<p>La advertencia figura en un trabajo para los ministros económicos de Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia, Canadá, Holanda y Rusia. Sólo el primero y la última son grandes productores. Los restantes están en el G-20. </p>
<p>El documento fue preparado por Italia, a cargo de la presidencia de turno, y habla de “intervenciones inmediatas” para duplicar la oferta alimentaria de ahora a 2050. Pero cuarenta años es mucho esperar para una población que crece velozmente en economías periféricas y emergentes, no en las centrales. </p>
<p>Justamente, los gobiernos de este último grupo no parecen muy preocupados, su expansión vegetativa es baja o nula y, en vez de sobrepoblación, apuntan a envejecimiento. Un factor concomitante sí alarma a los redactores del informe y al G-8: el efecto invernadero vía contaminación por emisión de monóxido y dióxido de carbono. </p>
<p>Con cierto optimismo, el trabajo supone que “la crisis mutará en estructural recién en algunos decenios”. Varios organismos multilaterales afirman que ya es un problema estructural en parte del globo, debido a los vaivenes de precios en los mercados especulativos.</p>
<p>En realidad, el informe pone énfasis no en un colapso general de la red alimentaria, sino en una serie de crisis localizadas por geografía o tipos de productos primarios. De una forma u otra, “habrá severas consecuencias en los planos político, social y comercial. Eso incluye seguridad y estabilidad de mercados”.</p>
<p>En algunos días, los ministros agrícolas del G-8 se reunirán en Italia, salvo que el sismo de los Abruzzi obligue a mudarlo. Su origen es de por sí crítico, pues remite a hambrunas y disturbios desde Banglaseh e Indonesia a Haití y media África. En cuanto a precios, la reciente baja de 40/50% no ha sido suficiente y varios rubros siguen altos.<br />
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Ahora, al G-8 lo desvela el hambre en el mundo
Marginado por el Grupo de los 20, el G-8 (o sea, el G-7 más Rusia) sostiene que el planeta afronta una perpetua y desestabilizante crisis alimentaria. Es preciso doblar la producción agrícola. OK pero ¿cómo encarar el problema?