Acuerdo con el FMI: la sangre no llegará al río

La oferta argentina es susceptible de ser mejorada sustancialmente, hasta llegar a una quita del 75%, pero sobre el valor presente neto, sin afectar de manera significativa los pagos por intereses en los primeros años pos reestructuración.

22 febrero, 2004

Basta para eso complementar la oferta con el pago de un anticipo en efectivo y
cambiar ligeramente las condiciones de los títulos, disminuyendo la quita
en el título con descuento y aumentando gradualmente la tasa de los bonos
par y cuasi-par. Hay margen para flexibilizar la propuesta, si así se desea
y da la impresión de haberse empezado a mover en esa dirección.

La reestructuración de la deuda externa y el próximo vencimiento
de una obligación con el FMI por algo más de US$ 3.000 millones
dominaron en las últimas semanas la escena económica. El gobierno
argentino, por un lado, y los acreedores externos (incluyendo a los organismos
internacionales), por otro, vienen intercambiando declaraciones públicas
de distinto tono, que van desde los pedidos de “buena fe”, hasta las
amenazas y reproches cruzados a ambos lados de la mesa de negociación.

En rigor de verdad, la ausencia de una negociación en funcionamiento
explica gran parte de la escalada verbal de la que estamos siendo testigos y
la confirmación de tres bancos como organizadores regionales de la reestructuración,
cabe esperar, podría ser el acto de “buena fe” que la comunidad
financiera internacional está reclamándole a la Argentina, como
puntapié inicial de la negociación.

La designación de Barclays Capital, UBS Investment Bank
y Merrill Lynch es el inicio de un camino a recorrer para acercar las
posiciones, hoy bastante alejadas, entre el gobierno argentino, que ofrece 25
centavos por dólar y los acreedores, que pretenden 65 centavos por dólar.
En realidad, la quita de 75% sobre el valor nominal de la deuda surge claramente
sólo en el discurso oficial, ya que si se observan las condiciones financieras
de los
títulos que se otorgarían en la reestructuración, algunos
de los cuales (como el par o el cuasi-par) ofrecen descuentos bastante menores,
hay que hacer supuestos poco creíbles para llegar al porcentaje que se
ha convertido casi en una bandera política del gobierno.

Tal vez será por esa razón que el término “nominal”
desapareció del discurso oficial, en el que sólo se menciona el
porcentaje, lo cual abre la puerta a la introducción de alguna flexibilidad
(otra muestra de “buena fe”) para negociar.
La oferta argentina es susceptible de ser mejorada sustancialmente, hasta llegar
a una quita de 75%, pero sobre el valor presente neto, sin afectar de manera
significativa los pagos por intereses que habría que realizar en los
primeros años pos reestructuración.

Basta para eso complementar la oferta con el pago de un anticipo en efectivo
y cambiar ligeramente las condiciones de los títulos, disminuyendo la
quita en el título con descuento y aumentando gradualmente la tasa de
los bonos par y cuasi-par. El pago en efectivo podría provenir, al menos
en parte, de algún préstamo de organismos internacionales, mientras
que las mejores condiciones de los títulos generarían una necesidad
de recursos fiscales que podrían obtenerse de alguna combinación
de tasas de crecimiento del PBI mayores que las proyectadas, de una mayor apreciación
del peso y/o de la transferencia del derecho de señorío que cobra
el BCRA.

En suma, el gobierno tiene algún margen para flexibilizar su propuesta,
si así lo desea y da la impresión de haber empezado a moverse
en esa dirección. Pero para llegar a esta instancia todavía le
queda un escollo importante, relacionado con la oportunidad de la aprobación
de la segunda revisión del programa con el FMI y el vencimiento del 9
de marzo, por US$ 3.120 millones.

El presidente Kirchner ya amenazó con no pagar el vencimiento con reservas
si no hay garantías de un desembolso del FMI en el futuro cercano y desde
el Fondo respondieron inicialmente que la segunda revisión no se trataría
en el directorio hasta que el pago se hiciera efectivo. Así las cosas,
todo parece indicar que en las próximas tres semanas asistiremos a continuos
cruces de amenazas y a rumores de todo tipo en relación con la posibilidad
de que la Argentina entre en “default” con el Fondo.

