Un estudio publicado en la revista Demography analizó los censos realizados en Estados Unidos en 1940, 1970 y 1990 y las respuestas que dio la gente sobre los idiomas que hablaba. Los dos primeros censos revelaron el patrón de casi todos los inmigrantes que llegaban a Estados Unidos desde países como Alemania, Polonia, Italia y Grecia.
Algunos integrantes de la generación de inmigrantes hablaban inglés, pero preferían hablar a madre, especialmente en su casa. Sus hijos, en general, crecieron bilingües pero muchos optaron por hablar inglés, incluso con sus padres.
Cuando esa generación bilingüe formó familia propia, por lo general hablaba inglés en su casa. La consecuencia es que para la tercera generación, el patrón predominante el monolingüismo inglés. Y que el conocimiento de la lengua familiar es, en el mejor de los casos, fragmentado.
Usando los datos del censo de 1990, los investigadores quisieron ver si ocurría lo mismo con los inmigrantes de Cuba, México, China y otros países asiáticos. Para los nietos de los inmigrantes de Asia el patrón era el mismo: más de 90% hablaba solo inglés en su casa.
Para los hispano-parlantes, la pérdida del idioma de origen a través de las generaciones era más lenta: tres cuartas partes de la tercera generación de cubanos vivía en hogares donde solo se hablaba inglés y lo mismo ocurría con dos tercios de los mexicanos. De modo que el español de la tercera generación sobrevivía en una pequeña minoría de familias.
Muchos estudios demuestran que las lenguas heredadas se pierden casi totalmente en la tercera generación Por eso, aquellos que logran mantener vivos los dos idiomas harán un gran favor a sus hijos, porque el bilingüismo es una ventaja siempre, pero especialmente en el mercado laboral.