Algunos de los 31.000 que se encuentran en estas condiciones, han comenzado a retornar a sus países de origen. Lo que deja en situación de debilidad a muchas universidades del Reino Unido, que pierden conocimiento y experiencia en los más variados rubros.
La medida puede ocasionar un grave daño impensado a la economía del país. Es una actividad global que genera miles de millones de libras esterlinas en ingresos por exportaciones, un ingreso que ahora será más necesario que nunca en el nuevo escenario que se avecina. Actividad con un beneficio adicional: líderes políticos y empresariales de todo el mundo se educaban en Gran Bretaña.
No se entiende bien en la comunidad universitaria y científica, si el gobierno tiene en claro las consecuencias de esta medida. Las universidades son una fuente de ingresos nacional gracias a la calidad de la dotación de profesores, que ahora puede resentirse con la partida de los que tienen nacionalidad europea.
En la experiencia que han compartido algunos de estos académicos, se encuentran con que, tras varios años de trabajar y vivir legalmente en el Reino Unido, después de junio y la votación del Brexit, solicitaron por la vía legal el pedido de radicación en el país. La carta respuesta del Home Office fue en general desalentadora: como no tienen motivo para seguir viviendo en el país deben hacer ya los preparativos para retornar.
El argumento es falso: tienen todo el derecho a solicitar su radicación permanente. En otros casos se les pide que inicien un engorroso procedimiento burocrático que parece diseñado para desalentar a los aspirantes, y hacer que abandonen su intención.
Décadas, si no siglos, de lenta construcción de una imagen de atmósfera abierta en las universidades británicas, reconocida en un mundo competitivo, sufrirá ahora un rudo golpe. Investigadores y profesores de primer nivel adoptaron a Gran Bretaña como su hogar, para recibir ahora cartas amenazantes empujándolos a partir.
No se trata solamente de un gigantesco daño a la reputación global. Es una decisión que amenaza terminar en desastre. La comunidad educativa y científica opina –según una encuesta- que tendrá un impacto negativo en la educación superior británica (90% de los encuestados). Un 75% de los académicos provenientes de la Unión Europea, dicen que ante esta situación, prefieren dejar el país.
Los 31.000 académicos europeos representan 16% del total de la comunidad educativa británica. Pero en centros de excelencia el porcentaje es mayor. Por caso, en la London School of Economics, donde 38% de los docentes son europeos. En Oxford, el porcentaje es de 24%, y en Cambridge, de 22%.
Son también relevantes en disciplinas como física (26%), ingeniería química (25%), biociencias (22%), química (21%), e Information Technology (20%).