Es seguro que, tal como ha ocurrido antes, la sangre no llegará al río
y el gobierno y el FMI encontrarán la manera de que los plazos se cumplan
sin que ninguna de las dos partes quede desairada. Aún así, vale
la pena preguntarse acerca de las consecuencias de un eventual “default
con el Fondo en las actuales circunstancias.
La eventualidad de un “default” en esta coyuntura puede ser
más grave de lo usual, dado que sin duda sería interpretado como
un nuevo gesto de falta de “buena fe” y una señal de que el
país no está dispuesto a afrontar sus deudas.

Esto podría unificar una posición dura con la Argentina desde
el G-7 (hoy dividido en este sentido), y reduciría fuertemente las posibilidades
de continuar con la reestructuración de la deuda, dejando al país
aislado, al menos en relación con los países desarrollados. El
impacto interno de esta situación no sería evidente en el corto
plazo, sino que se haría sentir de manera gradual, inicialmente en el
mercado cambiario, a través de la fuga de capitales.

En el mediano plazo, este aislamiento le impediría al país obtener
financiamiento para la inversión, disminuyendo de esta forma la tasa
de crecimiento de largo plazo de la economía. Las consecuencias en términos
de estancamiento y agudización de la situación social podrían
ser bastante graves y el proyecto político del Presidente quedaría
seriamente debilitado, razón por la cual, más allá de alguna
pirotecnia verbal, el vencimiento se pagará en fecha, con las reservas
si es necesario.

Nivel de precios

En enero la caída del rubro Indumentaria (0,18%) fue compensada por
los aumentos en Esparcimiento (0,36%) y en Alimentos y Bebidas (0,13%), resultando
en un aumento del IPC de 0,4% respecto de diciembre.
Por su parte, el índice de precios mayoristas cayó 0,3% en relación
al mes anterior, debido principalmente a la baja en los precios de los productos
primarios, especialmente de Petróleo Crudo y Gas Natural (- 4,7%). Por
otra parte, continuó en diciembre la lenta recuperación del salario
real que, sin embargo, todavía está 16% por debajo de los niveles
previos a la devaluación.

Caída de depósitos

En la primer semana de febrero la caída de depósitos de las entidades
en el Banco Central ($ 1084 millones) no pudo ser compensada por el aumento
de la circulación monetaria ($ 954 millones), resultando en una disminución
de la base monetaria de $ 130 millones respecto de los valores de fines de enero.
A su vez, la base monetaria amplia también tuvo un retroceso de alrededor
de $ 130 millones, debido a que el rescate de cuasi monedas sólo fue
de $ 360 mil.

En lo que va de febrero el stock de depósitos del sector privado aumentó
en $882 millones respecto de los valores de enero, sobre todo debido a que el
aumento de los depósitos a la vista (2.6%) pudo contrarrestar la caída
de los depósitos a plazo fijo (0.6%). Por su parte, los depósitos
del sistema tuvieron un retroceso de $1248 millones con respecto a los niveles
de fines enero, como consecuencia de lo ocurrido con los depósitos del
sector público, que cayeron en $2155 millones (10.9%).

La intervención del Banco Central en el mercado de cambios, comprando
divisas al sector privado, alcanzó los US$ 20 millones diarios, contribuyendo
al aumento del nivel de reservas, que se encuentra 0,7% por encima de los valores
de fines de enero. Sigue el interés por las LEBAC y las NOBAC, lo que
permite, dada la oferta recibida, continuar con la reducción de las tasas
de corte. Se adjudicaron LEBACs en pesos por $228 millones, $50 millones en
LEBACs en pesos ajustables por CER y $57 millones en NOBACs en pesos ajustables
por CER.

El stock de préstamos al sector privado ha venido mostrando una recuperación
sostenida desde mediados de 2003, creciendo a una tasa promedio de 0,4% mensual.
Sin embargo, en enero y en lo que va de febrero dicha recuperación se
ha revertido, como consecuencia de una caída en el stock de préstamos
a titulares de tarjetas de crédito ($ 25 millones), personales ($ 23
millones) e hipotecarios y prendarios ($ 21 millones).

Por su parte, el stock de préstamos al sector público tuvo un
comportamiento opuesto, ya que los valores correspondientes a enero de 2004
se ubican 30,2% por debajo de los observados en junio de 2003. Durante los primeros
días de febrero de 2004, y en sintonía con lo que ha venido ocurriendo
hasta ahora, el stock de préstamos cayó un 0.9% respecto de los
valores de fines de enero. Como consecuencia, la caída del stock de préstamos
totales en la primer semana de febrero fue de $267 millones.

