“Yo tengo la base de datos para mandar las invitaciones”, me dijo un cliente hace poco. Le pregunto si realmente esos datos pertenecen a personas interesadas, y también si la empresa tiene algún tipo de “limpieza”.
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“¡Por supuesto!”, es la respuesta, “es una lista de mil mails generados por el envío de un Power Point que recomienda su re envío a diez amigos. </p>
<p>Esta idea de masividad, de “enviarle un mensaje a mil personas para que nos contesten diez” es un GRAVE ERROR. Puede que diez personas nos contesten … pero lo más probable es que las otras novecientas noventa restantes nos odien y pongan nuestro mail en la columna de “no deseados” de su casilla de spam. </p>
<p>¿Qué pasos tendría que tener en cuenta para que este porcentaje de aceptación crezca y sobre todo para no terminar en el correo basura? </p>
<p>El secreto está es una base de datos limpia, o sea una lista de mails que realmente existen: Además, es conveniente segmentar la información no por género ni por edad sino por gustos y tendencias. Por eso, además del mail, conviene tener el nombre del dueño del mail. Si además de eso conseguimos información adicional tanto mejor. </p>
<p> Esto último no se consigue copiando y pegando cadenas de mails. Los nombres útiles se logran a través de suscripciones voluntarias a una newsletter, o mediante un concurso, formulario de consulta o inscripción a una web. </p>
<p>Personalmente no soy partidaria de disparar a todo lo que se mueva, es decir, de enviar a una súper base de datos comprada con más de 1.000.000 de registros. No funciona. </p>
<p>Debemos tratar de generar una base de datos propia, usando todos los recursos que se nos ocurra y trabajar sobre ella antes de decidir hacer el gran envío. </p>
<p>Una vez que tenemos el elemento principal y más importante, el desafío será crear un mail que realmente provoque deseos de abrir. </p>
<p>Antes, palabras como “gratis” y “promo”, eran detonantes importantes. Ya no más. La gente se asusta, cree que se le abrirán mil imágenes con chicas desnudas, o peor, un súper virus capaz de dañar la computadora. Nosotros debemos provocar, con argumentos simples y honestos, conseguir despertar el interés del usuario. </p>
<p>¿Cómo pensar en un “Asunto” si no tenemos idea de quién lo recibirá?. Ese problema nos hace volver a la base de datos para trabajarla, estudiarla y segmentarla. Entonces sí, sabiendo a quiénes envío mi mensaje, sabré qué poner en el asunto para que les interese abrir mi mail. </p>
<p> Ya tendré, entonces, una base de datos limpia y segmentada, el asunto con un tema que interese. Falta entonces crear el mensaje. </p>
<p>Aunque esto es más un tema de publicistas, es importante no olvidar que si usamos una imagen, ésta debería tener soporte en la web. No es aconsejable enviar imágenes adjuntas. No habrá que olvidarse de poner la advertencia: “si no ve la imagen haga clic aquí” y finalmente “si no quiere recibir más este mail escríbanos a este correo”. </p>
<p>Una vez mandado el mail es preciso estudiar el retorno (ROI). O sea, ver las estadísticas del sitio o bien las consultas que se generan a partir de esta campaña. Estar atentos a los envíos de mails con consultas que se generen y sobre todo no dejar de pedir: “inscribí a un amigo que le pueda interesar”, trabajar sobre la base de datos, registrando nuevos mails, completando datos de los clientes y usuarios para prepararnos para una nueva tirada de correos. </p>
Los inconvenientes de dispararle a todo lo que se mueva
Guadalupe Cano León argumenta, en Gestiópolis.com, contra el uso indiscriminado de mails masivos a bases de datos recogidas de cualquier manera.