Un estudio realizado por Adrian Savage, presidente de PNA Inc., una
consultora con base en Nueva Jersey especializada en sucesión gerencial,
retención de empleados y utilización de talento, sugiere que esta
crisis en el gobierno de la empresa es atribuible a un desequilibrio en los
valores de los líderes empresariales.
Savage encuestó a unos 200 altos ejecutivos para tratar de identificar
los rasgos y competencias que caracterizan a los líderes naturales.
Según él, los problemas que afectan hoy a las empresas y a Wall
Street surgen de la "irracional exuberancia del pasado reciente",
la cual creó un desequilibrio que permitió que crecieran y se
descontrolaran ciertos valores. Aunque reconoce que la motivación de
lograr resultados es algo positivo, cree que debe moderarse para que la persona
no sienta que el fin justifica casi cualquier medio.
"Un impulso incontrolado hacia los logros se convierte rápidamente
en obsesión, porque se olvidan los triunfos pasados y sólo el
próximo podrá calmar la sed de demostrarse a uno mismo que es
mejor que otra persona". Savage identificó en su estudio que el
deseo de excitarse o energizarse con lo que uno hace es lo llevó a muchos
hasta entonces héroes, a buscar el aumento de crecimiento hasta llevarlo
a un punto insostenible, y luego a recurrir a estratagemas contables o al fraude
liso y llano para cubrir sus errores.
No todos los ejecutivos cayeron en esta trampa mental. Esto se debe, deduce
el estudio, a que la mayoría de los ejecutivos mantiene una conducta
contenida y adecuada con respecto a otros dos valores: justicia y equidad. Esos
dos valores actúan para equilibrar el efecto del logro y el entusiasmo,
desalentando la convicción de que el fin justifica los medios.
"Como ocurre con la gente en general, la mayoría de los ejecutivos
tiene normas bastante claras sobre lo que es conducta aceptable en una empresa.
Son esas normas internas, y no reglas dispuestas por la SEC o el Congreso, lo
que les impide caer en los excesos. Su impulso por el logro es contrabalanceado
por su preocupación por ser un buen ciudadano empresario".
Savage informa que su investigación también identificó
"puntos ciegos" en algunos ejecutivos, o sea, valores que el individuo
ve simplemente como intrascendentes o irrelevantes. Según el autor, algunos
de los ejecutivos encuestados mostraron dos puntos ciegos en común: la
consideración por las reglas y las tradiciones y el respeto por las obligaciones.
"Esto no quiere decir que no les interesen esos valores, sino más
bien sugiere que los ven como triviales, y por lo tanto, no los toman en cuenta
tanto como para contener su obsesión por los logros."
Según el autor de la investigación, "valorar las tradiciones
o las reglas habría impedido escándalos como Enron y Arthur Andersen
porque los responsables habrían tenido en cuenta su obligación
para con los accionistas y los empleados.
Savage cita a Shakespeare para enunciar su moraleja: "el equilibrio lo
es todo".
Condensado de MWorld
Con autorización de la
American Management Association
Un estudio realizado por Adrian Savage, presidente de PNA Inc., una
consultora con base en Nueva Jersey especializada en sucesión gerencial,
retención de empleados y utilización de talento, sugiere que esta
crisis en el gobierno de la empresa es atribuible a un desequilibrio en los
valores de los líderes empresariales.
Savage encuestó a unos 200 altos ejecutivos para tratar de identificar
los rasgos y competencias que caracterizan a los líderes naturales.
Según él, los problemas que afectan hoy a las empresas y a Wall
Street surgen de la "irracional exuberancia del pasado reciente",
la cual creó un desequilibrio que permitió que crecieran y se
descontrolaran ciertos valores. Aunque reconoce que la motivación de
lograr resultados es algo positivo, cree que debe moderarse para que la persona
no sienta que el fin justifica casi cualquier medio.
"Un impulso incontrolado hacia los logros se convierte rápidamente
en obsesión, porque se olvidan los triunfos pasados y sólo el
próximo podrá calmar la sed de demostrarse a uno mismo que es
mejor que otra persona". Savage identificó en su estudio que el
deseo de excitarse o energizarse con lo que uno hace es lo llevó a muchos
hasta entonces héroes, a buscar el aumento de crecimiento hasta llevarlo
a un punto insostenible, y luego a recurrir a estratagemas contables o al fraude
liso y llano para cubrir sus errores.
No todos los ejecutivos cayeron en esta trampa mental. Esto se debe, deduce
el estudio, a que la mayoría de los ejecutivos mantiene una conducta
contenida y adecuada con respecto a otros dos valores: justicia y equidad. Esos
dos valores actúan para equilibrar el efecto del logro y el entusiasmo,
desalentando la convicción de que el fin justifica los medios.
"Como ocurre con la gente en general, la mayoría de los ejecutivos
tiene normas bastante claras sobre lo que es conducta aceptable en una empresa.
Son esas normas internas, y no reglas dispuestas por la SEC o el Congreso, lo
que les impide caer en los excesos. Su impulso por el logro es contrabalanceado
por su preocupación por ser un buen ciudadano empresario".
Savage informa que su investigación también identificó
"puntos ciegos" en algunos ejecutivos, o sea, valores que el individuo
ve simplemente como intrascendentes o irrelevantes. Según el autor, algunos
de los ejecutivos encuestados mostraron dos puntos ciegos en común: la
consideración por las reglas y las tradiciones y el respeto por las obligaciones.
"Esto no quiere decir que no les interesen esos valores, sino más
bien sugiere que los ven como triviales, y por lo tanto, no los toman en cuenta
tanto como para contener su obsesión por los logros."
Según el autor de la investigación, "valorar las tradiciones
o las reglas habría impedido escándalos como Enron y Arthur Andersen
porque los responsables habrían tenido en cuenta su obligación
para con los accionistas y los empleados.
Savage cita a Shakespeare para enunciar su moraleja: "el equilibrio lo
es todo".
Condensado de MWorld
Con autorización de la
American Management Association