Su mensaje estaba dirigido a la Comisión Europea, cuya presidencia le corresponderá
a Italia durante seis meses, a partir de julio. No es la primera vez que Berlusconi
propone “un poco más de déficit e inflación y una rebaja
de tasas referenciales” para sacar a Eurolandia -los 12- del estancamiento
y la deflación. Sólo que, ahora, Roma prepara un “protoplán”
más o menos neokeinesiano, que espanta a Berlín y pone en aprietos
a París.
También ayer, Alan Greenspan (Sistema de Reserva Federal) y Willem Duisenberg
(Banco Central Europeo) replicaban dando una señal idéntica pero
opuesta. En efecto, ambos dejaron trascender que reducirían las tasas
básicas. Pero, mientras la medida europea -donde el nivel referencial
es 2,5% anual- estimularía una economía estancada frenando el
avance del euro, la rebaja norteamericana (el tipo básico está
en apenas 1,25%) simplemente debilitaría aun más el dólar
y fomentaría el “supereuro”. En otras palabras, el republicano
Greenspan operaría para la campaña electoral de George W. Bush
(que necesita promover exportaciones con un dólar barato).
El lunes, la oficina estadística de la Unión Europea revelaba
que, en mayo, el ritmo anual de inflación regional había cedido
de 2,1 a 1,9%. Es decir, quedaba bajo la obsesiva meta de 2% que impone el pacto
de 1994. De inmediato, las principales bolsas experimentaron una desmedida reacción
eufórica, que se diluía ayer. Los operadores sabían ya
que Bruselas buscaba cómo retocar el compromiso de estabilidad y desinflar
el supereuro. A su vez, en Evian preocupaba más la vulnerabilidad del
dólar, es decir de la economía norteamericana.
Anoche quedaba claro que, más acá de discursos bienintencionados,
Estados Unidos presiona por un euro a más de US 1,40. Para lograr la
reelección, Bush debe reactivar algún sector de la economía
real, pues victorias bélicas y burbujas bursátiles no alcanzan
para ganar votos (como lo sabe Bush padre). “Washington operará
para sofocar cualquier señal de repunte económico global”.
Así señalaba el “Wall Street Journal”, vocero del propio
mercado neoyorquino, que daba señales de vacilar. Según un miembro
de la delegación japonesa, “en este momento, el SRF (Sistema de
la Reserva Federal) carece de margen político para frenar el deterioro
del dólar. Por el contrario, al BCE le bastaría rebajar la tasa
referencial para que el euro retrocediese a US$ 1,08/10”. Para horror de
los banqueros ultraortodoxos -alemanes, holandeses, británicos-, varios
miembros de la CE buscan modos de modificar los compromisos de Maastricht. Entre
otras razones, porque podrían acabar frustrando la ampliación
de la UE y porque el BCE se aferra a una política antiinflacionaria que
agrava la deflación, fenómeno mucho más peligroso.
En medio de todo eso, se difundió una encuesta dirigida por Madelain
Albright -fue secretaría de Estado con William Clinton-, hecha por el
Pew Global Attitude Project entre 16.000 personas de veinte países. Los
resultados indican que la imagen de EE.UU. ha caído en todo el planeta
(por supuesto, mucho más en el mundo musulmán). Dirigentes como
Jacques Chirac, Vladyímir Putin, Kofi Annan (ONU) y hasta Tony Blair
gozan de mayor predicamento que Bush.
Su mensaje estaba dirigido a la Comisión Europea, cuya presidencia le corresponderá
a Italia durante seis meses, a partir de julio. No es la primera vez que Berlusconi
propone “un poco más de déficit e inflación y una rebaja
de tasas referenciales” para sacar a Eurolandia -los 12- del estancamiento
y la deflación. Sólo que, ahora, Roma prepara un “protoplán”
más o menos neokeinesiano, que espanta a Berlín y pone en aprietos
a París.
También ayer, Alan Greenspan (Sistema de Reserva Federal) y Willem Duisenberg
(Banco Central Europeo) replicaban dando una señal idéntica pero
opuesta. En efecto, ambos dejaron trascender que reducirían las tasas
básicas. Pero, mientras la medida europea -donde el nivel referencial
es 2,5% anual- estimularía una economía estancada frenando el
avance del euro, la rebaja norteamericana (el tipo básico está
en apenas 1,25%) simplemente debilitaría aun más el dólar
y fomentaría el “supereuro”. En otras palabras, el republicano
Greenspan operaría para la campaña electoral de George W. Bush
(que necesita promover exportaciones con un dólar barato).
El lunes, la oficina estadística de la Unión Europea revelaba
que, en mayo, el ritmo anual de inflación regional había cedido
de 2,1 a 1,9%. Es decir, quedaba bajo la obsesiva meta de 2% que impone el pacto
de 1994. De inmediato, las principales bolsas experimentaron una desmedida reacción
eufórica, que se diluía ayer. Los operadores sabían ya
que Bruselas buscaba cómo retocar el compromiso de estabilidad y desinflar
el supereuro. A su vez, en Evian preocupaba más la vulnerabilidad del
dólar, es decir de la economía norteamericana.
Anoche quedaba claro que, más acá de discursos bienintencionados,
Estados Unidos presiona por un euro a más de US 1,40. Para lograr la
reelección, Bush debe reactivar algún sector de la economía
real, pues victorias bélicas y burbujas bursátiles no alcanzan
para ganar votos (como lo sabe Bush padre). “Washington operará
para sofocar cualquier señal de repunte económico global”.
Así señalaba el “Wall Street Journal”, vocero del propio
mercado neoyorquino, que daba señales de vacilar. Según un miembro
de la delegación japonesa, “en este momento, el SRF (Sistema de
la Reserva Federal) carece de margen político para frenar el deterioro
del dólar. Por el contrario, al BCE le bastaría rebajar la tasa
referencial para que el euro retrocediese a US$ 1,08/10”. Para horror de
los banqueros ultraortodoxos -alemanes, holandeses, británicos-, varios
miembros de la CE buscan modos de modificar los compromisos de Maastricht. Entre
otras razones, porque podrían acabar frustrando la ampliación
de la UE y porque el BCE se aferra a una política antiinflacionaria que
agrava la deflación, fenómeno mucho más peligroso.
En medio de todo eso, se difundió una encuesta dirigida por Madelain
Albright -fue secretaría de Estado con William Clinton-, hecha por el
Pew Global Attitude Project entre 16.000 personas de veinte países. Los
resultados indican que la imagen de EE.UU. ha caído en todo el planeta
(por supuesto, mucho más en el mundo musulmán). Dirigentes como
Jacques Chirac, Vladyímir Putin, Kofi Annan (ONU) y hasta Tony Blair
gozan de mayor predicamento que Bush.