domingo, 29 de diciembre de 2024

Fondos de cobertura: vieja bomba de tiempo en proceso de implosionar

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A fines del año pasado, había unos 7.000 fondos de ese tipo y su capital agregado era US$ 1,875 billones. Entre octubre de 2007 y septiembre último, el segmento perdió 20% y, sólo en el segundo mes, se licuaron 90.000 millones. Pero hay más.

Todavía en septiembre de 2007, el McKinsey Global Institute los definía como “árbitros del capitalismo financiero”, junto con los fondos soberanos –que representan lo opuesto- y los fondos extrabursátiles expertos en compras apalancadas (hoy también en declive). Pero el ortodoxo banco de Inglaterra definía esas máquinas de fabricar derivados con escaso sostén real como “minas armadas dentro del sistema financiero pero fuera del contralor gubernamental”.
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<p>Desde los primeros a&ntilde;os 90, estos fondos se ofrec&iacute;an a inversores tan refinados como ricos; despu&eacute;s sedujeron a los fondos jubilatorios. Eran capaces de apostar velozmente a alzas o bajas. Pero, como despu&eacute;s se supo, ten&iacute;an severas limitaciones: abusaban emitiendo deuda, su comportamiento era opaco y, sin regulaciones &ndash;merced al hoy desprestigiado Alan Greenspan-, se hac&iacute;an c&oacute;mplices de los ejecutivos cuando los t&iacute;tulos de una sociedad sub&iacute;an. </p>
<p>Esos vicios y otros forzaron al ultramonetarista Mervyn King (BdeI) a sonar nuevamente la alarma en su reciente informe sobre estabilidad financiera. &ldquo;Si bien &ndash;se ilusionaba el emisor en octubre- surgen las primeras se&ntilde;ales de estabilizaci&oacute;n bancaria, subsisten riesgos sist&eacute;micos. Uno de ellos son los fondos de cobertura sobre-endeudados, al borde de la liquidaci&oacute;n de activos a causa de restricciones crediticias&rdquo;. </p>
<p>El caso Volkswagen orilla el rid&iacute;culo. Apostando a ganancias seguras, se colocaron en descubierto t&iacute;tulos a t&eacute;rmino. La idea era aprovechar la larga contracci&oacute;n del sector automotor internacional. Pero los fondos de cobertura se encontraron con una desagradable sorpresa: Porsche hab&iacute;a optado en silencio por opciones m&aacute;s s&oacute;lidas para elevar de 42 a 75% el control del paquete VW. A&ntilde;adiendo esa porci&oacute;n a la del estado de baja Sajonia, dej&oacute; muy pocos t&iacute;tulos disponibles para compraventa en plaza. Ante eso, los mismos fondos que exaltaba McKinsey debieron cubrir sus propios contratos a precios absurdos, con p&eacute;rdidas entre &euro; 25.000 y 30.000 millones. </p>
<p>Wendelin Wiedeking, hombre de Ferdinand Pi&euml;ch (Porsche) en VW, hab&iacute;a sido criticado en 2006 por la prensa especializada brit&aacute;nica, empleando argumentos del propio negocio derivativo. En vez de redistribuir liquidez entre accionistas, la c&uacute;pula Porsche-VW fue m&aacute;s sagaz &ndash;o r&aacute;pida- que los rapaces cazadores de retornos cortos. Resultado: Volkswagen sale ganando &euro; 5.000 millones y los fondos de cobertura pierden cinco a seis veces m&aacute;s. </p>
<p>Entretanto, la liquidaci&oacute;n parcial de ese segmento se torna ineludible a medida que sus subscritores &ndash;magnates, fondos jubilatorios, fundaciones educativas, fondos soberanos, etc.- buscan recobrar el control directo de sus colocaciones. El desinfle del segmento queda resaltado por las cifras de la consultor&iacute;a Hedge Fund Research o el &iacute;ndice Eurekahedge (establecido en 2000). Inclusive McKinsey admite que las nuevas subscripciones en enero-marzo cayeron de US$ 60.000 a 16.000 millones entre 2007 y 2008 (73,3%). </p>
<p>Sin embargo, no es posible salir de un fondo de cobertura como de los fondos convencionales. Las tenencias s&oacute;lo pueden redimirse en plazos predeterminados, por lo com&uacute;n a fines de cada a&ntilde;o. &ldquo;Las necesidades de efectivo &ndash;observa el BdeI- de esas entidades explican la apresurada venta de t&iacute;tulos m&aacute;s l&iacute;quidos, causa por la cual sus cotizaciones han ca&iacute;do en septiembre y octubre&rdquo;. </p>
<p>Ahora bien, la verdadera historia de los derivativos y sus contratos derivados (en Argentina, salvo un caso aislado, nadie los tom&oacute; en serio hasta el colapso de la convertibilidad, 2000/1) data de 1949. Un financista norteamericano, Alfred Winslow, reuni&oacute; US$ 100.000 reclutando 99 inversores cuyas cuotas partes eran intransferibles y no estaban normadas por la ley sobre compa&ntilde;&iacute;as financieras (1940). </p>
<p>Este modelo inspir&oacute; a megaespeculadores como Warren Bufett (Berkshire Hathaway) o George Soros, que se cuidan de recordarlo. Pero el auge de la f&oacute;rmula reci&eacute;n lleg&oacute; en 1987, junto con el esc&aacute;ndalo de los bonos chatarra (Michael Milken v&iacute;a Drexel Burnham Lambert) y las impresionantes bases matem&aacute;ticas que les valieron el Nobel econ&oacute;mico 1990 a tres &ldquo;<em>nerds</em>&rdquo;, Henry Markowitz, Merton Millar y William Sharpe. Dos de ellos arruinaron a Long-Term Asset Management (1991) mediante malas especulaciones a corto plazo que obligaron a una intervenci&oacute;n concertada &ndash;para salvar amigos, no la econom&iacute;a real- entre la Reserva Federal, el BdeI y otras instituciones. Nadie les exigi&oacute; devolver el Nobel, un galard&oacute;n que, desde 1983 y con excepciones, es menos serio que el literario. </p>
<p>&iquest;Cu&aacute;ntos analistas y medios prestaron atenci&oacute;n a la conferencia anual 2008 de fondos de cobertura, Londres, 23/25 de octubre?… Muy pocos. Pese a que la lista de asistentes revelaba &iacute;ntimas conexiones entre los protagonistas de la galaxia derivativa y cinco grandes bancos privados. Se trata de Bank of America, JP Morgan Chase, Citigroup, Wells Fargo/Wachovia y Hong Kong &amp; Shanghai Banking Corporation (HSBC). Sumados, controlan 97% del segmento y afrontan 89% de los riesgos impl&iacute;citos. A fin de 2007, el valor nominal de todos los contratos en danza equival&iacute;a a US$ 600 billones &ndash;tres veces la riqueza generada anualmente en el mundo- y su valor burs&aacute;til (14,5 billones) superaba el PBI de la Uni&oacute;n Europea (12 billones) y el de Estados Unidos (11,5 billones). </p>

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