El foro, organizado por la UIT, congregó a líderes del sector espacial, agencias reguladoras, académicos y empresas tecnológicas con el objetivo de analizar los riesgos y oportunidades que plantea el uso intensivo del espacio exterior. La iniciativa busca establecer un marco común de cooperación internacional que garantice la seguridad de las operaciones satelitales y la preservación del entorno orbital.
En la apertura, la Secretaria General de la UIT, Doreen Bogdan-Martin, señaló que la vigilancia de la órbita y del espectro constituye “el seguro de las misiones espaciales”, aunque advirtió que su efectividad depende de la calidad de los datos, la existencia de estándares compartidos y la claridad en las responsabilidades de cada actor. La funcionaria destacó además que las solicitudes de recursos orbitales ante la UIT se multiplicaron por más de cinco en los últimos diez años, reflejando la presión creciente sobre las bandas de frecuencia y las posiciones en órbita.
Hacia una gobernanza del espacio compartida
El debate sobre el space traffic management (gestión del tráfico espacial) fue uno de los ejes centrales. Los expertos coincidieron en que la proliferación de satélites en órbita baja —particularmente por parte de grandes constelaciones comerciales— exige coordinar maniobras, trayectorias y protocolos de comunicación para evitar colisiones y reducir la generación de desechos espaciales.
Otro de los temas destacados fue la sostenibilidad de la exploración más allá de la órbita terrestre baja, con foco en las futuras misiones lunares. La UIT propuso incorporar estos escenarios en las políticas de uso del espectro, anticipando la necesidad de regular las frecuencias que se emplearán en la infraestructura de comunicaciones interplanetarias.
El espectro como infraestructura crítica
La UIT reafirmó que la órbita y el espectro son recursos limitados y esenciales para el desarrollo digital global. En un contexto donde el acceso a internet depende crecientemente de redes satelitales, la gestión equitativa de estos recursos se considera un pilar de la inclusión tecnológica. Las discusiones apuntaron a garantizar que las nuevas generaciones de satélites no concentren el uso de las bandas en manos de pocos actores y que los países en desarrollo puedan participar en condiciones de igualdad.
Se anticipó, además, que la próxima Conferencia Mundial de Radiocomunicaciones (WRC-27) tendrá a los sistemas satelitales en el centro de su agenda: cerca del 80 % de los temas a tratar se vinculan directa o indirectamente con la regulación del espectro y la coordinación orbital.
El foro dejó tres conclusiones claras.
Primero, que la sostenibilidad del espacio se ha transformado en una condición necesaria para el futuro de las telecomunicaciones. La conectividad terrestre y la infraestructura orbital forman hoy un mismo ecosistema.
Segundo, que la gobernanza del espacio no podrá depender de decisiones aisladas: requiere una estructura multilateral con reglas comunes, datos compartidos y mecanismos de cumplimiento verificables. La UIT buscará consolidar ese marco en colaboración con agencias espaciales y organismos regionales.
Y tercero, que el desarrollo digital global depende de un equilibrio delicado entre innovación y regulación. El despliegue masivo de satélites promete cerrar brechas de conectividad, pero sin un sistema internacional de control, la congestión orbital y las interferencias podrían amenazar la viabilidad misma del entorno espacial.
La reunión de Ginebra dejó así una señal inequívoca: la sostenibilidad del espacio ya no es un asunto técnico o ambiental, sino una cuestión de gobernanza global que condicionará la próxima etapa del desarrollo digital.
