Brasil no se opone a Cavallo

El ministro logró que Brasil no se opusiera a su plan económico y partirá en busca de obtener un franco apoyo de las autoridades políticas y de las empresas españolas.

24 marzo, 2001

No parece existir dudas de que Cavallo llegó con una estrategia de poder claramente establecida y con las ideas claras acerca de cómo encarar las variables que la situación política pueda establecer en el manejo de los tiempos.

Seguramente tenía prevista la resistencia que generaría su propuesta en la clase política argentina; tuvo tiempo de palparla desde su banca legislativa y mediante los permanentes contactos personales que mantiene de manera constante.

Si se analizan sus movimientos, puede advertirse que intenta un eventual flanqueo a los políticos, buscando apoyo en otros sectores de gravitación, con cuya suma aspira a convencerlos de que no hay alternativa a su recién iniciada gestión.

Uno de esos apoyos, tal vez el más efectivo psicológicamente, lo busca en los países más ligados por intereses con la Argentina; de ellos, era obvio que el más importante es Brasil.

Acompañado por el Canciller, Adalberto Rodríguez Giavarini, logró el jueves por la noche la aceptación – seguramente no exultante – de Fernando Henrique Cardoso al propósito de elevar los aranceles de los productos de consumo que se importan de países que no integran el Mercosur.

El respaldo de los vecinos se logró en el curso de una cena compartida por los viajeros con el ministro de Relaciones Exteriores brasileño, Celso Lafer y su colega de Economía, Pedro Malán.

Cavallo había auscultado el gobierno de Brasilia antes de viajar y aparecía seguro del éxito de su gestión; en el Aeroparque porteño declaró que iba a explicar las medidas decididas a las autoridades del país vecino y no hesitó en recordar que los brasileños hicieron caso omiso de la opinión de sus socios en el Mercosur cuando apostaron a su plan económico sin medir su incidencia en sus intereses.

El lunes, tiene previsto entrevistarse con el presidente del gobierno español, José María Aznar y representantes de grupos españoles que tienen importantes inversiones en la Argentina.

España jugó un papel preponderante en los organismos internacionales para lograr el blindaje solicitado por José Luis Machinea; incluso lo apoyó v con un crédito propio del orden de US$ 1.000 millones.

El periodismo madrileño ha destacado la imagen internacional del ministro argentino y lo proclama prácticamente como el único hombre que puede resolver la crisis de su país, apelando hasta a términos como “superministro” y “último cartucho”.

No son pocos los observadores españoles y porteños que recuerdan que Cavallo fue el único participante argentino invitado hace algunas semanas a la reunión de la Trilateral Comission, una suerte de foro supranacional que decida la marcha del mundo.

No parece existir dudas de que Cavallo llegó con una estrategia de poder claramente establecida y con las ideas claras acerca de cómo encarar las variables que la situación política pueda establecer en el manejo de los tiempos.

Seguramente tenía prevista la resistencia que generaría su propuesta en la clase política argentina; tuvo tiempo de palparla desde su banca legislativa y mediante los permanentes contactos personales que mantiene de manera constante.

Si se analizan sus movimientos, puede advertirse que intenta un eventual flanqueo a los políticos, buscando apoyo en otros sectores de gravitación, con cuya suma aspira a convencerlos de que no hay alternativa a su recién iniciada gestión.

Uno de esos apoyos, tal vez el más efectivo psicológicamente, lo busca en los países más ligados por intereses con la Argentina; de ellos, era obvio que el más importante es Brasil.

Acompañado por el Canciller, Adalberto Rodríguez Giavarini, logró el jueves por la noche la aceptación – seguramente no exultante – de Fernando Henrique Cardoso al propósito de elevar los aranceles de los productos de consumo que se importan de países que no integran el Mercosur.

El respaldo de los vecinos se logró en el curso de una cena compartida por los viajeros con el ministro de Relaciones Exteriores brasileño, Celso Lafer y su colega de Economía, Pedro Malán.

Cavallo había auscultado el gobierno de Brasilia antes de viajar y aparecía seguro del éxito de su gestión; en el Aeroparque porteño declaró que iba a explicar las medidas decididas a las autoridades del país vecino y no hesitó en recordar que los brasileños hicieron caso omiso de la opinión de sus socios en el Mercosur cuando apostaron a su plan económico sin medir su incidencia en sus intereses.

El lunes, tiene previsto entrevistarse con el presidente del gobierno español, José María Aznar y representantes de grupos españoles que tienen importantes inversiones en la Argentina.

España jugó un papel preponderante en los organismos internacionales para lograr el blindaje solicitado por José Luis Machinea; incluso lo apoyó v con un crédito propio del orden de US$ 1.000 millones.

El periodismo madrileño ha destacado la imagen internacional del ministro argentino y lo proclama prácticamente como el único hombre que puede resolver la crisis de su país, apelando hasta a términos como “superministro” y “último cartucho”.

No son pocos los observadores españoles y porteños que recuerdan que Cavallo fue el único participante argentino invitado hace algunas semanas a la reunión de la Trilateral Comission, una suerte de foro supranacional que decida la marcha del mundo.

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