<p>La reciente reunión del viernes con 135 legisladores todavía fieles a Cristina Fernández (no necesariamente a su esposo) fue un gesto para hacer creer que la presidente no se siente derrotada. Pero, en verdad, parecía una operación para apuntalar a Miguel Picchetto (Río Negro), cuyas agresiones contra el vicepresidente Julio Cobos lo pusieron al borde de perder la jefatura de un bloque ya achicado.</p>
<p>A punto tal que, este fin de semana, se esperaba que fuese reemplazado por el santafecino Agustín Rossi, más conciliador. En el otro extremo del espectro, los radicales –particularmente los mendocinos- no saben qué hacer con Gerardo Morales. Mostrando tan poca cintura como la presidente, el jefe de la UCR ortodoxa censuró al vicepresidente por pedir que se levanten las duras sanciones a todos los radicales K. Algunos dirigentes del conurbano los llaman ahora “radicales C”, por Cobos.</p>
<p>En otro plano, el microcentro, algunos diplomáticos y parte de la dirigencia empresaria no rural tienen una impresión común: el paso al costado de Néstor K quizá se relacione con cambios paulatinos en el gabinete federal. Su jefe, Alberto Fernández, ya tiene redactada la dimisión. Otro ministro, Julio de Vido, resistirá un poco más, junto con los secretarios de comercio y transportes.</p>
<p>Mientras Daniel Scioli, que habla con Eduardo Duhalde busca enfriar el clima y toma distancia del matrimonio santacruceño, Aguirre llama a reflexionar a los K sensatos. Otro legislador, Armando Díaz Bancalari, admite que Néstor K. estaba equivocado. Por otro lado, no existe una oposición orgánica, el campo vuelve a dividirse (Federación Agraria tiene poco en común con Carbap o Sociedad Rural) y el justicialismo está dividido.<br />
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Adiós retenciones móviles. Ahora, se barajan cambios en el gabinete
Las alícuotas vuelven al valor del 10 de marzo. Pero los fundamentos suenan una proclama política y hacen temer que la presidente no admite haber perdido en el senado. Néstor Kirchner se llamó a silencio y Alberto Fernández pide cambios.
