Estamos ante una situación estructural que tenemos desde la segunda presidencia de Cristina, un país que no funciona, gobiernos de gran ineficacia y falta de capacidad, a pesar de las buenas intenciones de un macrismo que fracasó en economía. Si hubiera sido reelegido, venía para mejorar porque las ideas eran coherentes, a pesar de errores graves como el manejo con el FMI.
El gobierno sigue desarticulado y cada vez va a ir a peor sin una crisis terminal como la de la Alianza que rompió la coalición.
Seguirá la pelea pero no van a romper lanzas, no les conviene dado que necesitan unidad para el 2023, que es mañana mismo. Llegarán divididos a la elección con un relato de unidad y con las banderas de la justicia social. El peronismo, dice Loris Zanatta, está en baja. Está por verse este diagnóstico de un especialista (lo veo con enorme potencial con dirigentes adecuados).
Es el justicialismo un recuerdo que da voto, y muchos. El kirchnerismo secuestró al peronismo criticando la versión neoliberal pro establishment de Menem en los años 90.
El kirchnerismo, como dice Malamud, es un fenómeno básicamente del AMBA. La injusticia de la coparticipación que castiga a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y a la provincia de Buenos Aires implica tensiones que se manifiestan en esta demanda de limosna populista que vemos en los planes básicamente del conurbano bonaerense.
Sigue la novela del Fondo, parece que seguirá el conflicto. Nadie quiere pagar el costo del ajuste, el kirchnerismo quiere llegar a las elecciones sin ajustes, tema complejo porque la pobreza rumbo a 50% marca la cancha de la política.
La economía entre puntas, enero 2022 a diciembre 2022, parece que crecerá cero, quizás en la medición convencional 2%, pero es un tema de arrastre estadístico, año muy malo es este con una inflación que va hacia 65% y con probabilidad nula de salto hiperinflacionario.
La balanza comercial genera dólares pero no se reflejan en reservas. Este desvío no es casual y obedece a operaciones que hace el Banco Central para contener al mercado paralelo.
La inversión según una encuesta relevante piensa el 70% de los que responden, no va a crecer en lo que queda del kirchnerismo. Quizás crezca si gana Juntos o no, depende de los incentivos y de la fuerza de la coalición política.
Inversión estancada
Si gana el oficialismo, posiblemente sigamos con estancamiento de la inversión, y con estanflación, no yendo a Venezuela, pero serán años parecidos a los de Alfonsín con una macro muy distorsionada con la excepción de 16 meses promisorios del Plan Austral que se rifaron por la política laxa. El salario real sigue muy bajo y con los magros ingresos de los jubilados el gobierno hace lo imposible para bajarlos y lo va consiguiendo.
Estamos frente a una crisis brutal de confianza en la clase dirigente, común a toda la región según registra Latinobarómetro, por eso aparecen propuestas extrañas como las de Bolsonaro o Milei que son utópicas pero relevantes ante el hastío con dirigentes corruptos e ineptos en la región, con muchas excepciones.
El Fondo quiere cierto ajuste, bastante pequeño, el déficit total de 5 % respecto al PIB es importante pero mucho más para un país sin crédito. Es análogo al caso de una pyme que no es bien evaluada crediticiamente por los bancos, es un país increíble, sin credibilidad interna y externa. Se quiere cerrar el déficit con más impuestos y con suba de tarifas. El tarifazo siempre asusta y se teme que ahuyente votos como le ocurrió a Macri.
Los políticos del Frente de Todos más probables para presidir el país no son en líneas generales idóneos en economía, Cristina nunca entendió lo básico del sistema económico a diferencia de su marido que tenía ciertas intuiciones aunque sin ninguna preparación técnica.
Massa tiene criterio y sigue pensando como cuando militaba para Alsogaray, pero al ser el candidato de la Cámpora traicionará su pensamiento por poder como suele ocurrir en la política con minúscula que él representa.
Si gana Máximo es de esperar un enfoque más cercano al peronismo clásico de los 50 estatista, anti fondo y anti Estados Unidos, propio del coronel Perón del GOU, movimiento antialiados y pro Eje.
Kiciloff es un candidato ideal para Cristina, no tiene carisma, conoce muy bien la economía marxista pero esta no es funcional desde los ´70. Pueden aparecer tapados como Schiaretti que lucen más razonables aunque es muy poco probable, le falta la vocación incontenible de poder de Menem o de Massa.
