Mientras los observadores vacilan en calificar las actitudes públicas del banquero y titular de la SIDE, Fernando de Santibañes, entre sibilinas y cándidas, lo cierto es que el Presidente se vio forzado a acotarlas.
Su primera arremetida contra el ministerio de Economía ocurrió hace semanas en el canal oficial, donde afirmó que había fracasado en el recorte del gasto público. El domingo último, a pesar de las advertencias recibidas en la Casa Rosada, insistió en un reportaje periodístico en el tema. Sostuvo que el gobierno daba marcha atrás en el ajuste referido a la agencia Telam y a la imprenta del Congreso y que este tipo de titubeos constituían una señal negativa para los mercados inversores.
Desde la coalición oficial, la reacción no demoró demasiado.El senador Leopoldo Moreau descargó una dura réplica, mientras diputados del Frepaso, dispararon frontalmente sus argumentos.El legislador Rafael Flores llegó a pedirle la renuncia. También los medios registraron reacciones del vicepresidente, Carlos Alvarez y del ministro de Salud, Héctor Lombardo.
Pero en Balcarce 50 la actitud presidencial superó los habituales límites del estilo personal de De la Rúa, caracterizado por la morigeración y la prudencia política. Un comunicado firmado por el vocero Darío Lopérfido desautorizó de manera categórica al amigo y asesor del primer mandatario. Los términos no dejan lugar a dudas: “El presidente Fernando De la Rúa desconoce lo que allí se mencionada – por los dichos en la edición dominical de La Nación – y son temas ajenos a la competencia del jefe de la SIDE”.
Por si no fuera suficientemente explícito, el comunicado agrega que no existen influencias en el gobierno, que el Presidente resuelve la agenda en reunión de gabinete y que la prensa no es el mejor escenario para debatir temas de esa característica. Obviamente, las versiones sobre el alejamiento de Santibañes recrudecieron a partir de ayer.
Mientras los observadores vacilan en calificar las actitudes públicas del banquero y titular de la SIDE, Fernando de Santibañes, entre sibilinas y cándidas, lo cierto es que el Presidente se vio forzado a acotarlas.
Su primera arremetida contra el ministerio de Economía ocurrió hace semanas en el canal oficial, donde afirmó que había fracasado en el recorte del gasto público. El domingo último, a pesar de las advertencias recibidas en la Casa Rosada, insistió en un reportaje periodístico en el tema. Sostuvo que el gobierno daba marcha atrás en el ajuste referido a la agencia Telam y a la imprenta del Congreso y que este tipo de titubeos constituían una señal negativa para los mercados inversores.
Desde la coalición oficial, la reacción no demoró demasiado.El senador Leopoldo Moreau descargó una dura réplica, mientras diputados del Frepaso, dispararon frontalmente sus argumentos.El legislador Rafael Flores llegó a pedirle la renuncia. También los medios registraron reacciones del vicepresidente, Carlos Alvarez y del ministro de Salud, Héctor Lombardo.
Pero en Balcarce 50 la actitud presidencial superó los habituales límites del estilo personal de De la Rúa, caracterizado por la morigeración y la prudencia política. Un comunicado firmado por el vocero Darío Lopérfido desautorizó de manera categórica al amigo y asesor del primer mandatario. Los términos no dejan lugar a dudas: “El presidente Fernando De la Rúa desconoce lo que allí se mencionada – por los dichos en la edición dominical de La Nación – y son temas ajenos a la competencia del jefe de la SIDE”.
Por si no fuera suficientemente explícito, el comunicado agrega que no existen influencias en el gobierno, que el Presidente resuelve la agenda en reunión de gabinete y que la prensa no es el mejor escenario para debatir temas de esa característica. Obviamente, las versiones sobre el alejamiento de Santibañes recrudecieron a partir de ayer.
