Bangkok: sexo fácil, violencia e inestabilidad política

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Meca de escritores y turistas, en la capital de Tailandia –Siam en tiempos de Józef Korzenowski (a) Conrad- no hay diferencias entre día y noche. Continuas manifestaciones recorren la ciudad dando palos o cócteles Molotov. La policía no da abasto.

<p>Se multiplican los campamentos de protesta ante edificios p&uacute;blicos, palacio real inclusive. Inaugurado en 2006, el aeropuerto de mejor tecnolog&iacute;a en Asia sudoriental lleva un nombre tan pretencioso como ir&oacute;nico a la luz de tanta violencia social: &ldquo;Suvarnabhumi&rdquo;. Es decir, &ldquo;pa&iacute;s de oro&rdquo;.</p>
<p>Las aspiraciones fara&oacute;nicas de Bangkok no tardaron en generar una megal&oacute;polis de diez millones, donde mitos fundacionales se conviertes en realidades tercermundistas. Bangkok no ser&aacute; una tierra &aacute;urea, pero s&iacute; el nodo mundial del sexo f&aacute;cil para varones donde las mujeres no cuentan, salvo para prostituirlas &ndash;como a los chicos- antes de cumplir diez a&ntilde;os.</p>
<p>Siam era un territorio de leyenda, todav&iacute;a, cuando Conrad le dedic&oacute; &ldquo;Compa&ntilde;ero secreto&rdquo; en 1909. Pero la loca mutaci&oacute;n asomaba en &ldquo;El honorable acad&eacute;mico&rdquo; (John Le Carr&eacute;, 1977) y llega al paroxismo en &ldquo;Plataforma&rdquo; de Michel Houellebecq (2001).</p>
<p>Los dos &uacute;ltimas aluden a las &ldquo;noches insomnes&rdquo; y la casi total ausencia de inhibiciones. La web a&ntilde;ade su dosis de exhibicionismo e im&aacute;genes sin l&iacute;mites. En la nueva Babilonia, Manuel V&aacute;zquez Montalb&aacute;n ambienta &ldquo;Los p&aacute;jaros de Bangkok&rdquo;&nbsp; (1983) y ah&iacute;&nbsp; muere en 2003, en un gesto de justicia po&eacute;tica que Pepe Carvalho no hab&iacute;a previsto veinte a&ntilde;os antes.</p>
<p>La pol&iacute;tica local no es menos surrealistas. Thaksin Shinawatra &ndash;electo por vez primera en 2001- aporta rasgos de populismo en ropaje budista (hinayana, claro). En la capital, lo ven como &ldquo;hombre de Chiang Mai&rdquo;, su ciudad natal, enemiga de los fastos capitalinos. D&iacute;as atr&aacute;s, el otra vez ex primer ministro march&oacute; de nuevo al exilio, de donde quiz&aacute; retorno. Hay un rey que se llama Bhumibhol, pero parece un fantasma ni siquiera tan sacro como los elefantes blancos.&nbsp; <br />
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