¿Se puede ser realista en materia demográfica?

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El envejecimiento de la población invalida presunciones. En economías centrales, los perfiles demográficos cambian. Según Naciones Unidas, el estamento mayor de 65 años puede alcanzar 20%, pero en algunos países el fenómeno se acentuará.

Por ejemplo, eso ocurrirán en Japón e Italia de ahora a mitad de siglo. En otros países –Estados Unidos, Gran Bretaña-, será más paulatino. Sea como fuere, indica Andrew Turnbull, de Booz Allen Hamilton, “estos procesos crearán problemas, no sólo en materia jubilatoria. También en el frente laboral”.

Si bien se comprende que hay cambios en gestación, sus implicancias son menos evidentes, particularmente en lo financiero. Pero antes es preciso dejar a un lado presunciones ya sin vigencia, según el experto.

Presunción 1: se trabaja lo suficiente para solventar la jubilación. Ya no, pues ha cambiado la relación entre años activos y pasivos. Verbigracia, hacia 1950 los británicos dedicaban 83% de la vida adulta a trabajar y 17% al retiro. Hacia 2050, la relación será 63% contra 37%, pues la gente pasará de cinco a apenas 1,7 de actividad por cada año de retiro. Como contrapartida, las personas hasta los 75 suelen subestimar el lapso pasivo y aportan menos de lo suficiente.

Presunción 2: La sociedad es más próspera, por tanto permite jubilarse antes de tiempo. Pero hay un inconveniente: se toman en cuenta la creciente longevidad y los costos asociados a ella. Probablemente, las personas serán más pudientes, pero su retiros serán más caros. Muchos suponen que su nivel de vida se mantendrá luego de retirarse, gracias a pensiones y rentas vitalicias indexadas. Pero la inflación es igual un riesgo generalizado, sobre todo tratándose de salud y otros costos en los últimos diez a quince años de vida.

Presunción 3: Resulta útil jubilarse antes de tiempo porque no hay bastantes puestos laborales para cubrir la oferta. “La idea de que los veteranos deben retirarse para dejar trabajo a los jóvenes –afirma Turnbull- ya no funcionaba en los años 80 y menos lo hace hoy. Sólo la mayor productividad eleva ingresos y gastos, por tanto crea demanda laboral”. A su juicio, pues, lo otro es “una seria falacia. Hacer retirarse a los mayores de cincuenta, máxime si son profesionales o especializados, deteriora el capital humano”.

Presunción 4: Ingresos y posición suben linealmente y la gente se jubila en su máxima jerarquía. En algunos países, las normas laborales dificultan seguir trabajando una vez alcanzada la edad de retiro o ya oficialmente fuera de una compañía. Perpetuar esta variante reduce flexibilidad organizativa y promueve un culto a la veteranía. Pero éste es el modelo predominante, que genera una situación sostenida por los planes jubilatorios mismos.

Presunción 5: Se acumulan activos en la fase activa y se gastan en la pasiva. En las economías centrales, la ente tiende a invertir en acciones o bonos cuando es joven y en renta vitalicia u otros instrumentos de rinde fijo a medida como envejece. Sin embargo, no es posible frenar prematuramente el crecimiento de ingresos básicos. Una entrada segura a los 65 años no compensará la declinación de ingresos relativos los 30 o 35 años subsiguientes. En efecto, será preciso invertir en fondos o acciones durante los primeros años de retiro, de otro modo la jubilación no alcanzará.

Presunción 6: durante el retiro no habrá más de una mudanza. La vivienda al momento de jubilarse será excelente para sesentones con coche, pero quizá no lo sea más tarde. En algunos países, empero, hay déficit de unidades adecuadas para diversas etapas de vejez, especialmente si disminuye la movilidad. Por consiguiente, muchos jubilados continúan ocupando casas demasiado grandes y caras de mantener.

Presunción 7: el estado debe prestar servicios sociales y médicos a la gente mayor, sin impedir que los hijos hereden parte importante de sus bienes. Esto irrita a Turnbull, a cuyo criterio, similar al de la Reserva Federal, “el cambio de relaciones demográficas tornará en extremo costosas esas prestaciones. Hacia 2060, EE.UU. habrá apenas 2,2 personas en actividad por cada jubilado, contra 5,2 en 1950. Por ende, el gobierno deberá reducir sus compromisos ante el sector pasivo e insistir en que se usen activos personales para solventar gastos médicos, no dinero de los contribuyentes”.

De una forma u otra, el estudio de Booz Allen Hamilton es pesimista respecto de casi todas esas presunciones. En un matrimonio que llega a los 65, existe 50% de posibilidades de que alguno de ambos alcance los 90 y 17% de que cumpla los cien. Por tanto, “debe admitirse que la longevidad ya no es excepcional en las economías centrales y tenerla en cuenta al planear el futuro”. Las personas deben prepararse para trabajar más años, capacitarse más y ser flexibles en lo laboral. Ello presupone inclusive abandonar una posición alta en aras de una con menores exigencias o diferir parte de la renta jubilatoria para mejorarla después, cuando realmente la necesite.

Para que la receta de Turnbull funcione, sin embargo, también deben cambiar las organizaciones privadas y públicas. “Han de configurarse modelos innovadores, para que las responsabilidades gerenciales pasen a equipos más jóvenes. Nuevas funciones de asesoría o atención de clientes podrán ocupar a managers veteranos, de modo que las empresas sigan beneficiándose de su experiencia y buen juicio”.

Encarar los problemas del envejecimiento poblacional es complejo. Se precisa eliminar restricciones al usufructo de jubilaciones privadas y crear opciones financieras más apropiados para gente longeva. Los planes, públicos o privados, debe suprimir incentivos al retiro temprano y ofrecer mejores opciones a quienes difieran la fecha de jubilación. Las rentas vitalicias han de incluir cláusulas de crecimiento con riesgos controlados luego del retiro.

