El silencio del mundo en desarrollo se debe a malos hábitos culturales (Levante), fortunas difíciles de explicar (Latinoamérica, Europa oriental) o nexos con colectividades cuyas prácticas financieras son poco transparentes. Esos factores se combinan con el segmentos favorito de Madoff y sus cuatro yernos: instrumentos derivativos y sus contratos derivados.
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<p>Exactamente, los mismos que por poco no acaban con Société Générale en 2007, vía un vaciamiento de € 4.900 millones. Pero, en economías emergentes o menos desarrolladas, los ricos ocultan sus activos, los llevan a plazas extraterritoriales (off shore) o los confían a aventureros como Carlo Ponzi –últimos años 20-, Roberto Vesco (fines de los 60), Michael Milken (1987) y el clan Madoff. </p>
<p>La clave era el fondo Fairfield Greenwich, pretensioso nombre que encubría una máquina de fraudes estilo Ponzi, pero muchísimo más compleja y voluminosa: más de US$ 50.000 millones. Viviendo entre Madrid y Londres, Pietrahíta –a su vez, yerno de Noël- operaba para un fondo que hoy se declara damnificado en US$ 7.500 millones por obra y gracia del titiritero mayor, Madoff. </p>
<p>En un gesto por lo menos sospechoso, FGG sostiene en España que accionará judicialmente para proteger a sus clientes. Otra entidad financiera, la mayor privada de la península, Banco Santander Central Hispano(BSCH), ha perdido € 2.300 millones en el agujero negro del FGG. Madoff y sus parientes aprovecharon la red europea y latinoamericana para pescar incautos. Entretanto, nadie conoce el paradero de Pietrahíta, que cuenta con muchos amigos en la cúpula política colombiana. </p>
<p>Según revela el “Wall Street Journal”, clientes de BSCH en Monterrey fueron inducidos a colocarse en FGG. Así confirma Ernesto Canales, importante abogado de empresas privadas en el noroeste de México, área donde el BSCH ha perdido unos US$ 300 millones. Una influyente familia local, los Clariond, obtuvo millones por la venta de la multinacional siderúrgica IMSA a Techint y quemó buena parte en la hoguera Madoff. </p>
<p>Como sucede con los carteles aztecas, nadie abre la boca mientras cae un ejecutivo tras otro. Eugenio Clariond Reyes, cabeza del holding, tampoco habla. Hay una explicación simple, que vale también para Brasil: “gran parte de las especulaciones involucra lavado de dinero sin declarar”, apunta Marcelo Trinidade, ex presidente de la comisión federal de valores mobiliarios (CFVM). El manto de silencio se extiende a Uruguay, Chile, etc. </p>
<p>Pero no todas las maniobras con derivados remiten a Fairfield o pequeños lavafondos suizos. Otro tipo de especulación, las obligaciones de deuda colateralizada (ODC), asoma en el horizonte internacional. A partir de 2005, innumerables entidades –desde la América anglosajona a Australia- se colocaban en ODC. Siendo una especie de seguro contra eventuales ceses de pagos privados, el creciente número de deudores incobrables está pasando esas obligaciones (que también son deriados) a la categoría de activos tóxicos. </p>
<p>Pero no cuentan con Henry Paulson, Benjamín Bernanke ni sus US$ 700.000 millones para rescatar banqueros amigos. Para peor, el fraude Madoff torna sospechosa toda transacción que implique derivados. </p>
Madoff: estafados callan en Europa oriental, Latinoamérica y el mundo musulmán
Al sur del Bravo prospera el magnate colombiano Andrés Pietrahíta, cazabobos al servicio de Bernard Madoff. Otros inversores llegaron vía un banco a Fairfield Greenwich Group (fondo de derivados creado por Walter Noel, yerno del estafador).