El escenario macroeconómico actual plantea un marco complicado de cara a las negociaciones paritarias de 2014. Varios factores permiten pensar que no será sencillo arribar rápidamente a acuerdos salariales, y mucho menos en los casos donde se planee sellar incrementos en un horizonte anual. Pero el problema es que el resultado de las paritarias será clave para determinar el éxito que tendrá el gobierno en su objetivo de corregir los precios relativos. Tal, el escenario que presenta Belén Olaiz, coordinadora de desarrollo de producto de abeceb.com.
Los primeros acuerdos salariales del año se caracterizaron por ser de corto plazo y a cuenta para una futura negociación. Tanto los petroleros, como los aceiteros, los bancarios y los choferes (UTA) atrasaron las negociaciones, acordando por ahora incrementos de sumas fijas no remunerativas a cuenta de los aumentos que se negocien en marzo próximo.
Y en los próximos días comenzará a dirimirse la paritaria docente –clave por su impacto sobre el resto de los estatales, y sobre los docentes provinciales-, donde la posición sindical plantea un desdoblamiento de las paritarias con el objetivo de volver a discutir a mediados de año. Así, varios factores plantean un escenario complicado para las negociaciones paritarias de 2014, y permiten explicar por qué no ha sido posible acordar subas anuales, explica la coordinadora.
En primer lugar, la inflación ha mostrado una aceleración en el pasado reciente. De acuerdo al “IPC Congreso”, los precios habrían finalizado 2013 con una suba mensual de 3,22%, lo que da cuenta de una inflación interanual de 28,4%. Y en enero se habría registrado una cifra aún mayor, de la mano de los incrementos en alimentos y bebidas, combustibles y transporte, lo que podría llevar el ritmo de incremento de los precios a niveles de alrededor de 30% interanual. En este contexto, la “maxidevaluación” impulsada por el gobierno hace dos semanas ha acelerado aún más las expectativas de inflación, incrementando la incertidumbre sobre su evolución futura.
En apenas dos días, las autoridades permitieron que el peso se debilitara 16,3%, y si bien luego han “defendido” el valor de $/US$8, el temor de que la pasada devaluación no haya sido la última sino la primera de muchas más ha motivado comportamientos precautorios y especulativos. En este marco, la estrategia oficial de culpar a los empresarios por subir los precios en forma especulativa y la determinación de acuerdos de precios con distintas cadenas de valor no parece suficiente para contener la elevada dinámica inflacionaria vigente.
Mientras tanto, las subas obtenidas por las policías provinciales tras el conflicto desatado en diciembre pasado sientan un precedente bastante elevado, que podrá dificultar las negociaciones salariales, especialmente a nivel provincial. Es que una buena parte de los gobiernos provinciales enfrentan una situación fiscal frágil (más aún aquellos que poseen parte de su deuda atada a la evolución del dólar), y no podrán financiar aumentos para todos los empleados similares a los que beneficiaron a las fuerzas policiales.
El anuncio del Gobernador de Rio Negro en el que dispuso la reducción de 340 cargos políticos y la quita de un 15% en sus haberes, es, seguramente, sólo la “punta del iceberg” del ajuste fiscal provincial que está por venir. Sin embargo, hay que mencionar un factor que podría contrarrestar (al menos en parte) los anteriores, limitando el poder de negociación de los sindicatos.
Básicamente, que este año será complicado en materia productiva (de acuerdo a nuestras estimaciones la actividad mostraría un leve retroceso), y por ende también para el mercado laboral. Este contexto podría poner un techo a las pretensiones salariales, dado el mayor riesgo de pérdida de empleo.
Por tanto, el escenario macroeconómico actual no plantea un marco sencillo para las negociaciones paritarias en ciernes. En cualquier caso, habrá que estar atentos a qué suceda en este sentido, dado que de los incrementos de ingresos dependerá en buena medida el “éxito” de la reciente devaluación impulsada por el gobierno. Es que una aceleración de las subas salariales pondría más presiones sobre la dinámica inflacionaria, licuando el impacto real de la suba en el precio del dólar. Así, el próximo desafío de la política económica en el corto plazo será evitar, en un contexto de escasos márgenes políticos, que se desate la peligrosa carrera tipo de cambio-precios-ingresos.