Fondos ultraespeculativos volátiles y su mentalidad de manada

Wall Street vivía, hasta hace poco, un furor por fondos de cobertura –derivados sobre futuros y opciones- basados en estrategias cuantitativas de inversión vía computadoras. Este segmento viene capotando desde julio.

15 agosto, 2007

Sus managers se reclutan en mesas de grandes bancas de inversión como Goldman Sachs, Bear Stearns (ambas hoy en problemas) o Morgan Stanley. Todos operan empleando similares modelos computados. Por ende, la presente volatilidad golpea no sólo a fondos ultraespeculativos, sino también a las mismas mesas de los bancos. Eso determina pérdidas accionarias superiores a 4% sufridas por entidades importantes –Crédit Suisse, UBS, BNP Paribas-, solamente el martes 14.

“Esa gente se conoce entre sí, sale de las mismas escuelas de negocios y comparte las mismas estrategias. Inclusive se emborrachan juntos después de hora en bares exclusivos”. Así describe a esa “nueva clase” Ernest Chan, consultor en operaciones cuantitativas que ha trabajado para Morgan Stanley y Crédit Suisse.

Dado que el método cuantitativo es típico de los esquemas inversores usados por grandes fondos de cobertura, se ha hecho fácil de copiar y seguir. Resultado: una tendencia al “efecto manada” que aumenta volatilidad en los mercados y, para varios fondos ultraespeculativos, ha multiplicado perdidas durante agosto.

Amplios altibajos en acciones y bonos se han vuelto normales, en tanto el temor a la crisis hipotecaria se contagia a otros segmentos y geografías. Un síntoma común en Wall Street o Londres suele ser la abrupta alza o caída de precios al fin de cada rueda. Muchos expertos las atribuyen a los modelos computados, capaces de mover en segundos enormes volúmenes de transacciones.

Según Chan, esa inclinación a comprar o vender en manada, típica de inversores, intermediarios y apostadores, usa esquemas similares y es una trampa. Puede convertir una baja normal en un derrumbe generalizado. “Si todos los modelos, o sea todas la máquinas, ordenan comprar ¿quién se anima a vender?”, apunta el especialista.

Los problemas de los fondos cuantitativos reflejan los de todo el sector. De hecho, muchos fondos de cobertura vienen experimentando notables caídas desde junio, mientras se secan los mercados de crédito. Éste puede ser el peor año para la gama entera.

Pese a las enormes sumas implicadas, entre US$ 250.000 y 500.000 millones –depende de la fuente-, los apostadores cualitativos forman un pequeño circulo, que vincula las mesas de los bancos con los mayores fondos de cobertura. Es un grupo inmaduro, sin conciencia del peligro. Por ejemplo, Clifford Asness, graduado en análisis financiero (Chicago) maneja AQR Capital, un fondo venia perdiendo 13% hasta el 14 de agosto. También creó Global Alpha para Goldman Sachs, que administra US$ 9.000 millones, ha perdido 11% en el mes –cifra que proyecta 30% en el año- y tiene problemas de subsistencia.

Como se sabe, los fondos de cobertura trabajan con instrumentos derivados y, al 30 de junio, representaban una masa de US$ 1,7 billones, más del doble que hace cinco años. Por supuesto, cada dólar básico puede generar hasta cuarenta o cincuenta de aire. En varios aspectos, el malestar de fondos que dependen de computadoras es culpa de quienes los manejan y se ven ante una marea de inversores en pos de retornos tan altos como veloces.

Por consiguiente, emplean sus modelos para hacer apuestas cada vez más riesgosas siguiendo tendencias hora a hora. Este sistema parece ir en contra de una filosofía que fundamenta el esquema cuantitativo, llamada “arbitraje estadístico”. Se trata de una estrategia bastante directa e implica comprar un título y revenderlo rápidamente, explotando la capacidad del ordenador (su programa) para detectar diferencias en segundos. Esta estrategia por lo común aporta liquidez virtual al mercado comprando papeles en baja para revenderlos en alza o viceversa.

Pero el sistema no suele deparar altos retornos. Por ende, los inversores cuantitativos han expandido sus modelos computados para incluir apuestas en segmentos tan resbaladizos como títulos hipotecarios, derivados o materias primas. “Uno puede crear modelos informáticos para cualquier rubro negociable, aun el más volátil. Esto explica la actual ola de pérdidas”, señala Chan.

