viernes, 5 de diciembre de 2025

Rescate en órbita baja: Katalyst intenta darle una segunda vida a Swift

La NASA contrató a Katalyst Space Technologies para elevar la órbita del telescopio Swift antes de que reingrese a la atmósfera en 2026. La misión remite al histórico salvataje de AsiaSat 3, ejecutado por Hughes en 1998, que inauguró la era de los “rescates” comerciales en el espacio.

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El Observatorio Neil Gehrels Swift, telescopio de la NASA dedicado al estudio de estallidos de rayos gamma, enfrenta un problema que no es técnico sino orbital. Tras dos décadas en la órbita baja terrestre, el satélite desciende aceleradamente, sin propulsores propios para compensar la fricción atmosférica. Si nada cambiara, su vida útil terminaría con una reentrada no controlada hacia fines de 2026.

Para evitarlo, la NASA decidió probar un camino que combina urgencia presupuestaria, innovación tecnológica y un mensaje claro al mercado: encargó a la empresa Katalyst Space Technologies una misión de rescate robótico, con un presupuesto total de US$ 30 millones, incluido el lanzamiento.

Un telescopio que se queda sin altura

Swift fue lanzado en 2004 a unos 600 kilómetros de altitud, pero su órbita se redujo a alrededor de 400 kilómetros, donde la densidad atmosférica es mayor y acelera el decaimiento. El observatorio, diseñado para detectar las explosiones más energéticas del universo, no fue pensado para recibir servicio en órbita ni cuenta con sistemas de propulsión para maniobras de gran escala.

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La NASA optó por un enfoque inusual: en lugar de planificar una misión propia de reparación, licitó un servicio a un proveedor privado con un calendario ajustado. El contrato con Katalyst contempla un lanzamiento en junio de 2026, ventana que deja poco margen de demora, dado el ritmo de caída de la órbita.

Para llegar a Swift, Katalyst utilizará el cohete Pegasus XL de Northrop Grumman, un lanzador aéreo que enciende sus motores de combustible sólido después de ser liberado desde un L-1011 a unos 12.000 metros de altura. Pegasus puede colocar cerca de 450 kilogramos en órbita baja y ya acumula más de cuatro decenas de misiones, aunque su último vuelo se realizó en 2021.

Cómo será el operativo de Katalyst

La nave de Katalyst es un vehículo de servicio en órbita de unos 1,5 metros de altura y 350 kilogramos de masa, equipado con tres brazos robóticos. Una vez insertado en una órbita similar a la de Swift, el vehículo dedicará entre dos y tres semanas a aproximarse gradualmente, primero desde distancias de seguridad que permitan relevar el estado del telescopio con imágenes de alta resolución.

El desafío principal es capturar un satélite que nunca fue diseñado para ser “tomado” por otra nave. Además, las ópticas de Swift no pueden apuntar hacia el Sol, la Tierra o la Luna sin riesgo de daño. Para definir puntos de agarre seguros, equipos de Katalyst trabajan con fotografías previas al lanzamiento y con información técnica aportada por la NASA y Northrop Grumman, en una tarea que combina análisis estructural y reconstrucción histórica de ingeniería.

Una vez concretada la captura, la nave de servicio impulsará al conjunto hasta recuperar la altitud original, en torno a los 600 kilómetros. La expectativa es sencilla y ambiciosa a la vez: si esa órbita le permitió a Swift operar con normalidad durante 22 años, una elevación similar debería extender su vida útil por un período comparable.

Si la misión resulta exitosa, será la primera vez que una nave comercial captura y reubica un satélite gubernamental no tripulado de Estados Unidos. Más allá del hito técnico, se trata de un mensaje al mercado de servicios en órbita: la NASA está dispuesta a contratar soluciones privadas para prolongar la vida de sus activos científicos.

El antecedente: el satélite que pasó por la Luna

La operación de Katalyst no es la primera vez que el sector privado intenta “rescatar” un satélite que el mercado ya daba por perdido. En diciembre de 1997, el satélite AsiaSat 3 terminó en una órbita elíptica e inclinada por una falla en la última etapa de su cohete Proton. El satélite estaba sano, pero en una órbita inútil para su servicio comercial, por lo que las aseguradoras lo declararon pérdida total.

Hughes Global Services tomó el control del satélite, rebautizado HGS-1, y propuso una solución inusual: utilizar una combinación de maniobras de propulsión y dos asistencias gravitacionales de la Luna para modificar su inclinación y llevarlo a una órbita geosincrónica utilizable. En mayo y junio de 1998, HGS-1 realizó dos sobrevuelos lunares, convirtiéndose en la primera nave comercial en utilizar un flyby lunar como parte de una maniobra de rescate orbital.

Con el combustible restante, el satélite fue colocado en una órbita geosincrónica controlable, aunque con una vida útil reducida respecto del plan original. Poco después fue vendido a PanAmSat, que lo rebautizó PAS-22 y lo operó en la posición de 60° Oeste hasta su retiro en 2002.

Un mercado en formación

HGS-1 demostró a fines de los años noventa que la combinación de ingeniería orbital y flexibilidad contractual podía transformar una pérdida total asegurada en un activo operativo, aunque fuera por menos años de los previstos. La misión de Katalyst agrega un elemento nuevo a esa lógica: la captura robótica de un satélite científico del gobierno estadounidense que no fue preparado para recibir servicio.

Katalyst ya probó tecnologías clave en órbita baja y proyecta, para 2027, una plataforma más grande destinada a servicios de extensión de vida útil y monitoreo del entorno espacial en órbita geoestacionaria. En ese sentido, el rescate de Swift se perfila como un caso de referencia para un mercado en el que convergen aseguradoras, operadores comerciales y agencias públicas interesadas en prolongar la vida de activos costosos y reducir la generación de desechos espaciales.

Si el operativo de junio de 2026 cumple su objetivo, Swift no solo seguirá observando el cielo; también se habrá consolidado una nueva etapa en la economía del espacio, donde la prolongación de la vida de los satélites empieza a ser, cada vez más, un servicio contratado en el mercado y no solo una decisión de diseño tomada en la fábrica.

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