Cómo hacer marketing en depresión económica

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La actitud clásica de los consumidores en una crisis es consumir menos y ahorrar más… por las dudas. ¿Cómo entonces hacer marketing cuando el público se resiste a gastar?, se preguntan dos profesores del INSEAD.

<p>El ensayo, de 'Paddy' V. Padmanabhan y Pushan Dutt, se titula <em>'When to push the panic button</em>?'(&iquest;Cu&aacute;ndo apretar el bot&oacute;n del p&aacute;nico?) y lo acaba de publicar el INSEAD. </p>
<p>La tesis de los catedr&aacute;ticos es que las empresas no deber&iacute;an prestar tanta atenci&oacute;n a las mediciones, pues &eacute;stas dan una visi&oacute;n&nbsp;incompleta de lo que ocurre. La participaci&oacute;n en el mercado (<em>market share</em>) no es un buen indicador, pues el dinero de los consumidores, que antes era gastado&nbsp;en comprar sus productos o servicios, no necesariamente va a parar a un competidor.&nbsp; <br />
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Lo que tienen que hacer, en cambio, es tratar de conseguir una mayor participaci&oacute;n en la billetera del consumidor: averiguar c&oacute;mo es esa billetera y en qu&eacute; la gasta. Eso es lo que m&aacute;s importa en una crisis porque nos da idea del tipo de cosas que deja de comprar y las que le resultan prioritarias. Es obvio que esto es relativo porque las empresas no puedan cambiar, de la noche a la ma&ntilde;ana, la naturaleza de sus productos o servicios. Tal vez s&iacute; puedan adaptarlos un poco a las nuevas circunstancias. <br />
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<strong>&iquest;Qu&eacute; dejan de comprar y qu&eacute; no?<br />
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El ensayo plantea que el dinero de los consumidores se reparte entre cuatro categor&iacute;as: productos durables (o caros, como autos, televisores, etc.; art&iacute;culos no durables&nbsp; (alimentos, electricidad, gas y dem&aacute;s);&nbsp; semi-durables; y servicios como educaci&oacute;n, salud y finanzas.&nbsp; <br />
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Dentro de esas categor&iacute;as los patrones pueden variar: por ejemplo, en el caso de los durables, pueden caer las ventas de autos pero crecer las de bicicletas. En el caso de los no durables, aumenta el gasto en alimentos y caen los de electricidad y gas. <br />
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No s&oacute;lo hay diferencias en los patrones de consumo entre categor&iacute;as. Tambi&eacute;n las hay entre pa&iacute;ses de econom&iacute;a desarrollada o en desarrollo. En los pa&iacute;ses desarrollados, los servicios son tan necesarios como los alimentos. All&iacute;, entonces, caen las ventas de productos durables y suben las de los no durables, pero tambi&eacute;n aumentan las de servicios.&nbsp; En ese sentido, alimentos o productos no durables ser&iacute;an una necesidad en una econom&iacute;a en desarrollo pero en una desarrollada, los servicios tambi&eacute;n son necesidad y se siguen vendiendo.<br />
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El panorama es complejo, admiten los autores, pero las empresas deben entenderlo. Necesitan saber cu&aacute;n serio va a ser el da&ntilde;o, tanto en el sector en que operan como en el contexto local del pa&iacute;s en que operan.<br />
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