“No vamos por ese camino. Es hora de lidiar con los problemas de Estados Unidos. ¿Cómo se puede elevar el techo de deuda y no hacer nada con los problemas que subyacen?”, explicó el líder de la mayoría republicana en la Cámara Baja al canal de televisión ABC, citado por la agencia de noticias Europa Press.
El próximo 17 de octubre vence el plazo legal del Congreso para elevar la capacidad de endeudamiento externo del Estado norteamericano y, si los republicanos no aprueban un nuevo tope, la primera potencia económica mundial no podrá cumplir con sus compromisos financieros internacionales y entrará en default.
Boehner fue categórico, aún después que Estados Unidos transitaba el sexto día de “cierre parcial” del gobierno federal, producto de un nuevo enfrentamiento entre la oposición republicana y el oficialismo demócrata.
Mientras que los republicanos sostienen que la disputa se centra en la negativa de la Casa Blanca a ajustar el gasto público, el presidente Barack Obama acusó a la oposición de bloquear la aprobación del presupuesto como represalia a la entrada en vigencia de la reforma del sistema de salud.
Durante la entrevista con ABC, Boehner adelantó que “no hubo cambios” entre los congresistas republicanos que rechazan aprobar el proyecto de presupuesto que ya tiene media sanción y goza del apoyo de la Casa Blanca.
La Cámara Baja, controlada por los republicanos, hasta el momento sólo aprobó un proyecto de presupuesto que condiciona la reactivación de los servicios no esenciales del gobierno federal y la vuelta al trabajo de más de 800.000 empleados públicos a la postergación de la reforma de salud al menos un año.
La confrontación en el Capitolio dejó a la Casa Blanca sin fondos para mantener abiertos los servicios considerados como no esenciales, que incluye a gran parte de la burocracia estatal.
Amenaza republicana: bajan gasto o default
El presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, advirtió que “de ningún modo” los republicanos aceptarán aumentar el techo de deuda del país en diez días, a menos que la Casa Blanca acepte controlar el gasto público.