Si se compara la agenda prometida por el Presidente Trump en su campaña electoral con lo hecho hasta aquí, se siente alivio, por ahora. Se ha moderado la hostilidad hacia tres protagonistas claves de la globalización: el comercio, la inmigración y las inversiones – (dicho esto sin olvidar que, en lo comercial, hemos sido uno de los países más afectados, con la imposición de aranceles superiores al 70% (sic) al biodiesel).
También se negocia hace tiempo una difícil reformulación del NAFTA. En un marco más amplio, pese a la “amable” gira asiática de Trump, quedó ratificado el retiro de los EE.UU. del importante Acuerdo de Asociación Transpacífico, integrado ahora por 11 naciones, entre ellas tres de nuestra región: Chile, México y Perú, según consigna Juan J. Llach, en el último informe mensual del Ãrea de Economía del IAE Business School.
En el plano interno, fracasa por ahora el intento de cambiar el plan de salud de Obama y no se lanzó el anunciado plan de infraestructura, con su alto impacto potencial en la demanda de trabajo…y en la inflación. Sí avanza, aunque licuada, la propuesta de bajar impuestos para las empresas y para los más pudientes, tratando de que no aumente el déficit más de 1% del PIB por año, pero parece haberse dejado de lado el insólito y muy proteccionista impuesto al flujo de fondos.
Lo dicho hasta aquí es provisorio, porque Trump sigue siendo imprevisible.
Tampoco se concretaron las catástrofes pronosticadas desde el pensamiento económico predominante, que veía inminentes y sustanciales subas de tasas de interés, apreciación del dólar, bajas bursátiles, caída de los commodities y fuga de capitales desde los países emergentes a los EEUU.
Principal exponente de esta visión fue el premio Nobel de Economía Paul Krugman que, en una nota en The NewYork Times al día siguiente de la elección de Trump, pronosticaba nada menos que una recesión global sin solución a la vista. No sólo fracasó estrepitosamente ese pronóstico, sino que cuatro meses después, el auge global sincronizado fue nota de tapa de The Economist. Siempre es difícil pronosticar en ciencias sociales, pero mucho más cuando se confunden los deseos con la realidad.
Ascenso en el precio de commodities
En cuanto a los mercados en el mismo lapso, si bien en el último par de meses hubo una pequeña revancha para los pesimistas -rebote de las tasas y una leve apreciación del dólar- en el último año acertó la lectura “disidente”, a la que este informe otorgó desde un principio mayor probabilidad: depreciación del dólar, suba de los commodities y, sobre todo, grandes alzas bursátiles pese a muy moderadas subas de los rendimientos de los bonos del Tesoro.
Cierto, los granos no participaron del ágape, pero no por razones macroeconómicas, sino porque su producción crece incesantemente al 2% anual, por encima de la población mundial que aumenta al 1,3% anual. Quizás curiosamente, los tres activos que más crecieron en el último año fueron la Bolsa de la Argentina, la de Japón y el cobre, seguido éste de cerca por el petróleo. Y las que más cayeron fueron el peso argentino, el yen y el peso mexicano. El riesgo de los países emergentes (EMBI) se mantuvo constante, pese a que el rendimiento del bono del Tesoro de los EEUU a 10 años subió de 1,86 a 2,33%.
No es fácil conjeturar qué ocurrirá de aquí en más. La principal variable a seguir es la inflación en los EEUU. Si ella se ubica por encima del 2% anual durante dos o tres meses consecutivos, puede acelerarse la suba de las tasas de interés norteamericanas. Se habían pronosticado tres aumentos en 2017 y hasta ahora han ocurrido dos, llevando sus límites máximos del 0.75% al 1.25%. Aunque no hay que descartar que Yellen intente despedirse con otro cuarto de punto de aumento, esto no parece muy probable porque la tasa de inflación que más sigue la Reserva Federal, que es la de los gastos de consumo personal, se encuentra actualmente en 1,6% y es sólo 1,4% en su versión núcleo, que descarta los movimientos estacionales.
El sucesor de Yellen, Jerome Powell, fue nombrado miembro de la Fed por el Presidente Obama en 2011. Al igual que Yellen, es considerado “paloma” en su enfoque de política monetaria, y siempre votó igual que ella.
Mientras tanto, el crecimiento sincronizado de la economía global no está exento de riesgos. Por un lado, de naturaleza geopolítica, tanto por las amenazas y realidades de Corea del Norte y del terrorismo islámico, como por los filosos conflictos en curso en Medio Oriente.
Los riesgos económicos surgen de la combinación entre el riesgo de burbujas y la posible aceleración del aumento de tasas si sube la inflación. En el caso de las acciones en los EEUU se observan valuaciones muy altas en la comparación histórica. En la medida que los aumentos de tasas y las correcciones de los mercados de activos sean graduales, será posible la continuidad del crecimiento global. Esto requiere que el aumento de la inflación también sea gradual. Ese es el escenario más probable y por ello la Argentina podrá dar continuidad a su estrategia gradualista.