<p>“La trayectoria de Osama no es garantía de futuros desplantes, pero quizá no falte mucho –presume el analista alemán- para que reivindique el mérito de la crisis financiera que cunde en Occidente”. Sin duda, al Qa’eda tiene ribetes mesiánicos –curiosamente, más shi’itas que sunnitas-, combinados con una obsesión poco islámica por lo mediático.</p>
<p>En verdad, ya al cumplirse seis años del ataque sobre Manhattan y el Pentágono (septiembre pasado) un video de bin Laden tocaba el tema. “Se debaten ustedes bajo el peso de deudas –sostenía el santón- y una crisis hipotecaria”. En 2004, poco antes de las elecciones presidenciales norteamericanas, al Qa’eda afirmaba que el gobierno de George W.Bush “desangra al país y lo lleva a la bancarrota”.</p>
<p>Entonces, el litro de nafta costaba US$ 0,52. Ahora llega a 1,05. Miles se han quedado sin vivienda y el desempleo urbano alcanza 5,5% anual, contra el 4,2% legado por William Clinton en 2000. Hidrocarburos y productos agrícolas escasean en el mundo y marcan precios sin precedentes. “A bin Laden le sobra libreto”, subraya Debussmann.</p>
<p>Pero ¿hasta qué punto esos problemas se relacionan con la serie de hechos desencadenada el 11 de septiembre de 2001? Por de pronto, “reavivó la guerra en Afganistán, cuyo objeto frustráneo era cazar a bin Laden y llevarlo a la justicia. Siguió la guerra en Irak, con su creciente cuota de déficit fiscal norteamericano”.</p>
<p>Más aún, pues Bush y su eminencia gris Richard Cheney empezaron en 2002 a hablar de una guerra global contra el terrorismo. Tiempo después, EE.UU. debió retirarse de Somalía y, más tarde, al Qa’eda se afincaba en Pakistán.</p>
<p>Poco tardaron bin Laden y sus acólitos en eludir el cerco afgano (2001) y crearse santuarios propios en la región (2002 en adelante). Los mismos que tenía al Qa’eda cuando, en los años 70 y 80, luchaba contra la ocupación soviética con armas de EE.UU. y dólares saudíes.</p>
<p>Desilusionado, Washington “dejó de dedicarse a bin Laden para emprenderla con Saddam Husein, que no tenía nexo alguno con al Qa’eda. Pero EE.UU. sí había apoyado a Bagdad en la guerra de los 80 con Tehrán. La invasión de 2003, entretanto, convenció a millones de musulmanes de que al Qa’eda tenía razón: EE.UU. quiere arrebatar al Islam los recursos petroleros de Levante. De ahí a adjudicarse la decadencia económica del imperio, hay escaso trecho”. Similares tesis sobre el “modelo anglosajón” y la doble crisis en algunos mercados circulan entre Moscú, París y Berlín, pero no tan exageradas.</p>
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Poco le falta a bin Laden para atribuirse la recesión norteamericana
Así cree el columnista Berndt Debussmann (Reuters). Parece surrealista, pero varios ultraconservadores asocian el terrorismo de al Qaeda con la debilidad económica de EE.UU. y apuntan a los fondos soberanos que manejan emiratos del golfo.