El actual clima de incertidumbres, rumores y especulaciones se parece al creado
por ciertas bancas y firmas de valores internacionales cuando Luiz Inácio
de Silva (Lula) avanzaba en las encuestas electorales. Ahora, los operadores -con
ayuda de medios conservadores en todo el Mercosur- buscan debilitar al gobierno
y obligarlo a armar un equipo económico más afín a los mercados.
En esta fase, se difunden versiones sobre renuncia de Palocci -ayer se desmintió
la primera- , un ministro cuya actuación no es justamente brillante.
No por casualidad, Merrill Lynch redujo la nota a los bonos federales y los
declaró “sobrepreciados” en relación con papeles similares
de emisores emergentes.
“Los problemas políticos que afrontan las reformas y las tensiones
sociales subrayan la escasa firmeza del gobierno”, sostenía un analista
de Hongkong & Shanghai Banking Corporation (HSBC). “Tampoco queda claro
para dónde va o quién maneja el errático oficialismo parlamentario”,
señalaba un colega holandés.
Sin embargo, “los factores financieros fundamentales marchan bien. La
balanza comercial -indica un informe de Lloyd´s Bank TSB-, los pagos corrientes
y las reservas disponibles muestran números positivos”. Esta fuente
y la consultora Global Invest comparten una visión casi opuesta a la
de los operadores: “el Banco Central ha caído en una trampa tendida
por el mercado y pretende mantener un débil crecimiento con medidas demasiado
ortodoxas”.
Por su parte, los habituales voceros del sector bursátil “anticipan”
un dólar a R 3,40 para fin de año. El objeto es presionar al BC
para que no siga rebajando las tasas referenciales. En este plano, el mercado
va contra recomendaciones del Fondo Monetario Internacional, quizá porque
el arbitraje de bonos brasileños contra norteamericanos y argentinos
es el negocio más fácil y rentable del momento.
El actual clima de incertidumbres, rumores y especulaciones se parece al creado
por ciertas bancas y firmas de valores internacionales cuando Luiz Inácio
de Silva (Lula) avanzaba en las encuestas electorales. Ahora, los operadores -con
ayuda de medios conservadores en todo el Mercosur- buscan debilitar al gobierno
y obligarlo a armar un equipo económico más afín a los mercados.
En esta fase, se difunden versiones sobre renuncia de Palocci -ayer se desmintió
la primera- , un ministro cuya actuación no es justamente brillante.
No por casualidad, Merrill Lynch redujo la nota a los bonos federales y los
declaró “sobrepreciados” en relación con papeles similares
de emisores emergentes.
“Los problemas políticos que afrontan las reformas y las tensiones
sociales subrayan la escasa firmeza del gobierno”, sostenía un analista
de Hongkong & Shanghai Banking Corporation (HSBC). “Tampoco queda claro
para dónde va o quién maneja el errático oficialismo parlamentario”,
señalaba un colega holandés.
Sin embargo, “los factores financieros fundamentales marchan bien. La
balanza comercial -indica un informe de Lloyd´s Bank TSB-, los pagos corrientes
y las reservas disponibles muestran números positivos”. Esta fuente
y la consultora Global Invest comparten una visión casi opuesta a la
de los operadores: “el Banco Central ha caído en una trampa tendida
por el mercado y pretende mantener un débil crecimiento con medidas demasiado
ortodoxas”.
Por su parte, los habituales voceros del sector bursátil “anticipan”
un dólar a R 3,40 para fin de año. El objeto es presionar al BC
para que no siga rebajando las tasas referenciales. En este plano, el mercado
va contra recomendaciones del Fondo Monetario Internacional, quizá porque
el arbitraje de bonos brasileños contra norteamericanos y argentinos
es el negocio más fácil y rentable del momento.