Heathrow: el caos de normas perturba a la gente de negocios

James Kelly perdió un día extra en Londres por el privilegio de usar su propia computadora portátil. ¿Por qué? Porque las autoridades de Heathrow tardaron ese tiempo en levantar la veda sobre “laptops” abordo. Era apenas un caso.

16 agosto, 2006

Este ingeniero de sistemas debió cambiar su reserva a San Francisco. Como les ocurría a muchos otros, no podía enviar la PC personal a la zona de carga, porque arriesgaba serios daños. “Si vuelven a imponer pautas tan absurdas como éstas, dejaré de volar”, protestó ante un periodista.

La confusión reinante en el principal aeropuerto londinense había hecho extraviar más de 12.000 piezas de equipaje hasta la noche del miércoles. Entretanto, las normas de seguridad cambiaban de un momento a otro. Así, mientras se permitían las computadoras portátiles, aparecían nuevas restricciones sobre tamaño y contenido de los equipajes manuales.

Por supuesto, no todo el público parecía dispuesto a modificar de golpe sus hábitos de vuelo, especialmente en primera clase y clase ejecutiva. La nuevas pautas y el lento escrutinio de efectos perjudican especialmente a los hombres de negocios, vitales para las ganancias de las aerolíneas. Con frecuencia, este grupo trabaja a bordo y necesita varios elementos, amén de “laptops”.

En Heathrow, los pasajeros pueden ahora llevar una sola pieza de mano, cuyo tamaño es apenas la mitad del común hasta el 10 de agosto. Tras descubrirse un impresionante plan terrorista para destruir diez aviones en vuelos transatlánticos, Gran Bretaña y Estados Unidos impusieron draconianas restricciones al público. La Unión Europea, Asia oriental y Latinoamérica también lo han hecho, pero con menor rigidez y sin continuas modificaciones.

Londres sostiene que todavía existen grandes posibilidades de otro intento terrorista, por lo cual las empresas temen que se vuelva a los extremos de seguridad imperantes durante el fin de semana. Entretanto, British Airways cancelaba 52 vueltos desde aeropuertos locales y se declaró dispuesta a litigar contra BAA, operadora de Heathrow, por daños y perjuicios.

Por otra parte, los “ferries” que cruzan el golfo de Vizcaya, el mar de Irlanda y el del Norte están aprovechando la pérdida de pasajeros en rutas aéreas de cabotaje. Se les agotan lugares y están incorporando unidades a las flotillas. Otro efecto es la congestión en el túnel bajo la Mancha: mucha gente se translada al continente, cuyas medidas de seguridad en vuelos de largo alcance no son tan molestas. Salvo en rutas al Mediterráneo oriental y Levante.

Este ingeniero de sistemas debió cambiar su reserva a San Francisco. Como les ocurría a muchos otros, no podía enviar la PC personal a la zona de carga, porque arriesgaba serios daños. “Si vuelven a imponer pautas tan absurdas como éstas, dejaré de volar”, protestó ante un periodista.

La confusión reinante en el principal aeropuerto londinense había hecho extraviar más de 12.000 piezas de equipaje hasta la noche del miércoles. Entretanto, las normas de seguridad cambiaban de un momento a otro. Así, mientras se permitían las computadoras portátiles, aparecían nuevas restricciones sobre tamaño y contenido de los equipajes manuales.

Por supuesto, no todo el público parecía dispuesto a modificar de golpe sus hábitos de vuelo, especialmente en primera clase y clase ejecutiva. La nuevas pautas y el lento escrutinio de efectos perjudican especialmente a los hombres de negocios, vitales para las ganancias de las aerolíneas. Con frecuencia, este grupo trabaja a bordo y necesita varios elementos, amén de “laptops”.

En Heathrow, los pasajeros pueden ahora llevar una sola pieza de mano, cuyo tamaño es apenas la mitad del común hasta el 10 de agosto. Tras descubrirse un impresionante plan terrorista para destruir diez aviones en vuelos transatlánticos, Gran Bretaña y Estados Unidos impusieron draconianas restricciones al público. La Unión Europea, Asia oriental y Latinoamérica también lo han hecho, pero con menor rigidez y sin continuas modificaciones.

Londres sostiene que todavía existen grandes posibilidades de otro intento terrorista, por lo cual las empresas temen que se vuelva a los extremos de seguridad imperantes durante el fin de semana. Entretanto, British Airways cancelaba 52 vueltos desde aeropuertos locales y se declaró dispuesta a litigar contra BAA, operadora de Heathrow, por daños y perjuicios.

Por otra parte, los “ferries” que cruzan el golfo de Vizcaya, el mar de Irlanda y el del Norte están aprovechando la pérdida de pasajeros en rutas aéreas de cabotaje. Se les agotan lugares y están incorporando unidades a las flotillas. Otro efecto es la congestión en el túnel bajo la Mancha: mucha gente se translada al continente, cuyas medidas de seguridad en vuelos de largo alcance no son tan molestas. Salvo en rutas al Mediterráneo oriental y Levante.

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