El Estado norteamericano acusa a España de competencia desleal por exportar productos subsidiados y, por tanto, vender a un precio inferior al costo. Desde que se anunciaron los aranceles la Asociación de Exportadores e Industriales de Aceituna de Mesa (Asemesa), organizaciones agrarias de cooperativas agroalimentarias, sindicatos y políticos presionaron a la Unión Europea para que emplee todas sus armas y haga cambiar de opinión al país norteamericano.
Sin resultado, porque en el mes de julio la Comisión de Comercio International (ITC) ratificó la decisión de respetar los aranceles impuestos por el gobierno norteamericano.
Agro Sevilla es una cooperativa entre 4.000 productores que procesan y venden aceitunas a todo el mundo. Según Gabriel Redondo, su presidente desde hace 11 años que acaba de retirarse, explica que “Agro Sevilla es el más grande exportador de aceitunas a Estados Unidos, al menos hasta ahora”.
Desde la imposición de los aranceles, la cooperativa ha despedido a 70 de sus 450 trabajadores y las ventas han caído 20%. “En una industria con márgenes mínimos, eso significa desastre”, dice.
El efecto de los aranceles de Trump es un recordatorio de la fragilidad de la economía española. Las exportaciones fueron un salvavidas para el país luego de la crisis inmobiliaria de 2008 y los años subsiguientes.
Los productores de aceitunas intentarán compensar las pérdidas con un aumento de los envíos a los países árabes, Italia y Rusia. Pero con las nuevas medidas norteamericanas, peligran todas las exportaciones españolas.