viernes, 27 de diciembre de 2024

Crisis en Rusia: urgente rescate de bancos y un crimen político

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Este fin de semana se votó de urgencia una garantía estatal de depósitos. Con la Dumá en receso, Vladyímir Putin tiene manos libres para manejar la crisis. Pero un asesinato vinculado a la mafia empresaria enrarece el clima político y diplomático.

Esencialmente, la principal ley aprobada convierte al estado federal ruso en prestamista de última instancia para todo el sistema financiero, en cuanto a depósitos de ciudadanos. Pero las nuevas facultades presidenciales pueden extender el beneficio a pequeñas y medianas empresas.

Por supuesto, el poder ejecutivo delega funciones técnicas en el Banco Central de Rusia (BCR). Así, el emisor podrá asumir la restitución de ahorros que los particulares tengan en entidades privadas que caigan en bancarrota y no se hallen cubiertos por garantías ya establecidas en el régimen común de depósitos. Pese a algunos superficiales análisis publicados en Buenos Aires o Montevideo, el rescate no es como la “intangibilidad de depósitos” inventada –sin intenciones reales de cumplirla- por Domingo F.Cavallo hace casi tres años.

Por cierto, la reforma financiera moscovita (eso es, en rigor, el paquete votado, como lo señalan observadores alemanes, suecos y polacos) va más allá. Amén de vedar la confiscación de depósitos, obliga al BCR a devolverlos si el banco quiebra o se liquida.

Algunos expertos británicos y suizos creen que un precedente sentado antes del nuevo régimen es más peligroso. El viernes, el gigante estatal, VñeshtorgBank, compró 86% de GutaBank, que había cerrado el martes 6 por falta de efectivo (US$ 700 millones).

En medio de todo eso, el jueves, asesinaban en Moscú al periodista rusonorteamericano Paul Klebnikov. Era director del mensuario “Forbes” en ruso y había sido amenazado por varios oligarcas, entre ellos Borís Byeryezovsky (hoy en exilio londinense). “A alguien habrá molestado”, dijo éste al saber la noticia. Naturalmente, la embajada estadounidense pidió explicaciones al gobierno y la cámara de representantes exigió una investigación separada.

No es para menos, pues se trata del segundo ciudadano norteamericano liquidado por contrato. El anterior, Paul Tatum, fue eliminado en 1996 por un litigio sobre control de activos. Byeryezovsky mantenía un pleito de cinco años con Klebnikov, por sus denuncias en otros medios. A diferencia de la original, la “Forbes” rusa –lanzada hace seis meses- publica listas de los cien más ricos, pero con detalles sobre cómo llegaron a hacer fortuna.

“Fue el primero en revelar al mundo los reales alcances del saqueo habido en Rusia tras la licuación de la Unión Soviética”, señaló David Hooper, abogado de la víctima. Usando el término común tras las revoluciones de 1917 y retomado durante la época de Borís Yeltsin, oligarca (“kúlak” en ruso), Klebnikov y algunos colegas pusieron en evidencia los vasos comunicantes entre la “nueva clase” de potentados y dirigentes políticos.

Ambos grupos provenían de la “nomyenklatura”, o sea la élite del régimen posterior al asesinato de Józif Stalin (1953). El segundo, estaba más ligado al ex Partido Comunista y la administración pública de la URSS. El primero, en cambio, provenía de la burocracia a cargo de las empresas estatales y aprovechó la confusión de 1989 a 1996 para malvender activos, que compraba vía testaferros. Míjail Jodorokovski (Yukos, donde hubo dos asesinatos en 2003) y Byeryezovsky son los ejemplos principales.

Esencialmente, la principal ley aprobada convierte al estado federal ruso en prestamista de última instancia para todo el sistema financiero, en cuanto a depósitos de ciudadanos. Pero las nuevas facultades presidenciales pueden extender el beneficio a pequeñas y medianas empresas.

Por supuesto, el poder ejecutivo delega funciones técnicas en el Banco Central de Rusia (BCR). Así, el emisor podrá asumir la restitución de ahorros que los particulares tengan en entidades privadas que caigan en bancarrota y no se hallen cubiertos por garantías ya establecidas en el régimen común de depósitos. Pese a algunos superficiales análisis publicados en Buenos Aires o Montevideo, el rescate no es como la “intangibilidad de depósitos” inventada –sin intenciones reales de cumplirla- por Domingo F.Cavallo hace casi tres años.

Por cierto, la reforma financiera moscovita (eso es, en rigor, el paquete votado, como lo señalan observadores alemanes, suecos y polacos) va más allá. Amén de vedar la confiscación de depósitos, obliga al BCR a devolverlos si el banco quiebra o se liquida.

Algunos expertos británicos y suizos creen que un precedente sentado antes del nuevo régimen es más peligroso. El viernes, el gigante estatal, VñeshtorgBank, compró 86% de GutaBank, que había cerrado el martes 6 por falta de efectivo (US$ 700 millones).

En medio de todo eso, el jueves, asesinaban en Moscú al periodista rusonorteamericano Paul Klebnikov. Era director del mensuario “Forbes” en ruso y había sido amenazado por varios oligarcas, entre ellos Borís Byeryezovsky (hoy en exilio londinense). “A alguien habrá molestado”, dijo éste al saber la noticia. Naturalmente, la embajada estadounidense pidió explicaciones al gobierno y la cámara de representantes exigió una investigación separada.

No es para menos, pues se trata del segundo ciudadano norteamericano liquidado por contrato. El anterior, Paul Tatum, fue eliminado en 1996 por un litigio sobre control de activos. Byeryezovsky mantenía un pleito de cinco años con Klebnikov, por sus denuncias en otros medios. A diferencia de la original, la “Forbes” rusa –lanzada hace seis meses- publica listas de los cien más ricos, pero con detalles sobre cómo llegaron a hacer fortuna.

“Fue el primero en revelar al mundo los reales alcances del saqueo habido en Rusia tras la licuación de la Unión Soviética”, señaló David Hooper, abogado de la víctima. Usando el término común tras las revoluciones de 1917 y retomado durante la época de Borís Yeltsin, oligarca (“kúlak” en ruso), Klebnikov y algunos colegas pusieron en evidencia los vasos comunicantes entre la “nueva clase” de potentados y dirigentes políticos.

Ambos grupos provenían de la “nomyenklatura”, o sea la élite del régimen posterior al asesinato de Józif Stalin (1953). El segundo, estaba más ligado al ex Partido Comunista y la administración pública de la URSS. El primero, en cambio, provenía de la burocracia a cargo de las empresas estatales y aprovechó la confusión de 1989 a 1996 para malvender activos, que compraba vía testaferros. Míjail Jodorokovski (Yukos, donde hubo dos asesinatos en 2003) y Byeryezovsky son los ejemplos principales.

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