Un caso que puede torcer el rumbo del e-mail masivo

La disputa entre Intel y un ex empleado, en manos de la justicia desde hace años, puede sentar precedente para toda persona - física o institucional - que recurre a los envíos de correo electrónico como medio de comercialización.

19 septiembre, 2002

El caso, relativamente simple en sus comienzos, se ha convertido en un verdadero
laberinto legal. Lo que está en juego es determinar si la táctica
utilizada por una persona para expresar públicamente su indignación
con sus ex empleadores es libertad de expresión o "spam".

Los acontecimientos

Kourosh Kenneth (Ken) Hamidi era técnico de Intel y fue echado en 1995
luego de agrias discusiones relativas al pago de la compensación que
correspondía a una afección derivada de un accidente de trabajo.

En el transcurso de los dos años siguientes Hamidi realizó seis
envíos a los empleados de Intel de todo el mundo, en los que criticaba
duramente la política de relaciones humanas de la compañía.
Esos mensajes – admite Intel – no provocaron daño alguno al sistema de
computación (hardware y software) del gigante de los chips. Uno de esos
envíos masivos (septiembre 1998), dirigido a una base de 30.000 empleados,
denunciaba políticas abusivas e injustas con los empleados y pregonaba
la supuesta intención de la firma de eliminar 10.000 puestos de trabajo
en Estados Unidos y no sólo 3.000 como había anunciado.

Intel dispuso medidas de seguridad (firewalls) para detener la entrada
de sus mensajes. El técnico – que de eso sabía bastante – burló
todo: todas las veces cambiaba de servidores y de dirección e-mail.

La denuncia

Intel decidió llevar el caso a la justicia. Los abogados que redactaron
la denuncia explicaron que para la compañía, lo que Hamidi estaba
haciendo era intromisión en propiedad privada. Su e-mail no solicitado
se introducía en los equipos de computación patentados de la firma.
Dicho de otro modo, los e-mails de Hamidi eran "spam".

El primer fallo

El 4 de diciembre de 1998 el juez John R. Lewis de la Corte Superior del condado
de Sacramento (California) emitió una orden judicial contra el ex empleado
obligándolo a interrumpir sus e-mails a empleados activos de Intel.
Su fallo: enviar e-mails no deseados es "intromisión"
ilegal. Lewis agregó que los siete spams habían provocado
daños "irreparables" en el ánimo y productividad del
personal de la firma demandante.

El segundo fallo

En diciembre de 2001, la corte de apelaciones de California ratificó
la decisión de la corte inferior y falló en contra de Hamidi.
Por unanimidad, decidió que "la avalancha de e-mails agraviantes
equivalía a intromisión (o sea spam). El fallo de la corte
determinaba que las acciones de Hamidi estaban contempladas en la ley consuetudinaria
que trata sobre el uso no autorizado de la propiedad privada del otro.

La otra campana

El caso se ha vuelto popular y Hamidi no carece de seguidores. La otra campana
dice que nunca se ha visto una contienda tan desigual. Por un lado un ex empleado
sin un centavo y por el otro una empresa valuada en US$ 26.000 millones.
¿Qué habría hecho la compañía, preguntaron
a la abogada de Intel, si Hamidi hubiera enviado 30.000 cartas por correo en
lugar de usar correo electrónico? La letrada contestó que no sabía,
pero Laurence Tribe, profesor de Derecho en Harvard, cree que es altamente improbable
que alguien interfiera con el correo de Estados Unidos.

“Pero las reglas que se aplican al correo no se aplican al e-mail,
porque el terreno legal en el ciberespacio se está construyendo a medida
que caminamos´´.

Ése es el peligro. Si Intel logra impedir la entrada a todo e-mail
que no le guste, sentará un precedente para que otras empresas y otros
grupos amordacen todo tipo de comunicaciones electrónicas molestas. Y
eso sería contradictorio porque se suponía que Internet sería
una fuerza democratizadora, que permitiría a la gente común comunicar
sus opiniones al mundo.

¿Libre expresión contra propiedad privada?

A los jueces, sin embargo, no les pareció que hubiera conflicto: "el
derecho a la libertad de expresión no significa que alguien pueda usar
la propiedad privada del prójimo para expresarse".
Ahora el caso pasa a juicio oral en la corte Suprema de California, la última
fase antes del dictamen final hacia principios del año que viene. Según
se resuelva, podría abrirse la posibilidad para que en el futuro se pueda
demandar a cualquier empresa que use email para relacionarse comercialmente
con sus clientes, incluso a los que no hacen spam, según la opinión
del New York Times. El diario también afirma que los organismos de control,
casi totalmente a favor del más débil, no se dan cuenta de que
Intel, en este caso, está oficiando de paladín del marketing del
permiso.

