumbrado”.
“A los adversarios les digo con una sonrisa que no hagan una tragedia de esta presidencia porque seis meses pasan enseguida”, ironizó el primer ministro italiano.

Posteriormente se produjo un cruce de acusaciones con el diputado socialista alemán Martin Shulz, al que le propuso un papel como “capo” de los campos de concentración en una película que ahora se rueda en Italia, tras comparar el diputado al ministro Umberto Bossi con el político ultraderechista austríaco Joerg Haider.

Después de la intervención del presidente de la Eurocámara para pedir “calma y reflexión”, Shulz señaló que “el profundo respeto que tengo por las víctimas del nazismo y del fascismo me prohíben siquiera entrar en las alusiones ofensivas de que he sido objeto y que deshonran a quien las ha proferido”.
Berlusconi le respondió que se trataba de “una afirmación irónica”, y que no era su problema si no lo sabían entender.

El jefe del Gobierno italiano presentó las prioridades del semestre de su presidencia, que comenzó oficialmente ayer lunes, después de que varios eurodiputados levantasen pancartas en las que se podía leer en italiano, francés e inglés “La ley igual para todos”.

Los objetivos de la presidencia semestral que presentó están centrados en cinco aspectos: la Conferencia Intergubernamental (CIG), el impulso económico, la ampliación interna de la Unión y las relaciones con los países vecinos, las relaciones exteriores, y la política de seguridad e inmigración.

Estos objetivos no fueron suficientes para evitar las críticas que se sucedieron, una tras otra, muchas de ellas en boca de eurodiputados italianos.

El diputado Armando Cossutta (Izquierda Europea) recordó que Berlusconi “es el hombre más rico de Italia, en permanente conflicto con la justicia”, lo que a su juicio augura que su presidencia “será un fiasco” al tratarse de “la peor derecha de Europa”.

La socialista Pasqualina Napoletano definió la Italia actual como “represiva y autoritaria”, mientras que Fausto Bertinotti subrayó que “muchos están en contra de su figura”, y el liberal Di Pietro señaló que siente “vergüenza” de que Berlusconi presida la UE.

Estas críticas demuestran para el socialista austríaco Johannes Swoboda que “nunca antes ha sido tan criticada otra presidencia, y el español Camilo Nogueira le aseguró que “en Italia le concedieron una tregua que aquí no tendrá”.

Los portavoces de los grupos parlamentarios moderaron sus discursos, exceptuando a la verde Monica Frassoni.
Frassoni dijo al primer ministro italiano que “la desconfianza acompaña su llegada a la UE”, debido a que no respeta el pluralismo de los medios de comunicación, incumple las directivas medioambientales y prevé proyectos “faraónicos” en infraestructuras.
“Queremos que Italia haga ´bella figura´, que triunfe, y no que haga ´bruta figura´, que fracase”, señaló Enrique Barón en nombre de los socialistas, aunque añadió que “cuando oímos hablar de Europa a Ciampi nos sentimos satisfechos, pero a Berlusconi nos preocupa”.

El popular italiano Jas Gawronski salió en defensa de Berlusconi y opinó que “después de estas voces estridentes, triunfará su capacidad de imprimir aceleración a la UE”.

El presidente del Grupo Popular Europeo, Hans-Gert Poettering, rogó a todos los grupos que “independientemente del color político, los debates a nivel interno no influyan a nivel europeo”, y mostró su apoyo a la presidencia italiana.

En la misma línea, Gerardo Galeote, presidente de la delegación popular española en la Cámara, abogó por “superar las discrepancias ideológicas en favor de intereses comunes”.
En nombre de la Comisión Europea, su presidente, Romano Prodi, dijo que “la presidencia italiana se abre en un periodo crucial de la vida europea, cuando se tienen que revisar tratados”.
Resaltó la “voluntad de cooperación entre todas las instituciones comunitarias y de nuestros gobiernos, aunque para ello se necesite visiones y convicción”.
“Italia desde el principio ha desarrollado un papel de gran importancia. Esperamos con gran confianza que Italia siga sin dudas y vacilaciones por esa vía”, agregó.

Silvio Berlusconi, tras agradecer las intervenciones de los miembros del PPE, dijo que no le dan miedo las críticas porque ya está “muy acostumbrado”.
“A los adversarios les digo con una sonrisa que no hagan una tragedia de esta presidencia porque seis meses pasan enseguida”, ironizó el primer ministro italiano.

Posteriormente se produjo un cruce de acusaciones con el diputado socialista alemán Martin Shulz, al que le propuso un papel como “capo” de los campos de concentración en una película que ahora se rueda en Italia, tras comparar el diputado al ministro Umberto Bossi con el político ultraderechista austríaco Joerg Haider.

Después de la intervención del presidente de la Eurocámara para pedir “calma y reflexión”, Shulz señaló que “el profundo respeto que tengo por las víctimas del nazismo y del fascismo me prohíben siquiera entrar en las alusiones ofensivas de que he sido objeto y que deshonran a quien las ha proferido”.
Berlusconi le respondió que se trataba de “una afirmación irónica”, y que no era su problema si no lo sabían entender.

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