Alfonsín juega sus cartas

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El jefe radical mantiene una relación frecuente con Eduardo Duhalde y canales abiertos de comunicación con Hugo Moyano.

El experimentado líder político no se privó de criticar la política del fondo Monetario Internacional y censuró a los sectores neoliberales que con su presión sobre el gobierno podrían conducir al “país al desastre”. Algunos observadores creyeron percibir en estas palabras, así como en algunas expresiones de Terragno en el Senado, una velada alusión al papel desempeñado durante la crisis por Santibañes, quien por momentos puso en dificultades al ministro de Economía, al que el Presidente debió salir a defender con vehemencia.

También, al término de una reunión del Comité Nacional del radicalismo, convocó a un diálogo, del que excluyó solamente a los extremismos de izquierda y de derecha, para convenir acciones futuras.

Precisamente en busca de ese consenso se viene moviendo en reiteradas reuniones con Eduardo Duhalde, en una suerte de revitalización del Pacto de Olivos, expurgado de los requisitos reelecionistas que impusiera Carlos Saúl Menem. Ambos intentan crear las condiciones para gestar un acuerdo de gobernabilidad y de cooperación que resguarde los interés específicos de cada parte, pero que permita encarar una política de Estado para superar la crisis.

Se trataría de crear una red de protección del sistema democrático, con todas las corrientes que adhieran a ese propósito, a las que se unirían otros sectores que cuestionan la política que aplican a los países en desarrollo los centros financieros internacionales.

Duhalde propuso reunir un millón de firmas en las calles del país para apoyar el pedido de que se atempere el peso que el pago de la deuda externa supone para la Argentina. Ambos mantienen abiertos canales de comunicación con el titular de la CGT disidente, Hugo Moyano.

El experimentado líder político no se privó de criticar la política del fondo Monetario Internacional y censuró a los sectores neoliberales que con su presión sobre el gobierno podrían conducir al “país al desastre”. Algunos observadores creyeron percibir en estas palabras, así como en algunas expresiones de Terragno en el Senado, una velada alusión al papel desempeñado durante la crisis por Santibañes, quien por momentos puso en dificultades al ministro de Economía, al que el Presidente debió salir a defender con vehemencia.

También, al término de una reunión del Comité Nacional del radicalismo, convocó a un diálogo, del que excluyó solamente a los extremismos de izquierda y de derecha, para convenir acciones futuras.

Precisamente en busca de ese consenso se viene moviendo en reiteradas reuniones con Eduardo Duhalde, en una suerte de revitalización del Pacto de Olivos, expurgado de los requisitos reelecionistas que impusiera Carlos Saúl Menem. Ambos intentan crear las condiciones para gestar un acuerdo de gobernabilidad y de cooperación que resguarde los interés específicos de cada parte, pero que permita encarar una política de Estado para superar la crisis.

Se trataría de crear una red de protección del sistema democrático, con todas las corrientes que adhieran a ese propósito, a las que se unirían otros sectores que cuestionan la política que aplican a los países en desarrollo los centros financieros internacionales.

Duhalde propuso reunir un millón de firmas en las calles del país para apoyar el pedido de que se atempere el peso que el pago de la deuda externa supone para la Argentina. Ambos mantienen abiertos canales de comunicación con el titular de la CGT disidente, Hugo Moyano.

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