viernes, 27 de diciembre de 2024

Enésimo déficit externo récord registrado en Estados Unidos

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El primer trimestre (segundo del ejercicio fiscal 2005) acumuló un rojo de US$ 195.100 millones en intercambio y flujos de capital con el mundo. Así informó el departamento federal de Comercio. Se teme que la economía no soporte la presión.

Si las tendencias continúan así, el déficit de pagos externos en cuenta corriente podría sumar US$ 780.000 millones este año. Ello representaría un salto de 26,4% sobre el rojo de 2004, que también era récord (US$ 617.000 millones). Aunque la segunda economía del mundo continúe atrayendo inversión externa –más colocaciones financieras que directas- y el desequilibrio comercial haya cedido un poco, el trasfondo es grave.

El problema es un contexto donde prima un sesgo alarmante en cuenta corriente, indicador clave. En este momento, su déficit equivale a 6,4% del producto bruto interno. Hasta su conversión al “optimismo fundamentalista”, Alan Greenspan solía decir que “por encima de 5% del PBI, el rojo en pagos externos es muy peligroso”.

“Sin duda, ese déficit no puede seguir así el tiempo que suponen la Casa Blanca o la Reserva Federal”, sostiene Daniel Griswold, director de estudios económicos en el Cato Institute, entidad archiconservadora que suele ser optimista sobre el comercio norteamericano. “El descenso internacional del dólar, interrumpido en abril, recién empezaba a resolver desequilibrios en el intercambio con China, Japón e India. Pero –apunta el analista- ahora la moneda sube contra el euro, el yen, la libra y el franco suizo”.

No obstante, a medida como se debilita en las encuestas, el gobierno de George W.Bush insiste en que ese enorme déficit es una “clara señal de fortaleza, no de vulnerabilidad”. Así decía el lunes John Snow, secretario de Hacienda.

La realidad es distinta. Como señalan “The economist” o la prensa suiza, EE.UU. tiene una economía capaz de resistir ese tipo de rojos mejor que la Unión Europea. En parte, porque los norteamericanos tienden a comprar bienes y servicios importados, más que otras economías centrales. Pero eso no significa que su gigantesco déficit sea signo de solidez estructural”.

La tesis de moda en Washington admite ese matiz. A tal punto que Benjamin Bernanke, ex director de la RF y actual jefe de asesores económicos de Bush, responsabiliza a la UE, Japón y China por el desequilbrio externo norteamericano. “Esos países debieran restructurar sus economías y comenzar a comprarnos muchos más productos y servicios”, afirma.

Mientras tanto, EE.UU. debe seguir endeudándose, a razón de US$ 2.100 millones diarios sólo para mantenerse a flote. Se trata del cálculo más reciente en la materia, hecho por Stuart Hoffmann, analista jefe de la consultora PNC Financial (Pittsburgh). No existe economista serio que vea en eso un síntoma de fortaleza estructural. Por el contrario, la mayoría cree que Washington precisa ahorrar más y gastar menos, mucho menos. Pero algunos oponen un repato: estos impresionante déficit no se ha originado en el escaso ahorro del público, sino en la dispendiosidad del gobierno.

Si las tendencias continúan así, el déficit de pagos externos en cuenta corriente podría sumar US$ 780.000 millones este año. Ello representaría un salto de 26,4% sobre el rojo de 2004, que también era récord (US$ 617.000 millones). Aunque la segunda economía del mundo continúe atrayendo inversión externa –más colocaciones financieras que directas- y el desequilibrio comercial haya cedido un poco, el trasfondo es grave.

El problema es un contexto donde prima un sesgo alarmante en cuenta corriente, indicador clave. En este momento, su déficit equivale a 6,4% del producto bruto interno. Hasta su conversión al “optimismo fundamentalista”, Alan Greenspan solía decir que “por encima de 5% del PBI, el rojo en pagos externos es muy peligroso”.

“Sin duda, ese déficit no puede seguir así el tiempo que suponen la Casa Blanca o la Reserva Federal”, sostiene Daniel Griswold, director de estudios económicos en el Cato Institute, entidad archiconservadora que suele ser optimista sobre el comercio norteamericano. “El descenso internacional del dólar, interrumpido en abril, recién empezaba a resolver desequilibrios en el intercambio con China, Japón e India. Pero –apunta el analista- ahora la moneda sube contra el euro, el yen, la libra y el franco suizo”.

No obstante, a medida como se debilita en las encuestas, el gobierno de George W.Bush insiste en que ese enorme déficit es una “clara señal de fortaleza, no de vulnerabilidad”. Así decía el lunes John Snow, secretario de Hacienda.

La realidad es distinta. Como señalan “The economist” o la prensa suiza, EE.UU. tiene una economía capaz de resistir ese tipo de rojos mejor que la Unión Europea. En parte, porque los norteamericanos tienden a comprar bienes y servicios importados, más que otras economías centrales. Pero eso no significa que su gigantesco déficit sea signo de solidez estructural”.

La tesis de moda en Washington admite ese matiz. A tal punto que Benjamin Bernanke, ex director de la RF y actual jefe de asesores económicos de Bush, responsabiliza a la UE, Japón y China por el desequilbrio externo norteamericano. “Esos países debieran restructurar sus economías y comenzar a comprarnos muchos más productos y servicios”, afirma.

Mientras tanto, EE.UU. debe seguir endeudándose, a razón de US$ 2.100 millones diarios sólo para mantenerse a flote. Se trata del cálculo más reciente en la materia, hecho por Stuart Hoffmann, analista jefe de la consultora PNC Financial (Pittsburgh). No existe economista serio que vea en eso un síntoma de fortaleza estructural. Por el contrario, la mayoría cree que Washington precisa ahorrar más y gastar menos, mucho menos. Pero algunos oponen un repato: estos impresionante déficit no se ha originado en el escaso ahorro del público, sino en la dispendiosidad del gobierno.

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