10 años y nostalgia por viejas monedas

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En este aniversario del euro, lo cierto es que hace bastante que el público en varios países de la zona añora dracmas (Grecia), escudos (Portugal), libras irlandesas, liras, coronas checas o chelines (Austria). Pero también hay nostalgias de marcos alemanes y francos franceses.

<p>Al comenzar enero de 2002, el Banco Central Europeo se iluminaba con fuegos artificiales en doce colores, entones reflejo de la naciente eurozona. Al cabo de un decenio (2002/11), a nadie se le ocurrir&iacute;a repetir esas luminarias en medio de una larga eurocrisis sin salida virtuosa a la vista.<br />
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S&oacute;lo el &uacute;ltimo mes del a&ntilde;o pasado, el BCE y otros emisores de la zona inyectaron &euro; 640.000 millones en el sistema bancario, de los cuales 489.000 millones durante la &uacute;ltima semana h&aacute;bil. Por cierto, el &uacute;nico &ldquo;festejo&rdquo; fue tan m&oacute;dico como parcial: el BCE y algunos pa&iacute;ses, no todos, presentaron una moneda de dos euros. Sin quererlo, fue un s&iacute;mbolo, pues el euro (US$ 1,27, d&iacute;as despu&eacute;s) cedi&oacute; a principios de 2012 a la cota m&aacute;s exigua desde&hellip; 2002.<br />
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Entretanto, los medios se encargaban de recordar que, al convertirse el euro en moneda de curso obligatorio ese a&ntilde;o, bienes, insumos y servicios de uso inevitable (combustibles, alimentos, alojamiento, restaurantes, comercio minorista, etc.) redondearon escandalosamente hacia arriba los precios. Esto se grab&oacute; en la memoria social y la actual crisis lo ha agigantado, un efecto que &ndash;por ejemplo- era familiar a los argentinos tras la convertibilidad de Domingo F.Cavallo.<br />
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Como siempre, econometristas y analistas convencionales buscaron calmar los nervios de la gente arguyendo que, si bien se operaron alzas exageradas, pronto ser&iacute;an compensadas por bajas de rubros costosos. Pero los autos nunca se abarataron al punto de neutralizar las verduras caras. Durante unos a&ntilde;os, los franceses se aferraron verbalmente al franco, los alemanes al marco o los italianos a la lira. En los socios chicos, esa memoria colectiva se mantuvo latente hasta resurgir en la eurocrisis, como lo muestra la vuelta del dracma griego. Adem&aacute;s, el p&uacute;blico ve&iacute;a que ciertas econom&iacute;as s&oacute;lidas &ndash;Suecia es el caso t&iacute;pico- no abandonaban sus monedas.</p>

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