Argentina no está entre los desvelos del FMI y otras entidades

Los temas claves para el Fondo Monetario, el Banco Mundial o el Grupo de los 7 son petróleo, estancamiento en Japón y la Eurozona o déficit en EE.UU. Más tarde, vendrán las crisis automotriz y aerocomercial. Argentina no es prioridad.

29 abril, 2005

Tangencialmente, es posible que –si siguen cayendo gobiernos constitucionales- el espinel internacional se ocupe del África subsahariana y Sudamérica. Sólo que, en casos como Venezuela, será Washington quien crear inestabilidad política o militar, así con sus déficit combinados pertuban las finanzas de todo el mundo.

Por ahora, el asunto caliente son los hidrocarburos. Aunque los crudos hayan cedido algo esta semana, de nuevo rumbo a US$ 50 el barril WTI –precio que se consideraba imposible hace menos de un año-, los niveles siguen 70% superiores a valores constantes que en 2003. Por supuesto, eso no es nada ante el salto de 185% en 1973/5 o el de 158% en 1978/81. De hecho, el último pico de entonces, US$ 37, equivaldría a 113 de ahora, por la depreciación del dólar.

Sea como fuere, el FMI causó sensación, a principios de abril, al sugerir que “el mundo debe acostumbrarse a permanentes cimbronazos petroleros”. Merced a la firme demanda y restricciones de oferta –sostiene el ente- los precios serán substancialmente más altos en términos reales que durante los 90. Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europea, definió los precios de crudos como “desagradable riesgo” para el crecimiento de las economías centrales (este ex procesado no suele tener en cuenta países periféricos o en desarrollo). En comentarios con reminiscencias setentistas, recomendó a “los consumidores conertirse en ahorradores de combustibles”.

Esas declaraciones no soprendieron, dadas las sacudidas que sufre la Eurozona. El desempleo en el área promedia 8,9%, pero pasa de 10% en Alemania, Francia y España. En el último informe semestral sobre perspectivas, el FMI –como otros antes- redujo pronósticos sobre el PBI de la Eurozona de 1,9 a 1,6%. Pero Alemania ya espera apenas 0,7%. Japón, el otro eslabón flojo, vaciló a mediados de 2004 y aún no recobra impulso. Las cotizaciones petroleras no ayudan.

Aun en Estados Unidos, donde hay cierta expansión –no llega a las miticas cumbres imaginadas por Allan Greenspan, la Casa Blanca, Wall Street o ciertos analistas de mercado-, surgen síntomas de desaceleración y el petróleo desvela. Con la recreación de puestos laborales rozando apenas 100.000 por mes, las estadísticas de marzo fueron muy inferiores a las auguradas. A su vez, las ventas minoristas subieron apenas 0,3% respecto de febrero y las de bienes durables de desmoronaron 2%.

Por culpa de los hidrocarburos, el FMI estima que el crecimiento global en 2005 será ochenta a cien puntos básicos menor que el año pasado. Casi un tercio de la contracción deriva del petróleo caro. Lo más inquietante es que el efecto de esos precios no es lineal: más allá de cierto punto –que nadie conoce bien-, el impacto tiende a subir geométricamente.

Otros frentes no son menos problemáticos. Según recientes estadísticas, el déficit mensual en el comercio exterior norteamericano alcanzó en febrero el récord de US$ 61.000 millones. En marzo, el petroleo puede haber ampliado la cifra, si bien el mes anterior pesaron importaciones de otro tipo. Braddock Setter, ex funcionario de Hacienda y hoy analista económico, calcula que, si las importaciones no petroleras continúan al mismo ritmo y los hidrocarburos se mantienen sobre US$ 50 el barril, el déficit comercial anual llegará a US$ 800.000 millones hacia fines de 2005.

Sin embargo, Greenspan, Benjamin Bernanke y otros siguen optimistas respecto del doble déficit –comercio, pagos externos- y su significado real. Por supuesto, no se divisan horizontes apocalípticos (crac del dólar, abrupto aterrizaje de la economía estadounidense, crudos a US$ 100 el barril). Así sostienen los adictos a la sapiencia convencional pero, se sabe, casi nunca son buenos arúspices. En ese comntexto, el canje argentino, las veleidades bolivarianas de Hugo Chávez o los desecuentros de Néstor Kirchner con un sector de la burocacia eclesiástica de rito romano y sus operadores están a años luz de los temas que quietan sueño al gran mundo. Pese a la inventiva de opinadores y medios.