El caso, relativamente simple en sus comienzos, se ha convertido en un verdadero
laberinto legal. Lo que está en juego es determinar si la táctica
utilizada por una persona para expresar públicamente su indignación
con sus ex empleadores es libertad de expresión o "spam".

Los acontecimientos

Kourosh Kenneth (Ken) Hamidi era técnico de Intel y fue echado en 1995
luego de agrias discusiones relativas al pago de la compensación que
correspondía a una afección derivada de un accidente de trabajo.

En el transcurso de los dos años siguientes Hamidi realizó seis
envíos a los empleados de Intel de todo el mundo, en los que criticaba
duramente la política de relaciones humanas de la compañía.
Esos mensajes – admite Intel – no provocaron daño alguno al sistema de
computación (hardware y software) del gigante de los chips. Uno de esos
envíos masivos (septiembre 1998), dirigido a una base de 30.000 empleados,
denunciaba políticas abusivas e injustas con los empleados y pregonaba
la supuesta intención de la firma de eliminar 10.000 puestos de trabajo
en Estados Unidos y no sólo 3.000 como había anunciado.

Intel dispuso medidas de seguridad (firewalls) para detener la entrada
de sus mensajes. El técnico – que de eso sabía bastante – burló
todo: todas las veces cambiaba de servidores y de dirección e-mail.

La denuncia

Intel decidió llevar el caso a la justicia. Los abogados que redactaron
la denuncia explicaron que para la compañía, lo que Hamidi estaba
haciendo era intromisión en propiedad privada. Su e-mail no solicitado
se introducía en los equipos de computación patentados de la firma.
Dicho de otro modo, los e-mails de Hamidi eran "spam".

El primer fallo

El 4 de diciembre de 1998 el juez John R. Lewis de la Corte Superior del condado
de Sacramento (California) emitió una orden judicial contra el ex empleado
obligándolo a interrumpir sus e-mails a empleados activos de Intel.
Su fallo: enviar e-mails no deseados es "intromisión"
ilegal. Lewis agregó que los siete spams habían provocado
daños "irreparables" en el ánimo y productividad del
personal de la firma demandante.

El segundo fallo

En diciembre de 2001, la corte de apelaciones de California ratificó
la decisión de la corte inferior y falló en contra de Hamidi.
Por unanimidad, decidió que "la avalancha de e-mails agraviantes
equivalía a intromisión (o sea spam). El fallo de la corte
determinaba que las acciones de Hamidi estaban contempladas en la ley consuetudinaria
que trata sobre el uso no autorizado de la propiedad privada del otro.

La otra campana

El caso se ha vuelto popular y Hamidi no carece de seguidores. La otra campana
dice que nunca se ha visto una contienda tan desigual. Por un lado un ex empleado
sin un centavo y por el otro una empresa valuada en US$ 26.000 millones.
¿Qué habría hecho la compañía, preguntaron
a la abogada de Intel, si Hamidi hubiera enviado 30.000 cartas por correo en
lugar de usar correo electrónico? La letrada contestó que no sabía,
pero Laurence Tribe, profesor de Derecho en Harvard, cree que es altamente improbable
que alguien interfiera con el correo de Estados Unidos.

“Pero las reglas que se aplican al correo no se aplican al e-mail,
porque el terreno legal en el ciberespacio se está construyendo a medida
que caminamos´´.

Ése es el peligro. Si Intel logra impedir la entrada a todo e-mail
que no le guste, sentará un precedente para que otras empresas y otros
grupos amordacen todo tipo de comunicaciones electrónicas molestas. Y
eso sería contradictorio porque se suponía que Internet sería
una fuerza democratizadora, que permitiría a la gente común comunicar
sus opiniones al mundo.

¿Libre expresión contra propiedad privada?

A los jueces, sin embargo, no les pareció que hubiera conflicto: "el
derecho a la libertad de expresión no significa que alguien pueda usar
la propiedad privada del prójimo para expresarse".
Ahora el caso pasa a juicio oral en la corte Suprema de California, la última
fase antes del dictamen final hacia principios del año que viene. Según
se resuelva, podría abrirse la posibilidad para que en el futuro se pueda
demandar a cualquier empresa que use email para relacionarse comercialmente
con sus clientes, incluso a los que no hacen spam, según la opinión
del New York Times. El diario también afirma que los organismos de control,
casi totalmente a favor del más débil, no se dan cuenta de que
Intel, en este caso, está oficiando de paladín del marketing del
permiso.

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