Los ataques cerebro-vasculares (ACV o apoplegía) son la primera causa de discapacidad en Estados Unidos y la número tres de muertes. Muchos de esos ataques masivos son precedidos por miniataques, en los que los síntomas –aturdimiento y cambios en la visión– a menudo desaparecen en una hora o dos. Como los síntomas se van, la gente los ignora y algunos médicos tampoco los interpretan y los diagnostican como migraña, baja presión, ansiedad, convulsión o un ataque al corazón. En consecuencia, opina Mark J. Alberts, del Northwestern Memorial Hospital de Chicago, esos pacientes pueden ser mandados a su casa con una aspirina. En su hospital, en cambio, los pacientes con esos síntomas quedan internados como si tuvieran un ACV importante.
Oficialmente, los miniataques se llaman “ataques isquémicos transitorios” o TIA, según siglas en inglés. La palabra “isquémico” significa que está bloqueado el flujo de oxígeno hacia el cerebro, generalmente por un coágulo de sangre y placa grasa en una arteria. La única diferencia entre un ACV o apoplegía y un miniataque es la severidad y persistencia de los síntomas: en la versión mini los síntomas se van solos en el término de una o dos horas. Pueden durar hasta 24 horas, pero en casos muy raros. A diferencia de un ataque cardíaco, los ACV suelen aparecer con síntomas discretos que son fáciles de ignorar. Pueden presentarse con dolor de cabeza, entumecimiento o debilidad en la cara, brazo o pierna, casi siempre en un solo lado del cuerpo. También puede aparecer una repentina pérdida del habla, pérdida parcial de la visión, o visión doble.
La American Stroke Association estima que hay hasta 500.000 casos de miniataques al año en Estados Unidos y 700.000 casos serios de ACV. Los tratamientos luego de un miniataque podrían incluir cirugía para desbloquear arterias, y medicación para reducir la tendencia de la sangre a coagular. Pero, dicen, es fundamental que los pacientes sean evaluados en forma inmediata porque la causa básica de un miniataque –como podría ser una arritmia cardíaca que produce coágulos– puede provocar un ataque más devastador, que destruya gran cantidad de tejido cerebral.
<p>Los ataques cerebro-vasculares (ACV o apoplegía) son la primera causa de discapacidad en Estados Unidos y la número tres de muertes. Muchos de esos ataques masivos son precedidos por miniataques, en los que los síntomas –aturdimiento y cambios en la visión– a menudo desaparecen en una hora o dos. Como los síntomas se van, la gente los ignora y algunos médicos tampoco los interpretan y los diagnostican como migraña, baja presión, ansiedad, convulsión o un ataque al corazón. En consecuencia, opina Mark J. Alberts, del Northwestern Memorial Hospital de Chicago, esos pacientes pueden ser mandados a su casa con una aspirina. En su hospital, en cambio, los pacientes con esos síntomas quedan internados como si tuvieran un ACV importante.</p>
<p>Oficialmente, los miniataques se llaman "ataques isquémicos transitorios" o TIA, según siglas en inglés. La palabra "isquémico" significa que está bloqueado el flujo de oxígeno hacia el cerebro, generalmente por un coágulo de sangre y placa grasa en una arteria. La única diferencia entre un ACV o apoplegía y un miniataque es la severidad y persistencia de los síntomas: en la versión mini los síntomas se van solos en el término de una o dos horas. Pueden durar hasta 24 horas, pero en casos muy raros. A diferencia de un ataque cardíaco, los ACV suelen aparecer con síntomas discretos que son fáciles de ignorar. Pueden presentarse con dolor de cabeza, entumecimiento o debilidad en la cara, brazo o pierna, casi siempre en un solo lado del cuerpo. También puede aparecer una repentina pérdida del habla, pérdida parcial de la visión, o visión doble.</p>
<p>La American Stroke Association estima que hay hasta 500.000 casos de miniataques al año en Estados Unidos y 700.000 casos serios de ACV. Los tratamientos luego de un miniataque podrían incluir cirugía para desbloquear arterias, y medicación para reducir la tendencia de la sangre a coagular. Pero, dicen, es fundamental que los pacientes sean evaluados en forma inmediata porque la causa básica de un miniataque –como podría ser una arritmia cardíaca que produce coágulos– puede provocar un ataque más devastador, que destruya gran cantidad de tejido cerebral.</p>