Es demasiado moderado y ya mayor. Manzur podría ser un líder del peronismo del centro federal pero se apagó y parece que llega al 2023 con poca nafta. Alberto Fernández y Guzmán tienen fuerte vocación presidencial pero ningún espacio para trascender, no son políticos admirados en el país y aún no muestran resultados concretos de gestión. No generaron goles para la sociedad y, en este contexto, no lo harán.
Del lado de Cambiemos el segundo tiempo de Macri podría mejorar respecto al primero con humildad para escuchar y no manejar el país como si fuera Sevel o Socma, con menor entusiasmo con la ceocracia y con mayor apertura al peronismo y al radicalismo.
Larreta tiene chances, entiende de economía, pocas críticas de la sociedad en una ciudad muy rica, bajo carisma, sueño de poder intenso que es necesario, buenos equipos, alianza valiosa con María Eugenia, que le suma. Sería un buen gobierno con Lacunza como ministro de economía que no viene de los papers y se lo ve sólido y con capacidad de conducción de un ministerio que debe ser bien integrado y no atomizado como fue el de Prat Gay o el actual de Guzmán. Bullrich pelea, es coherente, con criterio, está bien posicionada, no es una estadista como Frondizi o Fernando Cardozo pero tiene agallas y cabeza. Lo haría bien con ideas capitalistas. Los radicales quieren participar, hay 7 dirigentes idóneos para presidir el país entre sus filas, 4 con mucha capacidad, 3 más limitados.
Todo se define desde la política
Claramente en estos tiempos la política es el 90% y el 10% el aporte de los economistas. El partido se define desde la política porque así lo demanda la actual crisis. Juntos enfrentará, si gana, el desafío del sistema justicialista en contra (Recordemos las piedras del Congreso) que siempre busca, salvo experiencias cortas como la de Cafiero como opositor, desestabilizar. Ocurrió varias veces desde la injusta y antidemocrática revolución libertadora.
La sociedad demanda goles que no llegan y ese es el mayor consenso, los resultados.
Hay que seguir con el casco en las firmas, hasta el 2023 nada para esperar, muy difícil que se presente una crisis seria estando el cepo que contiene la explosión cambiaria.
Básicamente tendremos 60% de inflación en el bienio 22-23 y crecimiento cercano a cero. Alberto terminará su gestión con 55% de pobreza controlando al conurbano con planes sociales. A partir del 2023 se abre un horizonte de esperanza, pero Ezeiza sigue dominando en la cabeza de los jóvenes ABC1 porque no se ve un rumbo capitalista pro-privado y se entusiasman con Milei. El rumbo alternativo de este país bifronte kirchnerista es un relato que atrae por su demagogia, filiación peronista, discurso antiajuste, afán de protección industrial, sensibilidad cultural, entre otros factores.
Nos siguen filmando del exterior por nuestro estado de crisis propio de una enfermedad crónica, un país que no es rico pero que tiene potencial de serlo, espera una revolución del conocimiento. El desarrollo está por verse, hay premios en las urnas para que aparezca esta visión. Un peronista tiene las de ganar porque el país es básicamente peronista en su ADN desde el 17 de octubre de 1945.
El Fondo está en plan de ayudarnos comprendiendo nuestras veleidades de adolescentes. Juan Pablo II decía que somos un país joven, manera sutil de decir adolescente, falta madurez, hay islas de excelencia que conviven con situaciones sociales de enorme precariedad y bajísimo capital humano. Es un país que a partir de la democracia cada vez se parece más a Latinoamérica, ya no somos un país europeo pobre.
Las empresas deben sumar porque dan la base material de la vida, los empresarios con muchas excepciones no han estado muchas veces a la altura de las circunstancias por prácticas de corrupción asociadas a veces a la extorsión de los gobiernos. Bueno sería que mucha gente de empresas se vuelque en el 2023 al sector público y a la nueva administración para dar una mano.
Ocurrió, con sinsabores, durante el macrismo. Si gana Juntos, esperemos que la participación de los privados sea más valiosa que en el primer tiempo macrista y en su idealismo de hacer patria.
Todos desafíos interesantes, mucho para aprender de países pequeños como Chile y Uruguay, entre otros latinoamericanos que están dando una batalla dramática clásica en la región desde la fundación de la Cepal para que el desarrollo nos saque del peor lugar del mundo que ostentamos en las mediciones comparativas de igualdad.