viernes, 19 de diciembre de 2025

Italia da el primer paso en su constelación satelital IRIDE: tecnología, geopolítica y estrategia industrial

Con el lanzamiento exitoso del primer satélite de la constelación IRIDE, desarrollado por la empresa Argotec, Italia entra formalmente en la carrera por la autonomía tecnológica en el espacio.

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Lo que podría parecer un simple hito industrial es, en realidad, la expresión de un cambio más profundo: el de una Europa que busca reconfigurar su presencia estratégica frente al avance de potencias como Estados Unidos, China y, más recientemente, India.

IRIDE —acrónimo de Infrastruttura per la Ricognizione Integrata e la Detenzione Emergente— es un ambicioso programa promovido por la Agencia Espacial Italiana (ASI) y financiado por el Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia (PNRR), con respaldo de la Comisión Europea. Su objetivo es desplegar una constelación de satélites de observación terrestre entre 2025 y 2026, capaces de ofrecer imágenes en múltiples bandas del espectro electromagnético, incluyendo radar, óptica e hiperespectral. El dato relevante no es solo técnico: IRIDE representa un esfuerzo por construir una infraestructura crítica soberana, en un momento en que los datos espaciales son insumo estratégico de primer orden.

De Galileo a IRIDE: la continuidad de una ambición

Italia no es nueva en la política espacial europea. Fue uno de los impulsores del sistema de navegación Galileo, en el marco de la Unión Europea, y uno de los primeros países del continente en establecer una agencia espacial nacional. Sin embargo, el programa IRIDE introduce una diferencia cualitativa: no se trata ya de participar en consorcios internacionales, sino de liderar una arquitectura propia, con aplicaciones directas para la defensa civil, la seguridad fronteriza, el monitoreo agrícola y la gestión ambiental.

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El primer satélite lanzado —denominado Platino 1 IRIDE— fue desarrollado por Argotec, una empresa con sede en Turín especializada en satélites de pequeño porte y plataformas espaciales personalizadas. La elección no es casual: Argotec se ha posicionado como uno de los principales polos de innovación en el norte industrial de Italia, con capacidad para diseñar, construir y operar satélites en tiempos acotados y con altos estándares de fiabilidad.

Tecnología al servicio de la resiliencia económica

IRIDE se inscribe dentro de una tendencia global: la proliferación de constelaciones satelitales de propósito dual, es decir, con aplicaciones tanto civiles como militares. En este sentido, el programa italiano puede leerse como una respuesta europea —aunque de implementación nacional— al modelo estadounidense de constelaciones como Starlink o BlackSky, pero también como un contrapeso a las iniciativas de China (Spacesail) y Rusia.

Lo que está en juego no es solamente la generación de imágenes o la predicción climática, sino el control del dato. Y en la era digital, el dato geoespacial se ha vuelto un recurso tan estratégico como la energía o la infraestructura digital. Al invertir en IRIDE, Italia no solo promueve su industria espacial —que ya representa cerca del 0,6% del PBI industrial del país— sino que ancla capacidades tecnológicas que impactan directamente en sectores clave como el agro, la protección civil, la logística y la defensa.

Un modelo público-privado que podría inspirar a América Latina

Un aspecto singular de IRIDE es su gobernanza: el proyecto articula financiamiento estatal con ejecución empresarial, sin caer en el modelo tradicional de contratismo. Las empresas seleccionadas —entre ellas Argotec, OHB Italia y Leonardo— no son simples proveedoras, sino socios tecnológicos con responsabilidades en I+D, integración satelital y operación de datos. Este enfoque podría servir de referencia para países de América Latina que buscan construir ecosistemas tecnológicos sostenibles, evitando la dependencia externa tanto en insumos como en servicios.

En particular, Argentina y Brasil —que ya poseen trayectoria en cooperación satelital a través del programa SABIA-Mar y el CBERS, respectivamente— podrían observar en IRIDE un caso exitoso de planificación estratégica, con efectos multiplicadores sobre la industria nacional y el empleo calificado.

Perspectivas: de la órbita baja a la soberanía digital

La constelación IRIDE constará, en su fase final, de 36 satélites, operando en órbita baja (LEO), con un sistema de procesamiento en tierra integrado a redes de inteligencia artificial. El dato será procesado localmente, en centros ubicados en Roma y Matera, evitando la tercerización en servidores fuera del territorio europeo. Este aspecto es crucial: Italia busca garantizar la soberanía del dato no solo en términos de obtención, sino también en su tratamiento, resguardo y explotación.

La competencia por los recursos estratégicos se traslada cada vez más al espacio y el lanzamiento del primer satélite IRIDE no es solo una noticia tecnológica. Es una declaración de intenciones. Italia busca ser protagonista de un nuevo orden espacial, en el que Europa no dependa de otros para saber lo que ocurre en su propio territorio. Una lección que la geopolítica, más que la astronomía, se ha encargado de recordar.

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