Según estimaciones preliminares difundidas por el Indec –que incluyen planes de empleo, o sea subsidios-, la desocupación retrocedió a casi 14,5% a fines de noviembre, contra 17,8% en diciembre último (o sea, en un año). Descontando esos planes, la cifra pasa a 18,5%.
Los números privados carecen de mayor sustento y, en todo caso, se acercan a los públicos. Pero lo que ninguna fuente explica con claridad es por qué la canasta familiar avanza casi 6,2% en el año, con dos rubros fuera de control: lácteos y fiambres (27,9%), bebidas (15,2%).
El caso lácteo refleja la proliferación de leches y derivados que sobresegmentan el mercado e implican elevados gastos en publicidad y marketing. Como ocurre con el jabón en polvo, esos costos se transfieren directamente al consumidor. De ahí que la canasta haya aumentado el doble de la inflación (3%).
En cuanto a bebidas, su alza sería menos pronunciada si se tuviesen en cuenta segundas y terceras marcas. Al margen –pues es un mercado relativamente chico-, aparecen los precios en locales de comidas rápidas (algunos aumentaron hasta 30% en cuatro meses) y restaurantes, con casi 20% en igual lapso.
Estos rubros son hoy más caros porque la afluencia de turistas -para quienes los valores en dólares son atractivos- tienta al negocio. Los restaurantes aprovechan el turismo europeo y norteamericano. Los “fast food”, el turismo latinoamericano, proveniente de países donde una pequeña clase media imita la dieta estadounidense y paga por un “combo” hasta 75% más que en Buenos Aires.
Los datos sintetizados arriba provienen de una amplia investigación de mercados, hecha para clientes uruguayos por una firma internacional. Naturalmente, ni el Indec ni las habituales usinas privadas de cifras parecen reparar en estos fenómenos.
Según estimaciones preliminares difundidas por el Indec –que incluyen planes de empleo, o sea subsidios-, la desocupación retrocedió a casi 14,5% a fines de noviembre, contra 17,8% en diciembre último (o sea, en un año). Descontando esos planes, la cifra pasa a 18,5%.
Los números privados carecen de mayor sustento y, en todo caso, se acercan a los públicos. Pero lo que ninguna fuente explica con claridad es por qué la canasta familiar avanza casi 6,2% en el año, con dos rubros fuera de control: lácteos y fiambres (27,9%), bebidas (15,2%).
El caso lácteo refleja la proliferación de leches y derivados que sobresegmentan el mercado e implican elevados gastos en publicidad y marketing. Como ocurre con el jabón en polvo, esos costos se transfieren directamente al consumidor. De ahí que la canasta haya aumentado el doble de la inflación (3%).
En cuanto a bebidas, su alza sería menos pronunciada si se tuviesen en cuenta segundas y terceras marcas. Al margen –pues es un mercado relativamente chico-, aparecen los precios en locales de comidas rápidas (algunos aumentaron hasta 30% en cuatro meses) y restaurantes, con casi 20% en igual lapso.
Estos rubros son hoy más caros porque la afluencia de turistas -para quienes los valores en dólares son atractivos- tienta al negocio. Los restaurantes aprovechan el turismo europeo y norteamericano. Los “fast food”, el turismo latinoamericano, proveniente de países donde una pequeña clase media imita la dieta estadounidense y paga por un “combo” hasta 75% más que en Buenos Aires.
Los datos sintetizados arriba provienen de una amplia investigación de mercados, hecha para clientes uruguayos por una firma internacional. Naturalmente, ni el Indec ni las habituales usinas privadas de cifras parecen reparar en estos fenómenos.