Basta para eso complementar la oferta con el pago de un anticipo en efectivo y
cambiar ligeramente las condiciones de los títulos, disminuyendo la quita
en el título con descuento y aumentando gradualmente la tasa de los bonos
par y cuasi-par. Hay margen para flexibilizar la propuesta, si así se desea
y da la impresión de haberse empezado a mover en esa dirección.

La reestructuración de la deuda externa y el próximo vencimiento
de una obligación con el FMI por algo más de US$ 3.000 millones
dominaron en las últimas semanas la escena económica. El gobierno
argentino, por un lado, y los acreedores externos (incluyendo a los organismos
internacionales), por otro, vienen intercambiando declaraciones públicas
de distinto tono, que van desde los pedidos de “buena fe”, hasta las
amenazas y reproches cruzados a ambos lados de la mesa de negociación.

En rigor de verdad, la ausencia de una negociación en funcionamiento
explica gran parte de la escalada verbal de la que estamos siendo testigos y
la confirmación de tres bancos como organizadores regionales de la reestructuración,
cabe esperar, podría ser el acto de “buena fe” que la comunidad
financiera internacional está reclamándole a la Argentina, como
puntapié inicial de la negociación.

La designación de Barclays Capital, UBS Investment Bank
y Merrill Lynch es el inicio de un camino a recorrer para acercar las
posiciones, hoy bastante alejadas, entre el gobierno argentino, que ofrece 25
centavos por dólar y los acreedores, que pretenden 65 centavos por dólar.
En realidad, la quita de 75% sobre el valor nominal de la deuda surge claramente
sólo en el discurso oficial, ya que si se observan las condiciones financieras
de los
títulos que se otorgarían en la reestructuración, algunos
de los cuales (como el par o el cuasi-par) ofrecen descuentos bastante menores,
hay que hacer supuestos poco creíbles para llegar al porcentaje que se
ha convertido casi en una bandera política del gobierno.

Tal vez será por esa razón que el término “nominal”
desapareció del discurso oficial, en el que sólo se menciona el
porcentaje, lo cual abre la puerta a la introducción de alguna flexibilidad
(otra muestra de “buena fe”) para negociar.
La oferta argentina es susceptible de ser mejorada sustancialmente, hasta llegar
a una quita de 75%, pero sobre el valor presente neto, sin afectar de manera
significativa los pagos por intereses que habría que realizar en los
primeros años pos reestructuración.

Basta para eso complementar la oferta con el pago de un anticipo en efectivo
y cambiar ligeramente las condiciones de los títulos, disminuyendo la
quita en el título con descuento y aumentando gradualmente la tasa de
los bonos par y cuasi-par. El pago en efectivo podría provenir, al menos
en parte, de algún préstamo de organismos internacionales, mientras
que las mejores condiciones de los títulos generarían una necesidad
de recursos fiscales que podrían obtenerse de alguna combinación
de tasas de crecimiento del PBI mayores que las proyectadas, de una mayor apreciación
del peso y/o de la transferencia del derecho de señorío que cobra
el BCRA.

En suma, el gobierno tiene algún margen para flexibilizar su propuesta,
si así lo desea y da la impresión de haber empezado a moverse
en esa dirección. Pero para llegar a esta instancia todavía le
queda un escollo importante, relacionado con la oportunidad de la aprobación
de la segunda revisión del programa con el FMI y el vencimiento del 9
de marzo, por US$ 3.120 millones.

El presidente Kirchner ya amenazó con no pagar el vencimiento con reservas
si no hay garantías de un desembolso del FMI en el futuro cercano y desde
el Fondo respondieron inicialmente que la segunda revisión no se trataría
en el directorio hasta que el pago se hiciera efectivo. Así las cosas,
todo parece indicar que en las próximas tres semanas asistiremos a continuos
cruces de amenazas y a rumores de todo tipo en relación con la posibilidad
de que la Argentina entre en “default” con el Fondo.

