El informe económico mensual de setiembre de IAE Business School, de la Universidad Austral, que firma su director, Juan J. Llach, gira en torno del análisis de “la pregunta que todos se hacen” después de la derrota oficial en las PASO: ¿qué pasará de aquí al 2015 y, más específicamente, si podrá evitarse un accidente macroeconómico?
Prevé que “la humanamente preocupante crisis de Siria llevará probablemente a subas adicionales del petróleo y, salvo que se le encuentre una salida rápida y no muy conflictiva, dañará también la tasa de crecimiento de la economía global”.
Aun dejando de lado este factor hay varias razones que nos cierto deterioro de la situación global.
Por un lado, las tasas de interés implícitas en los bonos están en alza en todo el mundo pero las subas de las tasas de los bancos centrales serán muy parsimoniosas y moderarán el efecto anterior.
Segundo, si bien hay correlación negativa entre tasas de interés y precios de materias primas ella reconoce excepciones, como las que se vieron durante varios años de la década pasada, con tasas y commodities subiendo o bajando simultáneamente.
En tercer lugar China está cambiando su modelo económico hacia menos inversión y exportaciones y más consumo en proporción al PIB, pero lo más probable es que su crecimiento continúe por bastante tiempo a tasas menores pero altas, del orden del 7%.
Cuarto, si bien por los tres factores antedichos los países emergentes crecerán menos durante un par de años –el FMI proyecta ahora 5% contra 5,6% en octubre pasado para 2013 y 5,4% versus 5,9% para 2014- permanecerán incólumes los factores que más empujan su crecimiento. Uno de ellos es la incorporación al consumo de miles de millones de personas y la mejora de sus dietas en cantidad y calidad. Por ello los alimentos serán los que menos sufrirán dentro del conjunto de materias primas.
En fin, cierto fortalecimiento de las economías de los países desarrollados, razón importante del aumento de las tasas, despejará el temor a un nuevo coletazo de la crisis global.
En este marco el escenario básico para la economía argentina en 2014 y 2015 mostrará aumentos el PIB de entre 1% y 2% y una inflación creciente de entre 25 y 27,5%.
El principal impulsor de este magro crecimiento seguirá siendo la baja de los precios en dólares de los bienes durables, los de capital y los costos de construcción. Este factor perderá su vigor si se acorta la brecha cambiaria o si aumenta mucho y entonces prevalece el temor –eventos por ahora poco probables.
Entre las innumerables limitantes del aumento del PIB, la mayor parte de ellas originadas en la política económica, sobresale la crisis de un “desendeudamiento” basado en pagar con reservas del Banco Central buena parte de los vencimientos de capital e intereses de la deuda pública.
Está a la vista el estrepitoso fracaso del control de cambios para evitar la caída de las reservas externas –si alguien piensa que sin el control la caída habría sido peor debería demostrar también que el control mismo no acentuó la dolarización de los ahorros de los argentinos, como todo parece indicar.