Si la actual conmoción económica es contenida antes de lo esperado, los despidos prematuros podrían resultar desastrosos. Si no se hacen suficientes despidos y la recesión continúa, los resultados financieros de la compañía podrían resentirse. Y en cualquier escenario que implica despidos, el estado de ánimo de los empleados que se quedan seguramente se desploma.
Algunas están considerando alternativas para evitar despedir gente. Esas alternativas podrían implicar retiros voluntarios o reducción de salarios, reducción de horario o cancelación de viajes de negocios y/o costosos beneficios adicionales. Todo se ha puesto bajo el microscopio.
Según Peter Cappelli, director del Wharton Center for Human Resources, el uso de alternativas creativas para despidos tuvo su pico en los años 80, pero luego declinó. Los ejecutivos llegaron a la conclusión que si reducían 10% los salarios, o recortaban las horas de trabajo, los mejores empleados de la compañía desaparecerían. La idea era que los empleados “más móviles” serían contratados por los competidores, dice Cappelli. Pero la predicción no resiste el menor análisis. "Sólo muestra la visión de los ejecutivos de cómo funcionan las cosas, y los ejecutivos creen que todos piensan como ellos.
Tampoco creen que los empleados aceptarían hacer algo bueno en beneficio de sus colegas (aceptar trabajar menos horas, o cobrar menos) porque ellos ciertamente no lo harían. Otra vez la percepción se equivoca. El acto de hacer sacrificios por compañeros empleados, podría en realidad levantar el estado de ánimo y cohesionar a la compañía.
Además, dice Cappelli si la economía se mantiene como está o empeora, la preocupación de que se vayan los mejores empleados es irrelevante, por nadie más está contratando. “Si uno tiene las opciones de reducir 10% los salarios o despedir a 10% del personal, ¿por qué elegir la segunda?" pregunta.
Cappelli sugiere que vale la pena pensar sobre qué tipo de problema está tratando de resolver la compañía. Si preocupa lo que ocurra cuando la actividad comercial vuelva a repuntar, por ejemplo, las empresas que retienen a sus empleados estarían en muchas mejores condiciones que las que realizaron grandes despidos.
Repartir los costos
Los costos de despedir gente van más allá de los problemas de estado de ánimo que provocan – tanto en los despedidos como en los que mantienen el empleo. Se disparan beneficios por desempleo. Según la empresa, hay que considerar las indemnizaciones que en estos días son costosas. El riesgo de los juicios no es insignificante, tampoco. Cappelli sugiere que si una compañía puede reducir sin despidos debe hacerlo. "Así estará en mejores condiciones cuando las cosas vuelven a lo normal.
Por otro lado, no hay nada como una buena recesión económica para deshacerse del pasto seco. Un mal momento económico puede ser el momento oportuno para que la gerencia se dedique a solucionar problemas de desempeño usando el instrumento menos doloroso posible. Echar gente siempre es difícil, dice Cappelli, pero una buena justificación suaviza las complicaciones.
<p>Si la actual conmoción económica es contenida antes de lo esperado, los despidos prematuros podrían resultar desastrosos. Si no se hacen suficientes despidos y la recesión continúa, los resultados financieros de la compañía podrían resentirse. Y en cualquier escenario que implica despidos, el estado de ánimo de los empleados que se quedan seguramente se desploma. <br />
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Algunas están considerando alternativas para evitar despedir gente. Esas alternativas podrían implicar retiros voluntarios o reducción de salarios, reducción de horario o cancelación de viajes de negocios y/o costosos beneficios adicionales. Todo se ha puesto bajo el microscopio. <br />
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Según Peter Cappelli, director del Wharton Center for Human Resources, el uso de alternativas creativas para despidos tuvo su pico en los años 80, pero luego declinó. Los ejecutivos llegaron a la conclusión que si reducían 10% los salarios, o recortaban las horas de trabajo, los mejores empleados de la compañía desaparecerían. La idea era que los empleados “más móviles” serían contratados por los competidores, dice Cappelli. Pero la predicción no resiste el menor análisis. "Sólo muestra la visión de los ejecutivos de cómo funcionan las cosas, y los ejecutivos creen que todos piensan como ellos. <br />
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Tampoco creen que los empleados aceptarían hacer algo bueno en beneficio de sus colegas (aceptar trabajar menos horas, o cobrar menos) porque ellos ciertamente no lo harían. Otra vez la percepción se equivoca. El acto de hacer sacrificios por compañeros empleados, podría en realidad levantar el estado de ánimo y cohesionar a la compañía.<br />
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Además, dice Cappelli si la economía se mantiene como está o empeora, la preocupación de que se vayan los mejores empleados es irrelevante, por nadie más está contratando. “Si uno tiene las opciones de reducir 10% los salarios o despedir a 10% del personal, ¿por qué elegir la segunda?" pregunta.</p>
<p>Cappelli sugiere que vale la pena pensar sobre qué tipo de problema está tratando de resolver la compañía. Si preocupa lo que ocurra cuando la actividad comercial vuelva a repuntar, por ejemplo, las empresas que retienen a sus empleados estarían en muchas mejores condiciones que las que realizaron grandes despidos. <br />
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<strong>Repartir los costos</strong> <br />
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Los costos de despedir gente van más allá de los problemas de estado de ánimo que provocan – tanto en los despedidos como en los que mantienen el empleo. Se disparan beneficios por desempleo. Según la empresa, hay que considerar las indemnizaciones que en estos días son costosas. El riesgo de los juicios no es insignificante, tampoco. Cappelli sugiere que si una compañía puede reducir sin despidos debe hacerlo. "Así estará en mejores condiciones cuando las cosas vuelven a lo normal.<br />
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Por otro lado, no hay nada como una buena recesión económica para deshacerse del pasto seco. Un mal momento económico puede ser el momento oportuno para que la gerencia se dedique a solucionar problemas de desempeño usando el instrumento menos doloroso posible. Echar gente siempre es difícil, dice Cappelli, pero una buena justificación suaviza las complicaciones. </p>