jueves, 26 de diciembre de 2024

70% no sabe calcular con la factura de gas

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El aumento en el precio del gas redujo el consumo, pero pocos saben cómo aprovechar escalas tarifarias, según analizan CIPPEC y el BID la incidencia de las políticas públicas en el comportamiento de los usuarios.

70% de los usuarios no sabe cómo se calcula el monto total de la factura de gas. Así lo demuestra una investigación de CIPPEC y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que analiza cómo el diseño de una política pública impacta en su efectividad. El nuevo esquema tarifario para el gas natural en residencial en el Gran Buenos Aires introdujo un conjunto de umbrales con diferentes tarifas para cada metro cúbico de gas consumido.

 

En este diseño, cada unidad adicional consumida influye en el precio de todo metro cúbico que será consumido en el futuro.

 

El aumento del precio indujo a una disminución estadísticamente significativa en el consumo de gas residencial: un aumento del 25% en el precio redujo el consumo de gas en torno del 4%.Para analizar en qué medida la política diseñada fue exitosa para reducir el consumo de gas residencial, CIPPEC y el BID encuestaron 353 hogares del Gran Buenos Aires.

 

Los investigadores consultaron a los usuarios si recordaban el monto de la última factura, si sabían cómo se calcula el monto, cada cuánto se recategorizan los consumidores, cómo se calcula esa recategorización y qué nivel de consumo divide las categorías R32 y R33. Menos del 1% de los hogares respondió bien todas las preguntas. La investigación reveló que si bien el 92% de los hogares recordaba el monto de la última factura, solo un 30,7% sabía cómo se calcula el monto total de la factura.

 

Además, solamente el 14% de los hogares sabía que los consumidores eran recategorizados en cada ciclo bimestral de facturación, y solo el 39% sabía que su categoría tarifaria se determina sobre la base del consumo acumulado en el año anterior. Así, la investigación demuestra que los usuarios reducen el consumo cuando aumenta el precio del gas, pero desconocen la existencia de umbrales de consumo, que les permitirían reducir el precio de cada unidad de gas consumida en el futuro.

 

Debido a su ignorancia del mecanismo de determinación de precios, puede que algunos hogares hayan consumido más gas en períodos posteriores.

 

“Esto evidencia que uno de los objetivos de la política, que era generar incentivos para un consumo general más bajo, no se cumplió necesariamente en forma plena”, indicó Lucio Castro, director del Área de Desarrollo Económico de CIPPEC. Nudge, o un pequeño empujón para influir la conducta de los usuariosSegún explicó Castro, los precios son un valioso instrumento de política pública y uno de los insumos centrales para la toma de decisiones individuales.

 

Sin embargo, a veces las personas responden a los precios y regulaciones percibidas, y no a los verdaderos precios y regulaciones.“Así, los gobiernos no necesariamente tienen que cambiar los precios con subsidios, regulaciones o impuestos: para influir en la conducta individual también pueden modificar la información que transmiten a los ciudadanos sobre precios y regulaciones”, indicó Castro.Nudge, como se conoce a esta práctica en inglés, supone dar un pequeño empujón con información que influya en las decisiones individuales en el margen, sin cambiar precios o regulaciones. En el caso del gas, explicó Castro, los consumidores reaccionan a los cambios en el precio, incluso en el corto plazo.

 

“Pero si se diseñan esquemas demasiado complejos, puede que la política no se cumpla en todo su potencial”, añadió el investigador. “Hay sobradas evidencias sobre la importancia de proveer información sobre el consumo de otros usuarios para influir la demanda de los hogares. Los usuarios que son informados que consumen más que sus vecinos tienden a reducir el consumo aunque no haya cambios en el precio”, explicó Carlos Scartascini, investigador del BID.Sin embargo, el documento advierte que no cualquier información sirve como un “pequeño empujón”: el diseño importa y por eso los mensajes deben ser claros, destacados y concisos.

 

“Las reacciones de las personas a los pequeños empujones dependen de sus creencias, por eso pueden tener consecuencias no deseadas cuando modifican las percepciones en la dirección contraria a la necesaria para los objetivos de política pública”, concluyó Scartascini.

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