<p>En cuanto a destino de las asignaciones, el perfil es claro: US$ 288.000 millones en desgravaciones impositivas federales, 144.000 millones en estaduales/municipales, 111.000 millones a ciencia y tecnología, 81.000 millones en ayuda a gente despedida, 59.000 millones en salud, 53.000 millones en educación, 43.000 millones en energía y combustibles, más 8.000 millones a otros programas.</p>
<p>Por ejemplo, economistas sistémicos objetan que el sector financiero absorba bastante más (unos dos billones en 2009/11) que la economía física. Aluden a los costos para el contribuyente involucrados en el rescate bancos y otras entidades de todo tamaño.</p>
<p>Sea como fuere, Estados Unidos denota cautas señales de mejoría y un crecimiento superior al proyectado. En agosto, por ejemplo, la industria se expandió por vez primera en un año. Con matices de raíz ideológica, los analistas coinciden en que los estímulos surtirán el pico de efecto en el primer semestre de 2010.</p>
<p>Por de pronto, la exigua contracción (1% anual) del producto bruto interno en el segundo trimestre pudo haber rozado 3% de no haber sido por la intervención estatal. Goldman Sachs, por su parte, cree que –este trimestre- el PBI repuntará 3,3%</p>
<p>Pero esa muestra de praxis heterodoxa afronta un riesgo no extrapolado: la nueva globalización, cifrada en China, Brasil e India. Los sacudones de esta misma semana en bolsas y mercados de productos primarios hacen pensar que la iniciativa pasa de occidente a un grupo de países emergentes impulsado por la economía real, no por el espinel financiero.</p>
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Al fin, los estímulos parecen dar resultados en EE.UU.
El paquete de US$ 787.000 millones opera una lenta pero sostenida recuperación en la economía real, gasto familiar inclusive. Pero no existe coincidencia total entre analistas de Wall Street sobre efectos tomando sector por sector.