viernes, 5 de diciembre de 2025

Europa lanza el Sentinel-1D y refuerza su liderazgo en observación terrestre

El nuevo satélite radar de la ESA marca un hito en la autonomía espacial europea y consolida el sistema Copernicus frente a la competencia de Estados Unidos, China y Rusia. Su tecnología SAR lo ubica en la misma categoría que los SAOCOM argentinos, aunque con misiones y escalas muy diferentes.

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El próximo 4 de noviembre, a las 18:03 hora local de la Guayana Francesa, despegará el satélite Sentinel-1D, cuarto integrante de la constelación europea Copernicus Sentinel-1, a bordo de un cohete Ariane 6. El lanzamiento, identificado como misión VA265, será el tercer vuelo del nuevo lanzador pesado europeo y un paso clave en el objetivo de reafirmar la soberanía espacial de Europa tras años de dependencia de proveedores extranjeros para colocar cargas útiles en órbita.

El satélite, construido por Thales Alenia Space, operará a 693 kilómetros de altitud y completará el reemplazo del Sentinel-1B, retirado en 2022. Durante los próximos años, se convertirá en una herramienta central para la observación radar de alta resolución en todo el planeta.

Tecnología y propósito

El Sentinel-1D pertenece a la serie de satélites equipados con radar de apertura sintética (Synthetic Aperture Radar, SAR), capaces de captar imágenes de la superficie terrestre de día y de noche, sin verse afectados por nubes, lluvias o niebla. Esta capacidad es esencial para monitorear glaciares, movimientos del terreno, tráfico marítimo, derrames de petróleo o desastres naturales.

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Los datos del sistema Copernicus son de acceso libre y gratuito, una política que refuerza la independencia tecnológica europea y su compromiso con la transparencia científica y ambiental. En términos de escala, la constelación Sentinel-1 —compuesta por los satélites 1A, 1C y 1D— permite revisitas frecuentes sobre una misma región, lo que resulta clave para el seguimiento dinámico de eventos geológicos y climáticos.

Europa frente a la nueva carrera espacial

El lanzamiento del Sentinel-1D con el Ariane 6 simboliza la recuperación de la capacidad de lanzamiento autónoma de Europa. El nuevo cohete, desarrollado por ArianeGroup bajo la supervisión de la ESA y la Agencia Espacial Francesa (CNES), busca competir en el mercado comercial dominado por SpaceX y abrir espacio a una industria que había quedado rezagada en la última década.

Mientras SpaceX realiza hasta dos lanzamientos semanales con el Falcon 9 y prepara la reutilización completa de Starship, Europa avanza con una estrategia más conservadora, pero con fuerte respaldo institucional. En el plano de los lanzadores livianos, Rocket Lab y Isar Aerospace presionan con modelos de menor costo y ciclos de desarrollo más ágiles. En paralelo, China y Rusia mantienen su propio ritmo de lanzamientos estatales, consolidando constelaciones de vigilancia civil y militar.

El Ariane 6, con una capacidad de carga de hasta 11 toneladas a órbita baja, representa el intento europeo de recuperar competitividad y asegurar autonomía estratégica. Su éxito será decisivo para el futuro de la industria espacial continental y para el equilibrio del mercado global de lanzamientos, estimado en más de 35 mil millones de dólares hacia 2035.

La comparación con los SAOCOM argentinos

Argentina cuenta con sus propios satélites de radar, los SAOCOM 1A y 1B, desarrollados por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) junto al INVAP y lanzados en 2018 y 2020 respectivamente. Ambos forman parte del Sistema Ítalo-Argentino de Satélites para la Gestión de Emergencias (SIASGE), en cooperación con la Agencia Espacial Italiana (ASI).

Al igual que el Sentinel-1D, los SAOCOM utilizan tecnología SAR en banda L, aunque con objetivos y escalas diferentes: están diseñados principalmente para aplicaciones agroambientales y gestión de emergencias, como la medición de humedad del suelo, el seguimiento de inundaciones y la prevención de incendios. Los Sentinel, en cambio, operan en banda C, con mayor resolución superficial pero menor penetración del terreno, lo que los hace más adecuados para estudios de costas, hielo y monitoreo urbano.

La principal diferencia radica en la magnitud del sistema. Copernicus integra decenas de satélites y centros de procesamiento distribuidos en toda Europa, mientras que la CONAE mantiene una constelación más reducida, pero altamente especializada, que le otorga independencia tecnológica y capacidad de intercambio internacional de datos. De hecho, los SAOCOM contribuyen regularmente a programas globales de observación de la Tierra, incluyendo la propia red Copernicus.

Autonomía, cooperación y geopolítica

En términos geopolíticos, el lanzamiento de Sentinel-1D refuerza la posición de Europa como potencia espacial civil, basada en cooperación internacional, transparencia de datos y control público de la información estratégica. Frente a un contexto global de creciente competencia militar en el espacio —con constelaciones de defensa, inteligencia y comunicaciones seguras—, el modelo europeo representa una visión alternativa: la del espacio como infraestructura pública global.

Para Argentina, la comparación subraya una lección relevante: la continuidad y el financiamiento sostenido de programas nacionales resultan tan importantes como la innovación tecnológica. Los SAOCOM demostraron que un país periférico puede producir tecnología radar de clase mundial; Copernicus confirma que la integración regional y la inversión a largo plazo pueden convertir esa capacidad en una política de Estado a escala continental.

En definitiva, el despegue del Sentinel-1D no sólo amplía el horizonte científico de la ESA: también redefine la forma en que las potencias —grandes y medianas— conciben la soberanía tecnológica en la órbita terrestre. Europa mira hacia el espacio con independencia, y América Latina observa el modelo con atención.

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