Tangencialmente, es posible que –si siguen cayendo gobiernos constitucionales- el espinel internacional se ocupe del África subsahariana y Sudamérica. Sólo que, en casos como Venezuela, será Washington quien crear inestabilidad política o militar, así con sus déficit combinados pertuban las finanzas de todo el mundo.

Por ahora, el asunto caliente son los hidrocarburos. Aunque los crudos hayan cedido algo esta semana, de nuevo rumbo a US$ 50 el barril WTI –precio que se consideraba imposible hace menos de un año-, los niveles siguen 70% superiores a valores constantes que en 2003. Por supuesto, eso no es nada ante el salto de 185% en 1973/5 o el de 158% en 1978/81. De hecho, el último pico de entonces, US$ 37, equivaldría a 113 de ahora, por la depreciación del dólar.

Sea como fuere, el FMI causó sensación, a principios de abril, al sugerir que “el mundo debe acostumbrarse a permanentes cimbronazos petroleros”. Merced a la firme demanda y restricciones de oferta –sostiene el ente- los precios serán substancialmente más altos en términos reales que durante los 90. Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europea, definió los precios de crudos como “desagradable riesgo” para el crecimiento de las economías centrales (este ex procesado no suele tener en cuenta países periféricos o en desarrollo). En comentarios con reminiscencias setentistas, recomendó a “los consumidores conertirse en ahorradores de combustibles”.

Esas declaraciones no soprendieron, dadas las sacudidas que sufre la Eurozona. El desempleo en el área promedia 8,9%, pero pasa de 10% en Alemania, Francia y España. En el último informe semestral sobre perspectivas, el FMI –como otros antes- redujo pronósticos sobre el PBI de la Eurozona de 1,9 a 1,6%. Pero Alemania ya espera apenas 0,7%. Japón, el otro eslabón flojo, vaciló a mediados de 2004 y aún no recobra impulso. Las cotizaciones petroleras no ayudan.

Aun en Estados Unidos, donde hay cierta expansión –no llega a las miticas cumbres imaginadas por Allan Greenspan, la Casa Blanca, Wall Street o ciertos analistas de mercado-, surgen síntomas de desaceleración y el petróleo desvela. Con la recreación de puestos laborales rozando apenas 100.000 por mes, las estadísticas de marzo fueron muy inferiores a las auguradas. A su vez, las ventas minoristas subieron apenas 0,3% respecto de febrero y las de bienes durables de desmoronaron 2%.

Por culpa de los hidrocarburos, el FMI estima que el crecimiento global en 2005 será ochenta a cien puntos básicos menor que el año pasado. Casi un tercio de la contracción deriva del petróleo caro. Lo más inquietante es que el efecto de esos precios no es lineal: más allá de cierto punto –que nadie conoce bien-, el impacto tiende a subir geométricamente.

Otros frentes no son menos problemáticos. Según recientes estadísticas, el déficit mensual en el comercio exterior norteamericano alcanzó en febrero el récord de US$ 61.000 millones. En marzo, el petroleo puede haber ampliado la cifra, si bien el mes anterior pesaron importaciones de otro tipo. Braddock Setter, ex funcionario de Hacienda y hoy analista económico, calcula que, si las importaciones no petroleras continúan al mismo ritmo y los hidrocarburos se mantienen sobre US$ 50 el barril, el déficit comercial anual llegará a US$ 800.000 millones hacia fines de 2005.

Sin embargo, Greenspan, Benjamin Bernanke y otros siguen optimistas respecto del doble déficit –comercio, pagos externos- y su significado real. Por supuesto, no se divisan horizontes apocalípticos (crac del dólar, abrupto aterrizaje de la economía estadounidense, crudos a US$ 100 el barril). Así sostienen los adictos a la sapiencia convencional pero, se sabe, casi nunca son buenos arúspices. En ese comntexto, el canje argentino, las veleidades bolivarianas de Hugo Chávez o los desecuentros de Néstor Kirchner con un sector de la burocacia eclesiástica de rito romano y sus operadores están a años luz de los temas que quietan sueño al gran mundo. Pese a la inventiva de opinadores y medios.

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