lunes, 15 de diciembre de 2025

China posterga el regreso de la misión Shenzhou-20 tras impacto con desechos espaciales

El país activó protocolos de emergencia luego de que su nave tripulada fuera alcanzada por fragmentos orbitales. La CMSA evalúa los daños mientras la estación Tiangong continúa operando con dos tripulaciones.

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El programa espacial tripulado de China enfrenta un contratiempo inesperado. El regreso de los tres astronautas de la misión Shenzhou-20, previsto para el 5 de noviembre, fue suspendido de manera indefinida luego de que la nave que los transporta sufriera el impacto de un fragmento de desecho orbital.

La información fue confirmada por la Agencia Espacial Tripulada de China (CMSA), que comunicó que el incidente no puso en riesgo inmediato la vida de los tripulantes, pero obligó a revisar los protocolos de retorno para garantizar la seguridad de la operación.

Evaluación de daños y plan de contingencia

La CMSA señaló que “la nave tripulada Shenzhou-20 habría sido golpeada por un pequeño fragmento de desecho espacial” y que “se están llevando a cabo análisis detallados del impacto y de los riesgos asociados”. El organismo informó además que, “para asegurar la salud y la seguridad de los astronautas y la finalización exitosa de la misión, se decidió posponer el retorno originalmente previsto”.

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No se precisó la magnitud del daño ni el momento exacto del impacto. Hasta el martes, los informes oficiales mostraban a las tripulaciones del Shenzhou-20 y Shenzhou-21 realizando actividades conjuntas en la estación Tiangong, entre ellas la primera cocción de alimentos en un horno espacial desarrollado por China. Las imágenes difundidas por Xinhua mostraban una rutina normal de intercambio de mando y convivencia entre ambos equipos.

Sin embargo, el impacto con desechos —una amenaza cada vez más frecuente en la órbita baja terrestre— introdujo una variable crítica en la fase final de la misión. Según explicó el divulgador científico Yu Jun, conocido en la red social Weibo como Steed’s Scarf, si los análisis determinaran que el reingreso presenta riesgos excesivos, se activaría un “plan B” que incluye el despliegue de una nave de respaldo.

“El Shenzhou-22 y su lanzador Long March 2F están en modo de guardia de emergencia, listos para traer a nuestros astronautas a salvo si fuera necesario”, afirmó.

El avance de un programa estratégico

Desde el lanzamiento de su primer astronauta en 2003, China ha desarrollado uno de los programas espaciales más consistentes del siglo XXI. Hasta la fecha ha realizado 37 vuelos y seis misiones tripuladas, consolidando una infraestructura orbital propia en torno a la estación Tiangong —“palacio celestial”—, que opera en la órbita baja terrestre a unos 400 kilómetros de altura.

El comandante de la misión Shenzhou-20, Chen Dong, ostenta el récord nacional de permanencia acumulada en el espacio, con más de 380 días, y es también el astronauta chino con mayor cantidad de caminatas extravehiculares: seis. Su experiencia ha sido clave para coordinar la convivencia entre las dos tripulaciones mientras se completan los diagnósticos técnicos del vehículo afectado.

La construcción y mantenimiento de Tiangong constituye un pilar de la estrategia espacial china hacia 2030, año en el que Pekín se propone concretar su primera misión tripulada a la Luna. El desarrollo se enmarca en una política más amplia de autosuficiencia tecnológica, impulsada por las restricciones de cooperación impuestas por la legislación estadounidense que prohíbe a la NASA colaborar con instituciones chinas.

Ante ese aislamiento, China ha buscado fortalecer su red de cooperación con países de Asia, África y América Latina, ofreciendo acceso a experimentos y misiones conjuntas en la estación Tiangong.

La amenaza de los desechos orbitales

El episodio vuelve a poner en primer plano un problema creciente: la proliferación de desechos espaciales. Según la Oficina de Naciones Unidas para Asuntos del Espacio Ultraterrestre (UNOOSA), existen más de 36.000 objetos mayores a 10 centímetros orbitando la Tierra, junto a millones de fragmentos más pequeños capaces de causar daños severos por la velocidad que alcanzan en el espacio.

China ha sido tanto víctima como protagonista de este fenómeno. En 2007, una prueba antisatélite realizada por su ejército generó miles de fragmentos que aún hoy circulan en la órbita baja. Desde entonces, el país ha impulsado iniciativas para reducir el riesgo de colisiones y ha instalado sistemas de detección y evasión en sus vehículos más recientes.

El incidente del Shenzhou-20, aunque menor, refuerza la urgencia de establecer estándares globales de seguridad espacial. La Tiangong, junto con la Estación Espacial Internacional, opera en un entorno cada vez más congestionado por satélites comerciales, restos de cohetes y fragmentos de misiones pasadas.

La CMSA no ha fijado una nueva fecha de regreso para la tripulación. Mientras tanto, los tres astronautas permanecen a bordo de Tiangong junto a sus relevos, en un modo operativo extendido.

El episodio representa un desafío técnico, pero también una oportunidad para probar la capacidad de respuesta del sistema de respaldo que China desarrolló precisamente para escenarios de contingencia.

De confirmarse la activación del plan B, sería la primera vez que el país utilice una misión de rescate espacial en tiempo real, un hito que consolidaría su aspiración de autonomía completa en vuelos tripulados.

China, que alguna vez debió observar desde la distancia la cooperación internacional en la Estación Espacial Internacional, parece ahora enfrentarse a los mismos dilemas de madurez tecnológica que acompañaron a las potencias espaciales tradicionales: cómo proteger la vida humana en un entorno donde incluso una partícula milimétrica puede alterar el rumbo de una misión.

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