Es seguro que, tal como ha ocurrido antes, la sangre no llegará al río
y el gobierno y el FMI encontrarán la manera de que los plazos se cumplan
sin que ninguna de las dos partes quede desairada. Aún así, vale
la pena preguntarse acerca de las consecuencias de un eventual “default
con el Fondo en las actuales circunstancias.
La eventualidad de un “default” en esta coyuntura puede ser
más grave de lo usual, dado que sin duda sería interpretado como
un nuevo gesto de falta de “buena fe” y una señal de que el
país no está dispuesto a afrontar sus deudas.

Esto podría unificar una posición dura con la Argentina desde
el G-7 (hoy dividido en este sentido), y reduciría fuertemente las posibilidades
de continuar con la reestructuración de la deuda, dejando al país
aislado, al menos en relación con los países desarrollados. El
impacto interno de esta situación no sería evidente en el corto
plazo, sino que se haría sentir de manera gradual, inicialmente en el
mercado cambiario, a través de la fuga de capitales.

En el mediano plazo, este aislamiento le impediría al país obtener
financiamiento para la inversión, disminuyendo de esta forma la tasa
de crecimiento de largo plazo de la economía. Las consecuencias en términos
de estancamiento y agudización de la situación social podrían
ser bastante graves y el proyecto político del Presidente quedaría
seriamente debilitado, razón por la cual, más allá de alguna
pirotecnia verbal, el vencimiento se pagará en fecha, con las reservas
si es necesario.

Nivel de precios

En enero la caída del rubro Indumentaria (0,18%) fue compensada por
los aumentos en Esparcimiento (0,36%) y en Alimentos y Bebidas (0,13%), resultando
en un aumento del IPC de 0,4% respecto de diciembre.
Por su parte, el índice de precios mayoristas cayó 0,3% en relación
al mes anterior, debido principalmente a la baja en los precios de los productos
primarios, especialmente de Petróleo Crudo y Gas Natural (- 4,7%). Por
otra parte, continuó en diciembre la lenta recuperación del salario
real que, sin embargo, todavía está 16% por debajo de los niveles
previos a la devaluación.

Caída de depósitos

En la primer semana de febrero la caída de depósitos de las entidades
en el Banco Central ($ 1084 millones) no pudo ser compensada por el aumento
de la circulación monetaria ($ 954 millones), resultando en una disminución
de la base monetaria de $ 130 millones respecto de los valores de fines de enero.
A su vez, la base monetaria amplia también tuvo un retroceso de alrededor
de $ 130 millones, debido a que el rescate de cuasi monedas sólo fue
de $ 360 mil.

En lo que va de febrero el stock de depósitos del sector privado aumentó
en $882 millones respecto de los valores de enero, sobre todo debido a que el
aumento de los depósitos a la vista (2.6%) pudo contrarrestar la caída
de los depósitos a plazo fijo (0.6%). Por su parte, los depósitos
del sistema tuvieron un retroceso de $1248 millones con respecto a los niveles
de fines enero, como consecuencia de lo ocurrido con los depósitos del
sector público, que cayeron en $2155 millones (10.9%).

La intervención del Banco Central en el mercado de cambios, comprando
divisas al sector privado, alcanzó los US$ 20 millones diarios, contribuyendo
al aumento del nivel de reservas, que se encuentra 0,7% por encima de los valores
de fines de enero. Sigue el interés por las LEBAC y las NOBAC, lo que
permite, dada la oferta recibida, continuar con la reducción de las tasas
de corte. Se adjudicaron LEBACs en pesos por $228 millones, $50 millones en
LEBACs en pesos ajustables por CER y $57 millones en NOBACs en pesos ajustables
por CER.

El stock de préstamos al sector privado ha venido mostrando una recuperación
sostenida desde mediados de 2003, creciendo a una tasa promedio de 0,4% mensual.
Sin embargo, en enero y en lo que va de febrero dicha recuperación se
ha revertido, como consecuencia de una caída en el stock de préstamos
a titulares de tarjetas de crédito ($ 25 millones), personales ($ 23
millones) e hipotecarios y prendarios ($ 21 millones).

Por su parte, el stock de préstamos al sector público tuvo un
comportamiento opuesto, ya que los valores correspondientes a enero de 2004
se ubican 30,2% por debajo de los observados en junio de 2003. Durante los primeros
días de febrero de 2004, y en sintonía con lo que ha venido ocurriendo
hasta ahora, el stock de préstamos cayó un 0.9% respecto de los
valores de fines de enero. Como consecuencia, la caída del stock de préstamos
totales en la primer semana de febrero fue de $267 millones.

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