10 años y nostalgia por viejas monedas

En este aniversario del euro, lo cierto es que hace bastante que el público en varios países de la zona añora dracmas (Grecia), escudos (Portugal), libras irlandesas, liras, coronas checas o chelines (Austria). Pero también hay nostalgias de marcos alemanes y francos franceses.

15 enero, 2012

<p>Al comenzar enero de 2002, el Banco Central Europeo se iluminaba con fuegos artificiales en doce colores, entones reflejo de la naciente eurozona. Al cabo de un decenio (2002/11), a nadie se le ocurrir&iacute;a repetir esas luminarias en medio de una larga eurocrisis sin salida virtuosa a la vista.<br />
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S&oacute;lo el &uacute;ltimo mes del a&ntilde;o pasado, el BCE y otros emisores de la zona inyectaron &euro; 640.000 millones en el sistema bancario, de los cuales 489.000 millones durante la &uacute;ltima semana h&aacute;bil. Por cierto, el &uacute;nico &ldquo;festejo&rdquo; fue tan m&oacute;dico como parcial: el BCE y algunos pa&iacute;ses, no todos, presentaron una moneda de dos euros. Sin quererlo, fue un s&iacute;mbolo, pues el euro (US$ 1,27, d&iacute;as despu&eacute;s) cedi&oacute; a principios de 2012 a la cota m&aacute;s exigua desde&hellip; 2002.<br />
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Entretanto, los medios se encargaban de recordar que, al convertirse el euro en moneda de curso obligatorio ese a&ntilde;o, bienes, insumos y servicios de uso inevitable (combustibles, alimentos, alojamiento, restaurantes, comercio minorista, etc.) redondearon escandalosamente hacia arriba los precios. Esto se grab&oacute; en la memoria social y la actual crisis lo ha agigantado, un efecto que &ndash;por ejemplo- era familiar a los argentinos tras la convertibilidad de Domingo F.Cavallo.<br />
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Como siempre, econometristas y analistas convencionales buscaron calmar los nervios de la gente arguyendo que, si bien se operaron alzas exageradas, pronto ser&iacute;an compensadas por bajas de rubros costosos. Pero los autos nunca se abarataron al punto de neutralizar las verduras caras. Durante unos a&ntilde;os, los franceses se aferraron verbalmente al franco, los alemanes al marco o los italianos a la lira. En los socios chicos, esa memoria colectiva se mantuvo latente hasta resurgir en la eurocrisis, como lo muestra la vuelta del dracma griego. Adem&aacute;s, el p&uacute;blico ve&iacute;a que ciertas econom&iacute;as s&oacute;lidas &ndash;Suecia es el caso t&iacute;pico- no abandonaban sus monedas.</p>

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