Sus managers se reclutan en mesas de grandes bancas de inversión como Goldman Sachs, Bear Stearns (ambas hoy en problemas) o Morgan Stanley. Todos operan empleando similares modelos computados. Por ende, la presente volatilidad golpea no sólo a fondos ultraespeculativos, sino también a las mismas mesas de los bancos. Eso determina pérdidas accionarias superiores a 4% sufridas por entidades importantes –Crédit Suisse, UBS, BNP Paribas-, solamente el martes 14.

“Esa gente se conoce entre sí, sale de las mismas escuelas de negocios y comparte las mismas estrategias. Inclusive se emborrachan juntos después de hora en bares exclusivos”. Así describe a esa “nueva clase” Ernest Chan, consultor en operaciones cuantitativas que ha trabajado para Morgan Stanley y Crédit Suisse.

Dado que el método cuantitativo es típico de los esquemas inversores usados por grandes fondos de cobertura, se ha hecho fácil de copiar y seguir. Resultado: una tendencia al “efecto manada” que aumenta volatilidad en los mercados y, para varios fondos ultraespeculativos, ha multiplicado perdidas durante agosto.

Amplios altibajos en acciones y bonos se han vuelto normales, en tanto el temor a la crisis hipotecaria se contagia a otros segmentos y geografías. Un síntoma común en Wall Street o Londres suele ser la abrupta alza o caída de precios al fin de cada rueda. Muchos expertos las atribuyen a los modelos computados, capaces de mover en segundos enormes volúmenes de transacciones.

Según Chan, esa inclinación a comprar o vender en manada, típica de inversores, intermediarios y apostadores, usa esquemas similares y es una trampa. Puede convertir una baja normal en un derrumbe generalizado. “Si todos los modelos, o sea todas la máquinas, ordenan comprar ¿quién se anima a vender?”, apunta el especialista.

Los problemas de los fondos cuantitativos reflejan los de todo el sector. De hecho, muchos fondos de cobertura vienen experimentando notables caídas desde junio, mientras se secan los mercados de crédito. Éste puede ser el peor año para la gama entera.

Pese a las enormes sumas implicadas, entre US$ 250.000 y 500.000 millones –depende de la fuente-, los apostadores cualitativos forman un pequeño circulo, que vincula las mesas de los bancos con los mayores fondos de cobertura. Es un grupo inmaduro, sin conciencia del peligro. Por ejemplo, Clifford Asness, graduado en análisis financiero (Chicago) maneja AQR Capital, un fondo venia perdiendo 13% hasta el 14 de agosto. También creó Global Alpha para Goldman Sachs, que administra US$ 9.000 millones, ha perdido 11% en el mes –cifra que proyecta 30% en el año- y tiene problemas de subsistencia.

Como se sabe, los fondos de cobertura trabajan con instrumentos derivados y, al 30 de junio, representaban una masa de US$ 1,7 billones, más del doble que hace cinco años. Por supuesto, cada dólar básico puede generar hasta cuarenta o cincuenta de aire. En varios aspectos, el malestar de fondos que dependen de computadoras es culpa de quienes los manejan y se ven ante una marea de inversores en pos de retornos tan altos como veloces.

Por consiguiente, emplean sus modelos para hacer apuestas cada vez más riesgosas siguiendo tendencias hora a hora. Este sistema parece ir en contra de una filosofía que fundamenta el esquema cuantitativo, llamada “arbitraje estadístico”. Se trata de una estrategia bastante directa e implica comprar un título y revenderlo rápidamente, explotando la capacidad del ordenador (su programa) para detectar diferencias en segundos. Esta estrategia por lo común aporta liquidez virtual al mercado comprando papeles en baja para revenderlos en alza o viceversa.

Pero el sistema no suele deparar altos retornos. Por ende, los inversores cuantitativos han expandido sus modelos computados para incluir apuestas en segmentos tan resbaladizos como títulos hipotecarios, derivados o materias primas. “Uno puede crear modelos informáticos para cualquier rubro negociable, aun el más volátil. Esto explica la actual ola de pérdidas”, señala Chan.

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