Tras lograr que la Organización Mundial de Comercio postergara hasta el miércoles 10 la ratificación de sanciones (impuestas el 10 de noviembre, teóricamente a partir del 1 de diciembre), Washington parece resuelto a evitar represalias en escala mundial. La adhesión japonesa al plazo de la OMC fue el factor decisivo.
Las estimaciones del monto exportable que esas sanciones le costarían a Estados Unidos van de US$ 3.000 a 4.000 millones anuales en ingresos fiscales. En apariencia, una cifra muy inferior a las importaciones. Tomando enero-octubre y según el American Iron & Steel Institute, el total sólo ha cedido a US$ 19.510 millones en 2002 a 15.320 millones este año (-US$ 418 millones, 21,4%).
Hace cuatro semanas, la OMC declaró ilegales los aranceles norteamericanos. Si no se dejasen sin efecto, el país sería objeto de represalias por parte de quince estados proveedores. Febriles negociaciones consiguieron, el viernes, que la entidad postergase diez días la fecha.
Los principales perjudicados tienen peso estratégico geopolítico o geoeconómico. Así, Canadá y México –primer y segundo exportadores, con US$ 4.190 y 1.278 millones en los diez primeros meses de 2003- forman parte del Tratado de Libre Comercio de América septentrional (TLC). Más atrás aparecen aliados claves como Surcorea (1.000 millones), Turquía (873 millones) o Japón (805 millones). También pesan China (US$ 537 millones), Brasil (433 millones) a India (374 millones). Argentina figura en noveno puesto, con US$ 319 millones.
Según el reglamento interno de la OMC si, para la medianoche del 10, EE.UU. no se ha allanado, desde el 15 se le aplicarán las sanciones. Anoche, el francés Pascal Lamy –a cargo de comercio en la Comisión Europea- señaló que Washington aún no daba indicios sobre cómo y cuándo suspenderá los gravámenes.
Tampoco la Casa Blanca quería tocar el tema. Pero gente de la siderurgia con buenos contactos estimaban que el presidente dejará sin efecto los recargos, aunque reservándose el derecho a reinstaurarlos por subsectores, si las importaciones empezaran a crecer más de lo prudente. Nadie cree que la suspensión sea retroactiva, pues ello implicaría restituir gravámenes ya pagados.
Hay un problema: este martes Bush se presenta ante sus votantes en Pittsbugh, Pensilvania, virtual capital siderúrgica del país. Probablemente esperará a después de esa visita de campaña electoral antes de anunciar lo que industriales y gremialistas tachan ya de “una capitulación” ante la OMC.
“Tampoco va a decirnos que eso es todo y ahora estamos librados a nuestra suerte. Esto no se arregla con un pavo al horno”. Así cree Wilbur Ross, presidente de International Steel Group. Más específico, Daniel DiMicco (Nucor Corporation) propone que “en adelante, los importadores de acero y derivados obtengan licencias para. Aparta, las estadísticas de importación debieran hacer públicas con no más de siete semanas de demora”.
Tras lograr que la Organización Mundial de Comercio postergara hasta el miércoles 10 la ratificación de sanciones (impuestas el 10 de noviembre, teóricamente a partir del 1 de diciembre), Washington parece resuelto a evitar represalias en escala mundial. La adhesión japonesa al plazo de la OMC fue el factor decisivo.
Las estimaciones del monto exportable que esas sanciones le costarían a Estados Unidos van de US$ 3.000 a 4.000 millones anuales en ingresos fiscales. En apariencia, una cifra muy inferior a las importaciones. Tomando enero-octubre y según el American Iron & Steel Institute, el total sólo ha cedido a US$ 19.510 millones en 2002 a 15.320 millones este año (-US$ 418 millones, 21,4%).
Hace cuatro semanas, la OMC declaró ilegales los aranceles norteamericanos. Si no se dejasen sin efecto, el país sería objeto de represalias por parte de quince estados proveedores. Febriles negociaciones consiguieron, el viernes, que la entidad postergase diez días la fecha.
Los principales perjudicados tienen peso estratégico geopolítico o geoeconómico. Así, Canadá y México –primer y segundo exportadores, con US$ 4.190 y 1.278 millones en los diez primeros meses de 2003- forman parte del Tratado de Libre Comercio de América septentrional (TLC). Más atrás aparecen aliados claves como Surcorea (1.000 millones), Turquía (873 millones) o Japón (805 millones). También pesan China (US$ 537 millones), Brasil (433 millones) a India (374 millones). Argentina figura en noveno puesto, con US$ 319 millones.
Según el reglamento interno de la OMC si, para la medianoche del 10, EE.UU. no se ha allanado, desde el 15 se le aplicarán las sanciones. Anoche, el francés Pascal Lamy –a cargo de comercio en la Comisión Europea- señaló que Washington aún no daba indicios sobre cómo y cuándo suspenderá los gravámenes.
Tampoco la Casa Blanca quería tocar el tema. Pero gente de la siderurgia con buenos contactos estimaban que el presidente dejará sin efecto los recargos, aunque reservándose el derecho a reinstaurarlos por subsectores, si las importaciones empezaran a crecer más de lo prudente. Nadie cree que la suspensión sea retroactiva, pues ello implicaría restituir gravámenes ya pagados.
Hay un problema: este martes Bush se presenta ante sus votantes en Pittsbugh, Pensilvania, virtual capital siderúrgica del país. Probablemente esperará a después de esa visita de campaña electoral antes de anunciar lo que industriales y gremialistas tachan ya de “una capitulación” ante la OMC.
“Tampoco va a decirnos que eso es todo y ahora estamos librados a nuestra suerte. Esto no se arregla con un pavo al horno”. Así cree Wilbur Ross, presidente de International Steel Group. Más específico, Daniel DiMicco (Nucor Corporation) propone que “en adelante, los importadores de acero y derivados obtengan licencias para. Aparta, las estadísticas de importación debieran hacer públicas con no más de siete semanas de demora”.