Al Taqwa, clave financiera de Al Qaeda y sus células

“La nueva guerra santa de Al Qa’eda y su red contra Saudiarabia y la coalición cuenta con dinero de sobra. La banca Al Taqwa maneja ahora fondos del clan Saddam desde Suiza, Liechtenstein y Austria. También financia bombas móviles”.

21 noviembre, 2003

Así sostiene un “dossier” al cual han tenido acceso días atrás el “Financial Times” y otros medios europeos. En realidad, las denuncias originales contra Al Taqwa datan de 2001, pero fueron diluidas por la influencia de banqueros suizos ligados a la extrema derecha de su país y Austria.

Esta trama financiera también abarca el tráfico ilegal de armas (financieramente centrado en Liechtenstein). Sus instrumentos favoritos son la “empresa” de la familia al Kasar y la mafia búlgara, vinculada por la inteligencia turca a las “bombas móviles” (vehículos equipados para choques explosivos) en Estambul. En verdad, esta táctica asomó en Buenos Aires, con los atentados de 1991 y 1994 contra la embajada israelí y la AMIA.

Al momento de los ataques terroristas contra Manhattan y el Pentágono, también se habían detectado nexos entre esa banca y los talibán. “La cooperación policial y de los bancos centrales ha sido casi nula”, sostiene la actualización del “dossier”.

Por otra parte, los antiguos vínculos entre la aristocracia saudí, esos banqueros, el petróleo, el tráfico de armamentos y casi todos los servicios secretos de Levante –sin distinción de bandos- aseguraban complicidad y protección a quienes financian el terrorismo mayorista. No sólo el islámico, sino también ETA y otros grupos que han transformado la violencia en negocio. Ahora, la peor ofensiva coordinada que vive el mundo puede acabar con la virtual inmunidad del terrorismo mayorista.

Entretanto, el fundador y amo de Al Taqwa, Yusef Nada, vive tranquilamente en Lugano. Su mano derecha, Ajmed Idrís Nasruddín, lo acompaña en las listas negras de la CIA, el MI5 y el MI6. Pero Berna no toca su organización ni sus cuentas en Suiza. Tampoco muestra interés el Banco Central Europeo, dirigido por un francés que debió ser precipitadamente desprocesado para asumir el cargo.

Un informe paralelo de Naciones Unidos dice más o menos lo mismo sobre Al Taqwa. También identifica la clave de todas estas redes delictuosas: el principado de Liechtenstein, en realidad un feudo de las bancas hélveta y austríaca.

Hace poco, Nada, Nasruddín y Ghaleb Himmat –tercer ejecutivo de Al Taqwa- fueron implicados con Abdurrajmán Alamudí, “empresario” acusado en Estados Unidos por financiar sectores del extremismo musulmán. Curiosamente, tanto el FBI como las autoridades italianas no pudieron ubicar a ninguno de los tres banqueros mencionados arriba.

Así sostiene un “dossier” al cual han tenido acceso días atrás el “Financial Times” y otros medios europeos. En realidad, las denuncias originales contra Al Taqwa datan de 2001, pero fueron diluidas por la influencia de banqueros suizos ligados a la extrema derecha de su país y Austria.

Esta trama financiera también abarca el tráfico ilegal de armas (financieramente centrado en Liechtenstein). Sus instrumentos favoritos son la “empresa” de la familia al Kasar y la mafia búlgara, vinculada por la inteligencia turca a las “bombas móviles” (vehículos equipados para choques explosivos) en Estambul. En verdad, esta táctica asomó en Buenos Aires, con los atentados de 1991 y 1994 contra la embajada israelí y la AMIA.

Al momento de los ataques terroristas contra Manhattan y el Pentágono, también se habían detectado nexos entre esa banca y los talibán. “La cooperación policial y de los bancos centrales ha sido casi nula”, sostiene la actualización del “dossier”.

Por otra parte, los antiguos vínculos entre la aristocracia saudí, esos banqueros, el petróleo, el tráfico de armamentos y casi todos los servicios secretos de Levante –sin distinción de bandos- aseguraban complicidad y protección a quienes financian el terrorismo mayorista. No sólo el islámico, sino también ETA y otros grupos que han transformado la violencia en negocio. Ahora, la peor ofensiva coordinada que vive el mundo puede acabar con la virtual inmunidad del terrorismo mayorista.

Entretanto, el fundador y amo de Al Taqwa, Yusef Nada, vive tranquilamente en Lugano. Su mano derecha, Ajmed Idrís Nasruddín, lo acompaña en las listas negras de la CIA, el MI5 y el MI6. Pero Berna no toca su organización ni sus cuentas en Suiza. Tampoco muestra interés el Banco Central Europeo, dirigido por un francés que debió ser precipitadamente desprocesado para asumir el cargo.

Un informe paralelo de Naciones Unidos dice más o menos lo mismo sobre Al Taqwa. También identifica la clave de todas estas redes delictuosas: el principado de Liechtenstein, en realidad un feudo de las bancas hélveta y austríaca.

Hace poco, Nada, Nasruddín y Ghaleb Himmat –tercer ejecutivo de Al Taqwa- fueron implicados con Abdurrajmán Alamudí, “empresario” acusado en Estados Unidos por financiar sectores del extremismo musulmán. Curiosamente, tanto el FBI como las autoridades italianas no pudieron ubicar a ninguno de los tres banqueros mencionados arriba.

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