<p>El fenómeno castiga a más de 27 millones de usuarios, victimizados por emisores de dinero plástico que van cerrando la canilla en Estados Unidos. A fin de abril, 59% de firmas pequeñas usaban tarjetas de crédito para financiar operaciones cotidianas, contra 44% a diciembre de 2008. Pero según estima la National Small Business Association, en 1993 esa proporción no subía de 16%.</p>
<p>El grupo significa hoy hasta 11% de ingresos para Visa y MasterCard, mientras no pasaba de 3% en 1998, de acuerdo con el informe Nilson sobre el segmentos. Entretanto, condiciones y costos de tarjetas han alcanzado niveles peores que leoninos a causa de la recesión. Además, en seis meses hasta abril 75% de pequeñas empresas usuarias ha sufrido drásticos cortes en los límites de endeudamiento.</p>
<p>Eso no sería tan malo si hubiese otras formas accesibles de crédito. Pero bancas y compañías emisoras –que se pasaban de generosas en los buenos tiempos- hoy le huyen a cualquier luz amarilla o roja. Como es habitual, los gerentes no quieren o no saben manejar riesgos.</p>
<p>Por supuesto, la gente es presionada por intereses crecientes y menor tolerancia a saldos deudores. Para peor, la pequeña empresa no está incluida en la reforma del sistema de tarjetas sancionada en mayo por Barack Obama. La ley limitará comisiones y tasas excesivas sobre saldos desde el 4 de enero próximo.</p>
<p>Ahora, una coalición bipartidaria de senadores trata de extender esa medida a las pequeñas empresas. Los bancos, claro, sostienen que las compañías de tarjetas no tienen más remedio que actuar como lo hacen, pues no atinan a buscar salidas imaginativas. La insolvencia entre firmas usuarias supera 12% de saldos, o sea dos puntos sobre los recargos. Kenneth Clayton, vicepresidente para tarjetas en la American Bankers’ Association, se opone a aplicar la nueva ley a pequeños negocios, “porque ello trabaría la gestión de riesgos”.</p>
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Vale decir, la ABA quiere aumentar los costos cuanto sea necesario, aunque acabe con un segmento de la economía, cuyo auge data de los años 90. Entonces, American Express ofreció la primera tarjeta dirigida a empresas chicas, Luego, en 2001, nació la audaz Advanta, orientada a clientes chicos.</p>
<p>En 2006, sus utilidades financieras saltaron 54% respecto de 2005 y su cartera pasaba el millón de clientes. A fin de 2007, la economía entró en picada y se terminó la bonanza de Advanta. Muchos de sus clientes y usuarios ya no pudieron pagar en término. <br />
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Adiós a las tarjetas para 27 millones de pequeñas firmas
Bancos y compañías que emitían tarjetas de crédito a empresas chicas aprietan fuerte a sus propios clientes. Al repercutir en el público, esto exacerba los problemas financieros creados por la recesión desde diciembre de 2007, que todavía no afloja.