Por ejemplo, eso ocurrirán en Japón e Italia de ahora a mitad de siglo. En otros países –Estados Unidos, Gran Bretaña-, será más paulatino. Sea como fuere, indica Andrew Turnbull, de Booz Allen Hamilton, “estos procesos crearán problemas, no sólo en materia jubilatoria. También en el frente laboral”.

Si bien se comprende que hay cambios en gestación, sus implicancias son menos evidentes, particularmente en lo financiero. Pero antes es preciso dejar a un lado presunciones ya sin vigencia, según el experto.

Presunción 1: se trabaja lo suficiente para solventar la jubilación. Ya no, pues ha cambiado la relación entre años activos y pasivos. Verbigracia, hacia 1950 los británicos dedicaban 83% de la vida adulta a trabajar y 17% al retiro. Hacia 2050, la relación será 63% contra 37%, pues la gente pasará de cinco a apenas 1,7 de actividad por cada año de retiro. Como contrapartida, las personas hasta los 75 suelen subestimar el lapso pasivo y aportan menos de lo suficiente.

Presunción 2: La sociedad es más próspera, por tanto permite jubilarse antes de tiempo. Pero hay un inconveniente: se toman en cuenta la creciente longevidad y los costos asociados a ella. Probablemente, las personas serán más pudientes, pero su retiros serán más caros. Muchos suponen que su nivel de vida se mantendrá luego de retirarse, gracias a pensiones y rentas vitalicias indexadas. Pero la inflación es igual un riesgo generalizado, sobre todo tratándose de salud y otros costos en los últimos diez a quince años de vida.

Presunción 3: Resulta útil jubilarse antes de tiempo porque no hay bastantes puestos laborales para cubrir la oferta. “La idea de que los veteranos deben retirarse para dejar trabajo a los jóvenes –afirma Turnbull- ya no funcionaba en los años 80 y menos lo hace hoy. Sólo la mayor productividad eleva ingresos y gastos, por tanto crea demanda laboral”. A su juicio, pues, lo otro es “una seria falacia. Hacer retirarse a los mayores de cincuenta, máxime si son profesionales o especializados, deteriora el capital humano”.

Presunción 4: Ingresos y posición suben linealmente y la gente se jubila en su máxima jerarquía. En algunos países, las normas laborales dificultan seguir trabajando una vez alcanzada la edad de retiro o ya oficialmente fuera de una compañía. Perpetuar esta variante reduce flexibilidad organizativa y promueve un culto a la veteranía. Pero éste es el modelo predominante, que genera una situación sostenida por los planes jubilatorios mismos.

Presunción 5: Se acumulan activos en la fase activa y se gastan en la pasiva. En las economías centrales, la ente tiende a invertir en acciones o bonos cuando es joven y en renta vitalicia u otros instrumentos de rinde fijo a medida como envejece. Sin embargo, no es posible frenar prematuramente el crecimiento de ingresos básicos. Una entrada segura a los 65 años no compensará la declinación de ingresos relativos los 30 o 35 años subsiguientes. En efecto, será preciso invertir en fondos o acciones durante los primeros años de retiro, de otro modo la jubilación no alcanzará.

Presunción 6: durante el retiro no habrá más de una mudanza. La vivienda al momento de jubilarse será excelente para sesentones con coche, pero quizá no lo sea más tarde. En algunos países, empero, hay déficit de unidades adecuadas para diversas etapas de vejez, especialmente si disminuye la movilidad. Por consiguiente, muchos jubilados continúan ocupando casas demasiado grandes y caras de mantener.

Presunción 7: el estado debe prestar servicios sociales y médicos a la gente mayor, sin impedir que los hijos hereden parte importante de sus bienes. Esto irrita a Turnbull, a cuyo criterio, similar al de la Reserva Federal, “el cambio de relaciones demográficas tornará en extremo costosas esas prestaciones. Hacia 2060, EE.UU. habrá apenas 2,2 personas en actividad por cada jubilado, contra 5,2 en 1950. Por ende, el gobierno deberá reducir sus compromisos ante el sector pasivo e insistir en que se usen activos personales para solventar gastos médicos, no dinero de los contribuyentes”.

De una forma u otra, el estudio de Booz Allen Hamilton es pesimista respecto de casi todas esas presunciones. En un matrimonio que llega a los 65, existe 50% de posibilidades de que alguno de ambos alcance los 90 y 17% de que cumpla los cien. Por tanto, “debe admitirse que la longevidad ya no es excepcional en las economías centrales y tenerla en cuenta al planear el futuro”. Las personas deben prepararse para trabajar más años, capacitarse más y ser flexibles en lo laboral. Ello presupone inclusive abandonar una posición alta en aras de una con menores exigencias o diferir parte de la renta jubilatoria para mejorarla después, cuando realmente la necesite.

Para que la receta de Turnbull funcione, sin embargo, también deben cambiar las organizaciones privadas y públicas. “Han de configurarse modelos innovadores, para que las responsabilidades gerenciales pasen a equipos más jóvenes. Nuevas funciones de asesoría o atención de clientes podrán ocupar a managers veteranos, de modo que las empresas sigan beneficiándose de su experiencia y buen juicio”.

Encarar los problemas del envejecimiento poblacional es complejo. Se precisa eliminar restricciones al usufructo de jubilaciones privadas y crear opciones financieras más apropiados para gente longeva. Los planes, públicos o privados, debe suprimir incentivos al retiro temprano y ofrecer mejores opciones a quienes difieran la fecha de jubilación. Las rentas vitalicias han de incluir cláusulas de crecimiento con riesgos controlados luego del retiro.

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